Laura Rodig, fue una destacada artista visual y escultora Chilena, militante comunista, feminista y lesbiana, impulsora de proyectos educativos en torno a las artes y precariedad social, además fue creadora del ícono del Movimiento Pro Emancipación de las mujeres de Chile, utilizado hasta la actualidad como distintivo de las pañoletas verdes por el aborto libre. El Mostrador Braga visibiliza su historia y aporte a las perspectivas de género, la cultura y las artes. [ACTUALIZADA: ver N de la R al final de la nota]
Laura Rodig Pizarro, fue una de las destacadas mujeres feministas que han marcado la historia de las luchas de género en nuestro país, sin embargo no ha sido mencionada con profundidad en las bitácoras de la historia del arte en Chile y aunque ha sido estudiada y valorada por círculos específicos que vinculan el arte, la educación y la causa social, su historia ha permanecido en constante misterio a más de cincuenta años de su muerte.
Artista visual y comprometida militante del partido comunista, simpatizante de la causa mapuche e indigenista, integrante del socorro rojo internacional y militante del movimiento pro emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH); Rodig, fue la responsable de brindar una identidad al movimiento precursor del feminismo en Chile, diseñando el primer ícono que daría lugar a pancartas, afiches, pulseras y otros adminículos que llevarían como distintivo las militantes del MEMCH. Se trata de una mujer con la bandera “pro emancipación”, diseño que actualmente se encuentra impreso en la pañoleta verde distintiva de la lucha por el aborto en Chile, esta vez re editado con la consigna “aborto libre”.
Rodig, inspiró su trabajo en el cuerpo femenino y su multiplicidad de formas y causas, pero también otras pasiones marcaron su vida, la educación fue otro móvil en su eterna búsqueda de la justicia social. Es en este contexto que se relacionó de forma íntima con Gabriela Mistral, con quien emprendió proyectos educativos en zonas extremas del sur de Chile, México y Europa, además impulsó áreas de educación al interior de los museos y el anfiteatro del Museo Nacional de Bellas Artes, donde trabajó hasta su muerte. Es por esto que en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal donde destacamos a importantes mujeres de la historia y el presente visibilizamos su experiencia, trayectoria e impacto.
Laura Rodig, militante feminista de MEMCH y lesbiana
El Movimiento pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH), tuvo una gran relevancia. Fue fundado en la década de 1930 como una agrupación que buscaba la protección de los derechos políticos y reproductivos de las trabajadoras de la época, sus principales demandas fueron el derecho al aborto, la lactancia de las mujeres obreras y el derecho al voto femenino.
Este movimiento tuvo gran importancia en la faceta activista de la artista, es más la pañoleta verde que ha simbolizado la lucha por el aborto libre desde Argentina para América Latina, actualmente en Chile está representada por la imagen de dos mujeres; la primera es una mujer que levanta una bandera con la consigna “aborto libre” y la segunda –delante de ella- lleva el pañuelo puesto alrededor de su cuello. Ambas simbolizan la lucha por los derechos de las mujeres en distintas épocas; la primera corresponde a una re versión del diseño original de Laura Rodig, artista visual Chilena que creó esta imagen icónica alrededor de 1937, buscando imprimir una identidad al movimiento precursor de las luchas de género en nuestro país.
En este sentido, no es extraño suponer que el movimiento feminista también generó animadversión en fracciones de la sociedad de la época y fue perseguido tanto sectores conservadores, como por parte de los grupos masculinos de izquierda, ambos sectores políticos se empeñaron en invisibilizar y desprestigiar al movimiento y dividir a las entonces denominadas ‘memchistas’. A partir de esta situación, al interior del movimiento nace la necesidad urgente de apoderarse de una identidad de grupo que las ayudara a hacer frente a los asedios de sus detractores.
El contexto las empujó a organizarse, buscando cohesionar sus fuerzas para identificarse como militantes, por lo tanto, según consigna el centro nacional de arte contemporáneo, “una cuestión fundamental fue la creación de un estandarte que produjera ese efecto en las marchas, lo mismo la elaboración de un carnet de adhesión y un brazalete de tela que se ubicaba alrededor del brazo. Todo ello fue pensado por Laura Rodig”, cuya carrera en el arte estuvo inspirada en el cuerpo femenino y todas sus formas y expresiones invisibilizadas por el canon.
