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Una mirada feminista a las fiestas de fin de año: adiós a los regalos sexistas y a las sobrecargas de trabajo doméstico BRAGA

Una mirada feminista a las fiestas de fin de año: adiós a los regalos sexistas y a las sobrecargas de trabajo doméstico

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Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
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La sociedad va evolucionando con el tiempo y, con ello, también tradiciones como la Navidad, las que, si bien han avanzado, también han perpetuado en su dinámica ciertos estereotipos y roles de género. ¿Hay elementos socioeconómicos o generacionales que vayan afectando la manera en la que vivimos festividades como el Año Nuevo y la Navidad? Para reflexionar sobre esto, conversaron con El Mostrador Braga la jefa del Área de Psicología Social Comunitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, María Alejandra Energici, y la psicóloga infanto-juvenil Marcia Stuardo


Las celebraciones en general se insertan en el trabajo doméstico, ya que contienen todo lo que es trabajo: organizar las compras de alimentos y regalos, ver dónde se va a ir a celebrar, qué se va a comer, qué día se va a pasar con qué parte de la familia, etc. Requieren de un trabajo de organización alto y que entra en la categoría de lo “no remunerado”, ya que es a la vez un trabajo de cuidado, tanto por los niños y las niñas de las familias, así como por las adultas y los adultos mayores.

“Ya solamente por esa primera característica pasa a ser, digamos, un tema femenino. Esto no quiere decir que los hombres no cooperen, sin embargo, según nuestro estudio sobre cuidados, los hombres durante la pandemia lo que más hicieron fue sacar la basura y poner la mesa, incluso eso lo hicieron más las mujeres. Entonces uno podría pensar que ellos, en caso de participar, lo hacen poco”, analiza María Alejandra Energici, del Área de Psicología Social Comunitaria de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado.

Cuando los hombres entran en el trabajo no remunerado, normalmente lo hacen por la cocina, pero son las mujeres quienes compran los ingredientes. Un ejemplo clásico que comparte la psicóloga es en torno a los asados, ya que a veces ellos compran la carne, pero en la dinámica familiar están en la parte pública, “el asado se hace ahí con todos, y la parte más invisible y con menos prestigio o valoración social en la cocina, la tienden a hacer las mujeres”, explica.

Además, para la experta, los análisis realizados en la Universidad Alberto Hurtado reflejan que los hombres tienden a participar, en general, de aquellas tareas que se pueden programar y predecir, pero todas aquellas tareas que son impredecibles, los “incendios” que hay que ir apagando, eso lo hacen las mujeres, por ejemplo, correr por el regalo que faltó comprar.

Para la psicóloga infanto-juvenil Marcia Stuardo, el hecho de que este tipo de actividades uno o una lo vea como algo normal, es parte del problema, ya que “lo tenemos tan normalizado que se nos dificulta ver estos comportamientos. En el caso específico, si no está la madre, ¿quién nos dice cuánto tiempo de preparación tiene una comida? O en algunos casos, aunque parezca gracioso, la mañita del horno o el secreto para que la comida quede más rica”.

Regalos y expresiones emocionales

El machismo y los roles de género también perjudican a los hombres, la idea de regalar algo en Navidad está asociada a una cuestión más afectiva, íntima, por lo tanto, más asociada a lo femenino. “Esta es de las cuestiones más complicadas de los machismos, porque hace o muestra, a mi juicio, que los hombres además no han sido muy criados en mostrar afectos”, puntualiza la psicóloga.

Si bien hay una parte trabajosa al ir a comprar los regalos, muchas veces ellas compran incluso los que correspondería que consiguiera él, “o sea, el regalo de él para su mamá, del amigo secreto de él de la oficina. Esto también refleja una sociedad que no les ha enseñado a los hombres a expresar afectos de distintas maneras, no ser capaces de articular de alguna forma sus emociones.

Regalos para “niña y para niño”

Actualmente cuesta todavía encontrar regalos que sean neutros en términos de género. Hay una altísima cantidad de muñecas publicitadas “para niñas”, lo mismo que autitos “para los niños”. Si bien actualmente está más abierta la idea, por ejemplo, de regalar una muñeca a un niño y un auto a una niña, “sigue habiendo una cosa naturalizada como de que los regalos y juguetes son de niña o de niño”, comenta la psicóloga.

Este hecho sigue reproduciendo la idea de situarnos socialmente como géneros binarios, según la experta, lo que tiene un efecto importante respecto de otras formas de vivir la identidad sexual.

El hacerse este cuestionamiento es vital porque las creencias que formamos desde pequeños por aprendizaje vicario son muy importantes, ya que se vuelven creencias sólidas en el futuro y que pueden ser complejas de cambiar, de acuerdo a la psicóloga infanto-juvenil Marcia Stuardo.

Desigualdad más allá de la situación social

Con relación a cómo influye el estatus socioeconómico de la familia, la pandemia demuestra que las diferencias están basadas en las posibilidades de pagar servicios externos para que cooperen con el trabajo de cuidado. Pero en realidad, al momento de eliminar estos servicios, que fue lo que ocurrió con la pandemia, cuando desaparecen los colegios y las asesoras del hogar, etc., la distribución entre tareas de cuidados y no remunerados es más o menos la misma.

“La gran diferencia está en que las mujeres de nivel socioeconómico alto tienen más recursos para enfrentar esta tarea no remunerada. Entonces, si uno lo pensara en términos de, por ejemplo, la compra de regalos, si uno tiene más recursos puede cotizar menos o comprar por internet. En cambio, si uno tiene menos recursos, estás obligada a ir a lugares donde están las cosas más baratas, rebuscar, cotizar, y eso es ineludiblemente también más trabajo”, analiza.

Nuevas familias nuevas generaciones

Los tiempos han cambiado y, en consecuencia, la forma de hacer algunas cosas y actividades también. Hoy en día se puede ver una repartición de las tareas y las labores de forma más equitativa en las familias jóvenes. “Ya podemos ver cómo el chip ha cambiado y esto nos permite ir poco a poco tomando conciencia, eliminando estos micromachismos y construyendo otra realidad. Claro está que aún queda un desafío grande, pero se está avanzando y eso lo hace esperanzador”, comenta Stuardo.

A pesar de ello, el cambio puede ser no tan sencillo y, para quienes deseen cambiar estas dinámicas en sus núcleos familiares, Stuardo recomienda que vayan realizando cambios de apoyo en primera instancia, generando rutinas y actividades que permitan y favorezcan el cambio.

“La paciencia puede ser clave y la forma de expresarlo también. Decir su sentir en palabras desde lo emocional. También de poder ir delegando la responsabilidad”, comparte.

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