Cuando se analizan los indicadores de participación femenina en ciencia y tecnología es posible encontrar que para alcanzar la igualdad de género en materia laboral, además de vocación se requieren programas que impulsen a las mujeres a integrar otras áreas más masculinizadas.
En la última década, ha crecido el porcentaje de mujeres que optan por estudiar carreras relacionadas con el rubro de la ingeniería, pero la brecha de integración de la mujer en este ámbito académico y laboral sigue siendo alta. El 2020, el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género realizó una radiografía sobre qué estudian las mujeres en Chile, la cual se basó en datos recopilados por el Consejo Nacional de Educación, cuyo informe más reciente reveló que el 20% de los estudiantes de carreras tecnológicas son mujeres y el 80% corresponden a hombres.
Francisca Salinas, una joven de clase media criada en la comuna de La Granja, no imaginaba que entre su afición al baile y a los estudios llegaría a estudiar Ingeniería Industrial en Informática, y menos, recién egresada de la Universidad Central de Chile, llegar tan rápido a integrar un equipo de trabajo en una gran empresa de tecnología.
Detrás del logro de Francisca hay un esfuerzo personal y familiar inmenso. Los aromas a comida del negocio familiar de su madre en el barrio Franklin y el trabajo de transportista del padre fueron pilares fundamentales para el avance de la joven que optó ser ingeniera a pedagoga, su otra vocación.
Terminados sus estudios, en su práctica académica llegó la oportunidad que a muchas mujeres se les niega. “A lo largo de mi carrera yo tenía dos prácticas: una operacional y otra profesional. Durante las prácticas operacionales conocí a un gestor de Axity quien me comentó que en la empresa que trabajaba existía un programa de training. Envié mi currículum (…) me ofrecieron quedarme en la empresa, lo que acepté con gran ilusión”.
La nueva cultura empresarial requiere de mujeres y así lo entiende la industria sobre el papel. La aceleración de la convergencia digital, para muchos analistas, es indispensable que las empresas se comprometan a contratar más talento femenino dentro de su organización. Dejar a las mujeres fuera no solo fomenta la brecha, sino que también está afectando a las economías de la región y hace que nos perdamos de desarrollar productos digitales desde otra perspectiva, que realmente sean útiles, funcionales y con impacto positivo para todos.
La cultura empresarial interna se ha convertido en uno de los pilares del avance y productividad de las empresas. Para Salinas, “la relación con los líderes que encabezan proyectos y la retroalimentación interna que se produce con ellos es fundamental para el crecimiento profesional. Un clima cálido de trabajo y muy colaborativo donde el conocimiento y la experiencia son compartidos en todo momento”.