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No necesitamos más conmemoraciones Yo opino Créditos: Paul Plaza/Aton Chile

No necesitamos más conmemoraciones

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Javiera Donoso Azagra
Por : Javiera Donoso Azagra Psicóloga clínica titulada de la Universidad Central de Chile.
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El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y aún miles de nosotras sufren por el trauma del abuso y la violencia de género. Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública o en la privada”, para explicar la conducta del maltratador, con frecuencia se apela a la hipótesis de la psicopatología, sin embargo ni las mujeres nacen víctimas ni los hombres están «programados» para convertirse en agresores. La violencia de género es en gran parte una pandemia social llamada machismo.

El machismo es un síntoma psicológico y relacional del patriarcado, entendiendo el patriarcado como un sistema ideológico que estructura las sociedades desde hace siglos. Basado en la jerarquía, la competencia, la división social y sexual del trabajo, el abuso del fuerte sobre el débil.

Tenemos que erradicar de raíz el patriarcado y todo acto que pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico de una mujer. Es nuestra obligación si queremos ser una sociedad con igualdad  y protección de derechos.

[cita tipo=»destaque»] De aquí en adelante seguiremos sacando la voz para reivindicar y proteger a las víctimas. Cuidarlas del discurso machista que legitima la violencia de género y culpa a la víctima protegiendo al agresor y perpetuando el abuso. [/cita]

Mi vocación ha sido desde muy joven empoderarnos como mujeres. Desde la herida de muchas, de haber sido abusada de tantas maneras por la cultura machista y el ver también el abuso al que estaban expuestas las mujeres a mi alrededor, incluida mi madre. Mi tesis de pregrado y mis primeros años como psicóloga fueron ayudando a víctimas de violencia intrafamiliar. Luego desde lo clínico independiente hasta el día de hoy continúo escuchando y acompañando procesos de reparación de vivencias de abuso y maltrato.

Desde mi posición soy enfática en señalar que aún existen formas de violencia de género, que demuestran que los abusos de poder y sexismo de privilegios siguen insertos en nuestra cultura. Micromachismos, ciberacoso o ciberbullying, violencia económica, violencia psicológica, violencia física, violencia sexual y femicidio, son algunos ejemplos de formas de vulneración hacia nosotras.

Según las cifras del ministerio de La Mujer y la Equidad de Género, al 20 de noviembre de 2020, en Chile se registran 35 femicidios consumados y 129 femicidios frustrados. ¿Cuántas mujeres más tienen que morir para que el Estado cumpla su obligación de ser garante de derechos? ¿Por qué tenemos que cuidarnos entre nosotras, sacando fuerza y valentía de nuestras heridas? Al parecer el femicidio es un delito normalizado, justificado y hasta ahora invisibilizado. Oculto en lo cotidiano, borroso y confuso.

De aquí en adelante seguiremos sacando la voz para reivindicar y proteger a las víctimas. Cuidarlas del discurso machista que legitima la violencia de género y culpa a la víctima protegiendo al agresor y perpetuando el abuso. Esta lógica perversa se tiene que terminar. Esa es mi esperanza y mi lucha.

Mi ilusión es que esto sea más que “tendencia” y avancemos hacia cambios y soluciones más definitivas que nos garanticen la protección de nuestros derechos y de recibir justicia cuando estos son pasados a llevar. No más silencio, vergüenza, miedo y culpa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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