“Resulta notable cómo la imagen creada por la artista se convirtió en un icono que no solo logró mantener una imagen uniforme del movimiento sino que contribuyó a generar una identificación con la causa, convirtiéndose en una manera poderosa de estimular un profundo sentido de pertenencia y lucha común. Pues fueron las mismas mujeres quienes se vieron reflejadas en la imagen que buscaba un progreso más equitativo para ellas”, comenta Yocelin Valdebenito en Valdebenito Carrasco, Y. (2018) Laura Rodig Pizarro: un caso de estudio en la historiografía del arte chileno desde un enfoque de género , en Anales de Historia del Arte nº 28 (2018), 225-245.
Y no sólo su postura política y feminista marcaron las convicciones de la artista, Rodig era también lesbiana y quienes la conocieron la describieron como “profundamente disidente”. “Rodig vivía una compleja cotidianeidad que mezclaba el feminismo, el lesbianismo, la creación artística y la estrategia política en las calles”, (Aguilera Zulantay, 2020)
Sostuvo una relación íntima con la poeta y educadora Gabriela Mistral, con quien emprendió importantes proyectos educativos enfocados en la docencia rural, ambas encontraron una fuente de inspiración, admiración y retroalimentación. “En 1922 viaja al México como secretaria de Mistral, quien había sido invitada para incorporarse al proyecto educativo de las Misiones Culturales llevadas a cabo por el Secretario de Educación José Vasconcelos, allí Laura Rodig tuvo la oportunidad de conocer de cerca el movimiento muralista y a algunos de sus principales cultores, como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. El proyecto educativo mexicano influencia no solo su obra posterior, sino también su posición política y su noción sobre la importancia de la educación popular, como se observa en la activa participación de la artista en el Servicio de Misioneros de Cultura Indígena”, según consigna el sitio artistas visuales chilenos del Museo Nacional de Bellas Artes.
El arte y el desarrollo de los pueblos
Otra faceta interesante de la vida de la artista, se vincula con su militancia política y su profundo interés por la búsqueda de la justicia social y filantropía. “Fue una mujer tremendamente compleja, solidaria, generosa, comprometida políticamente. Y esto último es súper anómalo en el escenario actual del arte en Chile., expresa Gloria Cortés curadora del Museo Nacional de Bellas Artes. En ese sentido, dedicó años de su vida a la educación en contextos sociales vulnerables y en zonas extremas del país. “Desde 1917 fue nombrada profesora de dibujo y escultura en distintos liceos y escuelas, actividad que desarrolla intermitentemente durante su vida. Hacia esa misma época y marcada probablemente por la experiencia de haber vivido de cerca la huelga de la Federación Obrera de Magallanes en 1918, comienza su labor política y sindical, que la liga a los movimientos obreros y feministas, siendo, entre otras cuestiones, militante del Partido Comunista”, de acuerdo a lo consignado en el Museo de Magallanes.
Por otra parte, su vinculación con el proyecto educativo Mexicano, al que se aproximó como compañera y asistente de Gabriela Mistral, la influenció para la posteridad marcando de forma definitiva su vocación por la educación popular, participando activamente en el Servicio de Misioneros de Cultura Indígena. A partir de esta experiencia y dos años después, en 1924 Rodig viaja a Madrid, España, “donde expone por primera vez y con gran éxito su serie Tipos Mexicanos, un grupo de acuarelas, pinturas y esculturas en las que se evidencian influencias del arte indígena. A raíz de esta exhibición la Junta del Patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid (hoy Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), adquiere una de sus obras, hecho que la convertiría en la primera latinoamericana en ingresar a dicha colección”, según lo consignado en el sitio artistas visuales Chilenos.
Durante su carrera fue galardonada en diversas oportunidades por sus labores como artista visual y escultora, y a pesar de haberse dedicado a la pintura y al dibujo, logró mayor notoriedad y logros como escultora, destacándose en exhibiciones, obras murales y publicaciones en Chile y el extranjero.
Laura Rodig nació en Los Andes en 1901 y su vida estuvo marcada por la pérdida de su madre a temprana edad, tercer elemento presente en sus obras, dedicando esculturas a la figura materna y dedicando espacio a la defensa de la niñez. Un hito final de su carrera fue la creación del anfiteatro del Museo Nacional de Bellas artes destinado a la educación y estimulación de la lectura en la infancia, fue ahí donde trabajó hasta su muerte el 29 de Octubre de 1972 en Santiago de Chile.
(*) N de la R: En la versión original de esta nota se señalaba que Laura Rodig nació en 1907 y que había recibido el Premio Nacional de Bellas Artes en 1949, lo que no es correcto y fue corregido.