Las y los habitantes de Petorca sobreviven con el 30% del agua que consume cualquier persona en Chile. Una realidad que ha recaído sobre la mujer, quien “ha vivido la violencia más cruda de lo que ha sido el despojo, porque ellas tienen que hacerse cargo de esos 50 litros de agua y racionarlo de tal forma que alcance”, señaló la activista de la provincia, Lorena Donaire.
Si una llave gotea se pierden 80 litros de agua cada día, si el WC está en mal estado, en dos días, se puede perder el agua que una familia consume al mes, según información del Servicio Nacional del Consumidor. Ambas situaciones podrían ser comunes en cualquier hogar, pero en la provincia de Petorca es inimaginable, porque en el mejor de los casos su cuota de agua al día es de 50 litros.
Sin embargo, una persona gasta 50 litros de agua solo en ducharse y 60 litros en tirar la cadena del WC, 110 litros en actividades esenciales para la vida humana, en solo un día. La realidad de la provincia: tener que sobrevivir con 70% menos agua que cualquier habitante de Chile.
Esta zona, conformada por las comunas de Petorca, Papudo, Zapallar, Cabildo y La Ligua, en la región de Valparaíso, lleva más de 10 años declarada como zona de escasez hídrica debido a una explotación no medida de la tierra por la industria de la palta. Esta realidad afecta a todos sus habitantes, pero especialmente a las mujeres, quienes deben encargarse de idear todas las formas posibles para sacar adelante el hogar, la familia y la vida, con la privación del derecho al agua.
“El derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”, estableció en 2010 la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, vivir en Petorca implica muchas veces no poder ducharse, lavar la ropa o incluso cocinar, necesidades humanas básicas que no están aseguradas, y donde son las mujeres, por su rol de cuidados impuesto, quienes deben velar para que la escasez de agua cubra lo mínimo y así sobrevivir.
“No se consideran un montón de cosas que nosotras como mujeres debemos sortear en el día a día. La higiene, la limpieza de la casa, de la familia, el lavado de ropa, la alimentación misma y que con 50 litros no te alcanza”, criticó la fundadora y vocera de Mujeres Modatima, organización que lucha por el derecho al agua en Petorca, Lorena Donaire.
María es una persona que reside en una localidad rural de Petorca y a su casa llegan los 50 litros de agua diaria por persona, estipulados por el gobierno, a través de camiones aljibe. Pero esto no es suficiente. Al momento de bañarse, primero viene su hija menor, luego su hija adolescente, luego su marido y, al final, viene ella. Todos deben asearse con la misma agua y luego esta, ya reutilizada, se usa para las plantas o hasta para lavar la loza.
“La visión de las mujeres es muy distinta a la de los hombres, nosotras pensamos más en comunitario, porque la sociedad, la cultura, la norma política nos ha delegado el cuidado. La mujer parió y tiene que cuidar a sus hijos, el hombre se puede desligar, y también pasa en los cuidados de la casa, es como si se naciera con la escoba”, planteó la activista por el derecho humano al agua en Petorca, Bárbara Astudillo.
Desde bañarse al útlimo con agua usada, hasta reorganizar la casa para reutilizar la última gota, son acciones que diariamente realizan las habitantes de Petorca. “El rol de la mujer es resistir, pero también es buscar todas las formas posibles de vivir en estas condiciones. Hay mucha resiliencia de las mujeres en zona de sacrificio”, destacó Donaire.
La falta del elemento esencial no solo tiene consecuencias en la forma precaria en que mujeres deben llevar adelante las labores de cuidado y labores domésticas, sino también consecuencias directas a su salud, derechos y dignidad.
Cuando Bárbara iba al colegio, en 2006, ya existía el problema hídrico en la provincia. Constantemente, su colegio cerraba los baños porque se acababa la cuota diaria de agua, dejando a niñas y niños sin poder hacer sus necesidades básicas. Una situación aún más trágica cuando se es mujer.
“Se secaba el pozo, no había como dar agua, se cerraban los baños y cuando andábamos con nuestro periodo era súper difícil, teníamos que andar con toallas para lavarnos. A amigas mías les pasó que cuando se cortaba el agua y andaban con su periodo, era súper trágico. En el quiosco rojo, al lado del colegio, teníamos que comprar botellas de agua y así tenían que lavarse”, recordó Astudillo.
El impedimento al correcto saneamiento implica que niñas vivan regularmente con infecciones urinarias. “Como las niñas no pueden ir a cualquier lado a hacer pipí, mi hija se aguantaba y generó nueve infecciones urinarias en un año. Imagínate, yo tengo la posibilidad de llevar a mi hija al médico, pero otras madres no”, advirtió Lorena.
Así mismo, otra situación relatada por Astudillo, quien es técnico en laboratorio clínico y trabajó en el sistema de salud, refiere a la gran cantidad de órdenes médicas para analizar muestras relacionadas a insuficiencia renal. “Llega el camión, carga el acumulador de agua y las mujeres deben ir sacando con tarros de 20 litros todos los días. Las mujeres que acarrean aguas se provocan una patología, ellas quedan con insuficiencia renal, porque al hacer fuerza para cargar el agua, claramente tienen relajación del esfínter y eso provoca problemas reproductivos y ciertas infecciones dentro del tracto”.
“La crisis sanitaria aquí es profunda. Vivir un día sin el recurso es muy difícil, muy complejo, y ellas lo viven por años”, concluyó Lorena Donaire, quien vive en Petorca desde que tiene memoria.
“La pandemia no ha hecho más que recrudecer la problemática que afecta a todas y todos, pero en particular a las mujeres que hace décadas se han visto obligadas a ingeniárselas para vivir. Si se piensa que se puede vivir con la nada de agua que les asegura el Estado”, criticó la académica experta en políticas medioambientales, Paola Bolados.
El Ministerio de Salud ha recomendado el lavado constante de manos como una de las principales medidas para evitar el contagio por Covid-19. Sin embargo, en Petorca, muchas veces no existe un agua que corra al abrir la llave, o la suficiente agua para lavar la loza o siquiera para asearse diariamente.
“El problema del agua en Chile es de naturaleza política. Hay agua, pero esta mal distribuida y eso pasa porque no tenemos un estado con rol solidario, tenemos un estado subsidiario que funciona como cajero automático de privados. Un estado ausente y un estado que privilegia la economía por sobre los derechos humanos”, puntualizó Bárbara Astudillo.
Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que 100 litros de agua es el mínimo a lo que una persona debe acceder diariamente, tanto para su consumo como para su higiene, en la zona de catástrofe, mujeres, niños, niñas, hombres y adultos mayores viven, en el mejor de los casos, con 50 litros de agua al día en plena pandemia sanitaria.