
Un cierre olímpico
El 4 de abril de 2018 Chile inició todo este camino ante Paraguay, en esa oportunidad empató a uno en el inicio de la Copa América. Mientras cantaban el himno en La Serena, yo creo que ninguna habría podido imaginar lo lejos que llegarían en tan solo tres años.
La Roja Femenina quedó segunda de ese torneo, donde goleó por 4-0 a Argentina, ahí consiguió la clasificación histórica para disputar su primer Mundial y posteriormente, después de vencer a Camerún en el repechaje, también lograría asegurar su cupo en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
[cita tipo=»destaque»] «Me enorgullezco de estas futbolistas, porque sé que nadie les ha regalado nada y que no sabían que en sus pies estaría marcar nuestra historia para siempre. Falta demasiado aún, los clubes tienen que entender que para que podamos realmente competir contra las mejores, hay que aumentar la calidad de nuestro torneo». [/cita]
Nuestra selección compitió contra las mejores y dio que hablar. El nombre de nuestro país quedó bien parado en Francia 2019 y volvió a suceder ahora en la cita de los anillos. En Japón, lamentablemente La Roja Femenina no pudo lograr ninguna victoria y solo anotó un gol, pero en ningún caso esto fue un fracaso.
Hay que tener en cuenta que el campeonato femenino oficialmente comenzó hace 13 años, con Everton como las primeras en levantar la copa. Sin embargo, los contratos comenzaron a hacerse presentes desde hace solo dos con Santiago Morning, que ha revolucionado nuestro fútbol practicado por mujeres. Después se sumarían Colo-Colo, Universidad de Chile, algunas de Palestino y Fernández Vial.
Las primeras en poner un granito de arena en esta historia fue la Selección Chilena que disputó el Sudamericano en Brasil en 1991, con Ada Cruz como gran figura. La actual generación viene desde el Mundial sub 20 que se realizó en nuestro país en 2008 y la Copa del Mundo sub 17 de Trinidad y Tobago en 2010, toda esa cantidad de años estuvieron trabajando arduamente sin saber que algún día sus esfuerzos tendrían frutos.
Cuando yo era niña se me dijo que las mujeres no podían ser futbolistas y vi quedar en el camino a muchísimas que habrían sido buenísimas, pero hace 10 años no había en qué afirmarse para creer. No había razón por la cuál entrenar, más que por el amor mismo de la actividad que había que compatibilizar con estudio y trabajo. Eran condiciones indignas, muchas estuvieron en el período en que las prácticas eran en el estacionamiento de noche y para iluminar la cancha, los papás encendían las luces de sus autos.
Los resultados son importantísimos, pero de cada derrota hay que sacar un aprendizaje. Exigir una medalla es estar muy alejado de la realidad actual del fútbol femenino chileno. Desde la clasificación a los Juegos Olímpicos que se remarcó que era algo histórico y que no habría rival sencillo. Es fácil despotricar por redes sociales el trabajo de tantos años sin tener conocimiento alguno. La Roja Femenina jugó contra la actual futbolista The Best, Lucy Bronce; enfrentó a finalistas de Champions League y también a quienes han ganado la “Orejona” en su versión de representantes femeninas. Se midió contra jugadoras campeonas mundiales y que se colgaron la presea de bronce dos JJ.OO. consecutivos en el caso de Canadá y una de plata por el lado de Japón. No, no voy a permitir que intenten disminuir lo valioso de esta experiencia.
Comparto que el pitazo final fue duro, triste y doloroso porque significaba la eliminación. Lamentablemente el VAR siempre nos dejará con la duda si fue o no gol el cabezazo de Francisca Lara. Pero lo hecho por esta generación, que cerró un capítulo importante, se aplaude de pie, porque nos ilusionó hasta el final. Ojo que con esto no digo que no haya muchísimo que mejorar.
Se necesita compromiso de los dirigentes con las mujeres, por eso una medida digna de aplaudir es que la ANFP en conjunto con el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, oficializaran que igualarán las condiciones laborales de las árbitras asistentes FIFA Cindy Nahuelcoy, Loreto Toloza y Leslie Vásquez. Hay que seguir buscando emparejar la cancha, porque quedó demostrado que nosotras jugamos y que amamos el fútbol igual que los hombres.
Me enorgullezco de estas futbolistas, porque sé que nadie les ha regalado nada y que no sabían que en sus pies estaría marcar nuestra historia para siempre. Falta demasiado aún, los clubes tienen que entender que para que podamos realmente competir contra las mejores, hay que aumentar la calidad de nuestro torneo, hay que buscar la forma que todas las jugadoras puedan dedicarse únicamente a esta actividad con contratos profesionales y conseguir que más chilenas militen en el extranjero.
Ahora con el episodio de los Juegos Olímpicos terminado, hay que dar vuelta la página y ver hacia el futuro. Sinceramente les tengo mucha envidia a las futuras generaciones que crecerán con referentes como la capitana Tiane Endler, que podrán imitar la entrega aguerrida de “La Jefa”, que querrán pegarle al balón como la paloma, que se darán cuenta que tienen una inteligencia similar a Karen, que mirarán videos de las habilidades de Yanara, que tratarán de copiar los goles de Cote Urrutia. Las que vienen habrán crecido con los cabezazos de Sáez, con la polifuncionalidad de Pardo, la rapidez de Dani Zamora, y podría seguir enumerando modelos a seguir de nuestra Roja Femenina.
El legado de este equipo es que está permitido soñar, quedó instalado que se puede y que nosotras jugamos.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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