El buscar culpabilizar a la víctima por algo que ocurrió, lo único que logra es desviar el foco del debate, el cual es la pandemia de violencia de género, las razones por las cuáles las mujeres están siendo asesinadas, y, sobre todo, qué podemos hacer como sociedad, para eliminar de raíz todo aquello que termina con las vidas de cientos de mujeres, año a año en nuestro país.
Cuando ocurre una tragedia, estemos involucrados a nivel personal o no, un comportamiento natural del ser humano es buscar una explicación a lo que ha ocurrido. En la búsqueda de aquella explicación, lamentablemente, una gran parte de la sociedad, carente de empatía y amparado por el anonimato de las redes sociales, cae en dos fenómenos psicológicos.
El primero de ellos se llama “error de atribución fundamental”. Este es un sesgo en donde una persona atribuye a los comportamientos de otras, características personales internas. Dicho de otro modo, nos ponemos a nosotros mismos como protagonistas de aquella situación, asumiendo por nuestra forma de ser y/o pensar, que “obviamente” podría la víctima haber actuado de otro modo.
Al hacer esto se ignora el contexto de la víctima real, su vida, personalidad, historia, además de las fuerzas externas y variables que también podrían haber jugado un papel importante ante alguna tragedia.
El segundo fenómeno se llama “sesgo de retrospectiva”. Esto sucede cuando una persona, al observar algo que ocurrió, considera que cualquiera podría haber vislumbrado un sinnúmero de “señales” que harían “lógico” u “obvio” el resultado, por lo que las víctimas “podrían haber prevenido” lo que les ocurrió.
Culpar a la víctima es un fenómeno que lamentablemente se ha extendido en el tiempo y les permite a las personas, a nivel inconsciente, creer que tales eventos nunca podrían sucederles a ellos mismos.
En el caso de María Isabel Pavez, esto no es la excepción, incluso antes de que se encontrara su cuerpo, ya la gente, desde la comodidad de sus redes sociales, apuntaban a la joven con el dedo, “¿por qué usa Tinder’”, “¿por qué fue hablar con el ex si por algo es ex?”, “no hay que salir con desconocidos”, son algunos de los millones de comentarios que se pueden leer en las distintas noticias que se viralizaron sobre ella desde que se notificó su desaparición.
En este sentido, en conversación con El Mostrador Braga, la Directora Ejecutiva de la Corporación Miles Chile, Anita Peña, reflexiona que en Chile y el mundo se pone en duda siempre la credibilidad de las mujeres en su relato, en sus testimonios, “no solamente en los casos de violencia, también hemos visto situaciones respecto a las mujeres que producto de una violación, tienen un embarazo, también se pone en duda su testimonio”, explica.
Esa duda de la credibilidad de las mujeres es una “expresión de la misoginia y del machismo en nuestra cultura e instituciones. Culpabilizar a las mujeres de la violencia, es reproducir la violencia machista, pues se responsabiliza a las víctimas y, además, se individualiza un problema que es colectivo. La violencia es estructural y es una responsabilidad colectiva que le toca principalmente al Estado. Recordar la frase de Las Tesis, cuando decían y decíamos todas al realizar la performance: la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. Una mujer no es culpable de la violencia que vive. Una mujer que es víctima de femicidio no es culpable de esa violencia. Los culpables son los femicidas”, analiza.
Una opinión parecida comparte la CoDirectora de Abofem, Verónica Del Pozo, “la forma en que la prensa y redes sociales reaccionan frente a un femicidio como el de María Isabel es muy sintomático del nivel de machismo arraigado en nuestra sociedad. Echarle la culpa a la víctima es algo que sólo se hace respecto de los delitos de género. Nunca hemos visto que, frente al robo de un auto, alguien diga «bueno, pero para qué dejó su auto estacionado en la calle» o «qué hacía usando su auto a esa hora». Culpar a la víctima es no comprender que la violencia hacia las mujeres se produce porque no se las considera dignas del mismo respeto y dignidad que tienen sus pares hombres, y que esa es responsabilidad no sólo del autor del delito, sino de la sociedad en su conjunto”, reflexiona.
Para la abogada, muchas veces ese discurso adopta formas sutiles, “estos discursos no se quedan sólo en las redes sociales y en la prensa. Lo peligroso es que permean el poder judicial y a los actores estatales que investigan el delito y que deben dar protección a la víctima. Con estos sesgos, es casi imposible que la justicia opere como debe hacerlo para proteger a las mujeres y sancionar adecuadamente la violencia en su contra”.
Y esto se puede evidenciar recordando algunos de los otros casos de femicidios que se viralizaron, a Fernanda Maciel la asesinó su vecino y mejor amigo, Felipe Rojas. De ella se cuestionó hasta si estaba involucrada en ajustes de cuenta por drogas. Se develaron miles de datos de su vida íntima, hasta cuestionaron su salud mental y si se había “arrancado” con un amante.
A Ámbar la mató la pareja de su madre, quien también fue cómplice, cuando fue a buscar el dinero que le correspondía por su pensión alimenticia, ¿acaso ella no debería haber ido a “buscar sola” lo que le corresponde por ley?
Uno de los avances que ocurrió durante el 2020 respecto a la violencia contra la mujer es la ampliación de la figura del tipo penal del femicidio a situaciones donde no hay convivencia como el pololeo, o cuando el femicidio se motiva en el género o la expresión de género, la orientación sexual de la víctima.
Estas situaciones antes no estaban cubiertas por el tipo penal de femicidio y hoy día sí lo están y se reconoce que son también una forma de violencia de género. Sin embargo, es necesario rescatar, según explica Del Pozo, que el derecho penal actúa solamente para los casos de violencia extrema contra las mujeres. Y, sin embargo, la violencia se produce también en etapas muy tempranas, con manifestaciones que son más sutiles pero que es necesario abordar.
En ese sentido, para ella “aún es necesario avanzar en legislación que nos permita efectivamente prevenir la violencia en sus etapas más tempranas, como por ejemplo, lo que plantea el proyecto de ley de Violencia Integral, que aún está durmiendo en el Senado y que tiene una perspectiva mucho más macro y que nos parece que es mucho más completa para hacer una prevención efectiva y no llegar a atacar la violencia contra la mujer cuando ya se producen estos hechos tan graves que hemos conocido los últimos días”.
Finalmente, el buscar culpabilizar a la víctima por algo que ocurrió, lo único que logra es desviar el foco del debate, el cual es la pandemia de violencia de género, las razones por las cuáles las mujeres están siendo asesinadas, y sobre todo, qué podemos hacer como sociedad, para eliminar de raíz todo aquello que termina con las vidas de cientos de mujeres, año a año en nuestro país, y en todo el mundo.