Las movilizaciones estudiantiles feministas comenzaron a cuestionar las “normalidades” de la vida, de las familias, de los trabajos y, por supuesto, la educación. Por ello, El Mostrador Braga conversó con Silvia Aguilera, Beatriz Navarrete y Diana Bravo, autoras del libro “Que todo el territorio se vuelva feminista”, texto que, cuenta con las voces de sus propias protagonistas, las paralizaciones universitarias, en donde el feminismo fue el punto focal de la deconstrucción de la sociedad.
“Que todo el territorio se vuelva feminista”, libro de editorial LOM, incluye los testimonios de 44 actoras de 15 universidades chilenas entre junio y agosto de 2018, en pleno auge de las tomas feminista. Esta ola que inició en abril de ese mismo año, pero que tomó fuerza en un llamado “mayo feminista”, fue el precedente de la conciencia de las mujeres sobre sus cuerpos y las violencias que se someten en torno a ello.
El acoso sexual, las discriminaciones, el abuso, fueron causas que las mujeres dijeron “basta”, las estudiantes no permitieron estos tratos en las aulas, por lo que se vio demostrado en las tomas feministas de las diversas casas de estudios.
Este fue uno de los objetivos que las autoras de “Que todo el territorio se vuelva feminista”, quisieron demostrar y dejar evidencia de este hecho histórico en el país y en las mujeres.
Las autoras Silvia Aguilera, Beatriz Navarrete y Diana Bravo, fueron las encargadas de hacer este registro testimonial, donde una de las principales frases que marcó el movimiento fue “yo te creo”, aludiendo a la sororidad que se formó tras las series de denuncias.
Para ellas, este acontecimiento es un preludio a todo lo que vino posteriormente con el estallido social y la Convención Constitucional, donde este nominado “tsumani feminista” tuvo un impacto en el territorio nacional. “Esto es una lucha política, las mujeres en los espacios universitarios se estaban reconociendo , entonces había que documentarlo y visualizarlo”, comentó Diana, ingeniera, magister en Gestión y Políticas Públicas.
Para Silvia, profesora de historia y co-fundadora de LOM ediciones, “quisimos saber quiénes eran estas jóvenes, qué era el feminismo para ellas, si tenían experiencia en el movimiento estudiantil y qué querían lograr con este movimiento que crecía como una ola (…) el mayor logro de ese movimiento feminista, fue generar un punto de inflexión muy significativo, porque generó el inicio de un cambio de carácter cultural, que marca un antes y un después. Ellas hicieron visible el acoso y la violencia sexual, como una práctica repudiablemente consentida por un sistema patriarcal”.
Los movimientos feministas que resurgen desde el 2018 no solo fue debido a las demandas de acoso sexual en las aulas, sino que también hubo un reclamo hacia la forma de educación que tiene actualmente Chile. Se buscó dejar clara una postura en contra de la educación sexista, es decir, machismos, cosificaciones, denigraciones, entre otros aspectos que vulneran a las niñas, jóvenes , mujeres y disidencias.
“La educación sexista parte de los primeros años, entonces si no cambiamos el fondo de la mentalidad de las y los profesores que educan, de los padres, no va haber un cambio. Eso es lo que se planta como primera semilla en estos movimientos”, comentó Beatriz, arquitecta, docente universitaria y doctora en filosofía.
La educación no sexista tiene que ver con la existencia de estereotipos, fomentando la desigualdad y las discriminaciones. “Hay que garantizar que las mujeres se liberen a ejercer liderazgos”, para lograr, desde los espacios de poder, modificar las estructuras que avalan la educación no sexista.
Otro hito importante que marcó el movimiento y que las autoras registra en el libro, es el descubrimiento de “soy feminista desde que me di cuenta que era machista”. Una revelación que varias estudiantes universitarias asumieron cuando comenzaron los movimientos feministas, y que, de acuerdo a Silvia, “estas son frases poéticas que hablan de un camino a recorrer, de un proceso de reflexión y examen individual respecto de las propias conductas, es decir, “me di cuenta reproduciendo un modelo que no me gusta, por ello lo critico e interpelo”, eso significa un trabajo de toma de conciencia y voluntad de cambio hacia una cultura abierta, sorora, fraterna. De ahí el “gérmen feminista”, que es potencia, que es proceso de cambio en curso”.
“Una no nace feminista, todas tenemos una herencia cultural patriarcal que tenemos que decontruir”, señaló Diana, quien continuó diciendo que las mujeres deben saber perdonarse por ello y cuestionarlo ”todo”. De este modo, Beatriz comentó que las tomas estudiantiles de 2018 “desbordaron” todos los ámbitos de la vida, desde el cuestionamiento de los propios comportamientos, el de las familias, las parejas, debido a la normalización de las violencias.
“Yo no veo un retroceso en todo lo que sucedió en las tomas (…) con esto se instaló un nuevo paradigma”, indicó Beatriz. El uso del lenguaje, la concientización de las violencias, una educación no sexista, la vida reproductiva, la sexualidad, la protección de las infancias, disidencias y las mujeres, son elementos que el movimiento feminista entregó a la sociedad para quedarse.
El libro “Que todo el territorio se vuelva feminista” de editorial LOM, puedes encontrarlo aquí