Terminando el mes del orgullo LGTBIQ+ me permito algunas reflexiones respecto a la diversidad sexual desde la vereda de mi profesión. La atención de personas en general y la atención médica en particular deben basarse siempre en el respeto irrestricto a la dignidad de la persona, lo que implica respetar también su identidad y autonomía. Dada la
naturaleza íntima de los temas a tratar, esta premisa adquiere especial relevancia en la salud sexual y reproductiva. Si bien la atención de personas pertenecientes a la diversidad no es radicalmente diferente a la de cualquier otra persona, sí es necesario visibilizar las brechas existentes en salud y tener algunas consideraciones para no caer en prácticas discriminatorias que, en última instancia, pueden llevar a un progresivo alejamiento de las personas LGTBIQ+ de sus necesarios controles.
Quienes trabajamos en salud somos reticentes a indagar sobre la orientación y las prácticas sexuales de nuestros y nuestras pacientes. Esto, según muestran diversas encuestas, se debe principalmente a que no consideramos tener las herramientas para preguntar en forma respetuosa y para asesorar en forma adecuada una vez adquirida la información solicitada. Lo anterior deriva que el/la/le consultante considere frecuentemente que la atención médica no tuvo utilidad. En otras oportunidades, la develación de pertenecer a la diversidad sexual lleva a comentarios peyorativos y la persona sufre malos tratos. Esto genera una barrera progresiva, cuya máxima expresión se traduce en que las personas LGTBIQ+ utilizan menos los sistemas de salud. Esto les expone a mayor riesgo de patologías en general y (si consideramos los controles ginecológicos) a mayor riesgo de consecuencias de actividad sexual desprotegida.
[cita tipo=»destaque»] Además de izar banderas, apoyar el matrimonio igualitario y compartir la bandera arcoíris en redes sociales, es fundamental que se realice un trabajo concreto para derribar las barreras que tienen personas LGTBIQ+ para acceder a cuidados de salud en general y salud sexual en particular. [/cita]
La diversidad sexual ha estado presente durante toda la existencia de la humanidad. Normalizada y ensalzada a veces, como en la Grecia antigua, condenada y castigada incluso con la muerte, como en ciertos regímenes totalitarios, la historia da cuenta de presencia constante de personas con identidad de género discordante al sexo biológico y sujetos con atracción erótica hacia el mismo sexo. Enfrentarse a una persona LGTBIQ+ no debiera ser, por tanto, una novedad. Sin embargo, la medicina suele tener una visión binaria y basada en la biología, y una presunción permanente de la heterosexualidad de cada paciente. Pese a los avances a nivel mundial, como el dejar de considerar una patología el ser homosexual o transgénero, no se aprecian grandes cambios en las mallas curriculares de las carreras de salud o capacitaciones masivas para personal de trato directo con personas.
Además de izar banderas, apoyar el matrimonio igualitario y compartir la bandera arcoíris en redes sociales, es fundamental que se realice un trabajo concreto para derribar las barreras que tienen personas LGTBIQ+ para acceder a cuidados de salud en general y salud sexual en particular. Asimismo, se debe trabajar activamente para que los futuros
profesionales de la salud egresen con mayores herramientas para dar respuesta a las necesidades de chilenos, chilenas y chilenes que hoy en día se encuentran desplazados y sin obtener respuestas a sus necesidades en salud.