Según el reporte “Desafíos de la pandemia COVID-19 desde un enfoque de género”, elaborado por el SENCE, la participación femenina en el trabajo doméstico fue del 91,3%, seguido por el sector asistencial social y de salud con un 73,5%. Esta situación da cuenta de la vulnerabilidad a las que se han visto enfrentadas las mujeres durante este periodo debido a su rol designado en la sociedad.
De acuerdo con ONU Mujeres, los desastres afectan a las mujeres, niñas, niños y hombres de manera diferente, pues las desigualdades aumentan la vulnerabilidad y limitan el acceso a recursos que permitan reducir los riesgos. Bajo este contexto, las comunidades internacionales han reconocido la necesidad de incorporar la igualdad de género y los derechos de las mujeres en la materia. Del mismo modo, el Marco de Sendai para la Reducción de Riesgo de Desastres del 2015-2030, reconoce el rol crítico de las mujeres para enfrentar el riesgo de desastres, solicitando promover políticas de equidad de género a nivel mundial.
En este contexto, y con el objetivo de aportar nuevas herramientas para visibilizar y avanzar hacia la paridad de género en la gestión del riesgo de desastres en el país, la Universidad de Chile y otras instituciones gubernamentales* han trabajado en la generación de diferentes herramientas para transformar y avanzar hacia la paridad cuando se enfrentan contextos de peligros socio naturales en el país.
En esta ocasión, presentan el cortometraje, “La memoria de mis manos”, el cual viene a aportar al debate mediante la agrupación de voces de la academia, las organizaciones vecinales, y la gobernanza municipal y estatal, entendiendo la importancia de la resiliencia desde lo colectivo y territorial. Para el vicerrector de la VID, Flavio Salazar, “esta iniciativa nos enorgullece como institución, ya que logra conjugar dos aspectos importantes para la universidad, que tienen relación con la nueva forma de generación de conocimiento que estamos implementando a través de la transdisciplina. Es primordial trabajar la equidad de género de manera transversal en la investigación y el quehacer universitario, sobre todo por el contexto de constante transformación mundial”.
La incorporación de la perspectiva de género
Según el reporte “Desafíos de la pandemia COVID-19 desde un enfoque de género”, elaborado por el SENCE, la participación femenina en el trabajo doméstico fue del 91,3%, seguido por el sector asistencial social y de salud con un 73,5%. Esta situación da cuenta de la vulnerabilidad a las que se han visto enfrentadas las mujeres durante este periodo debido a su rol en la sociedad.
La académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Rebeca Silva, fue una de las voces convocadas en el cortometraje. Para la especialista, “el rol de las mujeres ha sido invisibilizado por nuestra sociedad. El efecto de los desastres socio naturales y la crisis derivada de las situaciones de emergencia, tiene un impacto profundo, pero no homogéneo en las distintas personas. Tal como hemos visto en este periodo de crisis sanitaria por el COVID-19, estos procesos críticos generan consecuencias que hacen más visibles la desigualdad existente en nuestra sociedad, incluso acrecentándola. En estos procesos de emergencia, son justamente las mujeres las que levantan múltiples estrategias colaborativas para hacer frente a la crisis. Ese conocimiento debe ser prioritario para pensar en las políticas y programas de planificación sobre riesgos y desastres, haciéndolos llegar en clave ciudadana a las personas que habitan nuestro territorio”, destacó.
Finalmente, la Coordinadora del Programa ONU Mujeres, María Francisca Valenzuela, señaló que “desde las Naciones Unidas se han realizado una serie de recomendaciones sobre esta materia. Existen resoluciones internacionales que manifiestan la necesidad de la perspectiva de género para la recuperación. Las brechas de género y la vulneración son temas que se agudizan en los contextos de crisis y deben ser abordados. La importancia de las mujeres no es solo en su resiliencia como personas, sino también en cómo ellas contribuyen a la resiliencia de las comunidades. Como país, necesitamos trabajar en estos desafíos, por lo que felicito la iniciativa”.
*El proyecto contó con el apoyo del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (CITRID), junto a la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID), el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, la ONEMI, la Oficina de los EE.UU. de Asistencia para Desastres en el Extranjero y Caritas Chile.