La destacada científica será parte del panel “Cambiar el Modelo”, en el Congreso Futuro, con una charla titulada “Misión divulgación”. Al respecto, narra –en conversación con El Mostrador Braga– su pasión por la difusión científica, cómo llegó a escribir su primer libro sobre los fenómenos del universo enfocado en niñas y niños, además de los desafíos en materia de género que ve en el área para disminuir la brecha existente.
Vivimos en una sociedad en donde el modelo establecido ya está al límite, las nuevas generaciones han planteado la necesidad de repensar la forma en la que vivimos para seguir construyendo sociedades más justas e inclusivas. En este punto, la igualdad y la integración deben constituir un pilar fundamental en el desarrollo de la humanidad en todo sentido, uno de los cuales es el área de ciencias, que incluye física, ingeniería, biología, STEM, etc.
Teresa Paneque tenía 16 años cuando entró a estudiar a la universidad. Sí, leíste bien. Ahora, a sus 24 años, es astrónoma, tiene un magíster, es candidata a doctorado, publicó su primer libro y tendrá una interesante charla titulada “Misión divulgación”, en el bloque “Cambiar el modelo”, que se llevará a cabo en el Congreso Futuro.
Tere Paneque, como la conocen sus más de 78 mil seguidores en Instagram, narra –en conversación con El Mostrador Braga– su pasión por la divulgación científica, cómo llegó a escribir su primer libro sobre los fenómenos del universo enfocado en niñas y niños, además de los desafíos en materia de género que ve en el área para disminuir la brecha existente.
Elegir el camino de la astronomía fue algo que nació de sus ansias de conocer, aprender y modelar los comportamientos de la naturaleza. De hecho, fue una sorpresa para su familia que ella se decantara por el lado de la física en vez de la literatura, puesto que amaba ir a la biblioteca y leer largas sagas de fantasía, como El señor de los anillos o Harry Potter.
La curiosidad y su fuerte llamado a cuestionarse todo fue lo que la guio. Sin embargo, este camino no estuvo exento de dificultades, muchas de ellas relacionadas con el hecho de ser mujer. Tere vivió la mayor parte de su infancia en Europa, puesto que tanto su mamá como su papá son científicos, y una vez en Chile, durante su “adolescencia universitaria”, se dio cuenta de que había estado viviendo en una burbuja privilegiada.
Lo económico es lo primero que se viene a la mente cuando uno habla de privilegios, pero este no es el caso, el privilegio estaba en su crianza equitativa y sin roles de género. “Pensaba que yo, por ser mujer, no tenía ninguna puerta cerrada, y las realidades de mis compañeras me hicieron ver que era muy distinto, ellas tenían una mochila muy pesada por elegir estudiar ciencias”, comenta.
Respecto de ello, notó que dentro del área de las ciencias exactas aún hay un sesgo, en donde se sigue creyendo que hay carreras científicas más duras que otras, por lo que “no son para mujeres”, como la física o la ingeniería en matemáticas. “Entrar a la universidad fue romper mi burbuja, eso me chocaba mucho, porque yo veo las ciencias como un lugar muy bonito de cuestionamiento, donde se comparte el conocimiento y todos y todas estamos invitadas a estar”.
Cuando terminó la universidad, Tere comenzó un posgrado y allí conoció a su profesora guía, la científica Laura Pérez (quien también estará en el Congreso Futuro) y se dio cuenta de la falta que había tenido de mujeres profesoras en su formación de pregrado. “Uno necesita tener profesoras, ver mujeres con las que uno se puede proyectar, verlas de cerca, que no sean estas ídolas lejanas como Marie Curie”.
De hecho, antes de conocer a Pérez, Teresa estaba bastante convencida de que la academia o la docencia no eran para ella, pero trabajar en el equipo de Laura y verla liderar le causó una gran impresión. Esto marcó un antes y un después en su visión de la física, especialmente en astronomía, porque se dio cuenta de que no basta solo con la divulgación científica, en el sentido de abrir más espacios para que las mujeres entren a estudiar este tipo de carreras STEM, sino que darles oportunidades reales de dedicarse a la diversidad de ámbitos que componen las ciencias, sobre todo, las ciencias exactas.
Si bien recalca que jamás tuvo una mala experiencia con un profesor, un comentario sexista o una mala cara, a ella y a sus compañeras les afectaba la mezcla de un ambiente masculinizado y exitista, en donde podía ser mal visto mostrar una inseguridad. Eso le provocó atravesar por el síndrome de la impostora, sin embargo, abriendo diálogo se dio cuenta de que sus compañeros varones eran víctimas de este mismo problema, no era que no sufrieran inseguridades o no tuvieran dudas como ellas, sino que se sentían presionados a mantener esta imagen “exitosa”.
Su participación en el Congreso Futuro está enfocada en la importancia de la divulgación y la visibilidad de los rostros de aquellas mujeres que hacen ciencia hoy, lo que –a su juicio– debe partir desde la academia. Para Paneque, la falta de mujeres profesoras es grave, porque es crucial tener mentoras, “no solo debemos estar ahí, nos merecemos estar ahí, somos necesarias”, recalca. “Cuando uno ingresa a las ciencias hay muchos ídolos que se caen, ¿de qué me sirve idolatrar a alguien que ya murió y cuyos avances fueron necesarios, sí, pero en su época? Yo necesito referentes actuales, saber quiénes están haciendo las cosas ahora”, puntualiza.
Hoy en día, en astronomía, Paneque considera que el nivel de pregrado o incluso posgrado está alcanzando la paridad, siente que hay una amplia visión de género a la hora de promover los puestos para estudiantes, se motiva el ingreso a estas carreras, pero ¿luego dónde van a parar esas mujeres?
En este sentido, reflexiona que los hombres profesores ponen todos sus esfuerzos en que ingresen mujeres al área, “pero yo sigo viendo que no tienen el mismo trato con sus colegas mujeres que con sus colegas hombres. Entonces, a nivel de profesor-estudiante, ellos son muy motivadores y maravillosos guías, las apoyan, pero, cuando se tienen que relacionar con una colega mujer, me ha tocado desafortunadamente ver varios casos donde he sentido que el trato no es igual que cuando se relacionan entre hombres profesores”.
Hace un tiempo, con los Premios Nobel, Teresa hizo una crítica fuerte en torno a la falta de mujeres y la gente le preguntaba que, si no era a los nominados, ¿a quién deberíamos premiar? “Yo no sé qué deberíamos premiar y quizás ese justamente es el problema, porque estoy segura de que hay mujeres haciendo grandes cosas. El tema es que uno nomina lo que uno conoce. Si uno se relaciona con puros hombres, entonces premio el excelente trabajo que están haciendo hombres, pero omito, invisibilizo el trabajo de mujeres”, asegura.
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Es por ello que hoy lo que falta para cambiar el modelo –a su juicio– es un apoyo absolutamente dirigido y enfático hacia la labor que están desarrollando mujeres académicas, investigadoras principales, y un apoyo hacia la contratación con mirada de género. Eso no quiere decir que se contrate solamente a mujeres, sino que, como mínimo, hacerlo con un enfoque de género: por ejemplo, que sea mitad y mitad, promover los fondos que apoyen a mujeres a insertarse en el mundo académico o hacer selecciones que sean doble anónimo, donde uno no sepa cuál es el género de la persona a la cual está evaluando y solo vea el currículum.
“Se necesita una paridad real porque, bueno, también pasa que ingresan mujeres al departamento, pero solo dos, y ahora como necesitan que haya mujeres en todos los paneles, les toca a ellas estar en todos. Si tú solamente tienes dos mujeres y las estás poniendo en los cinco paneles que hay, quizás es porque el problema es que tienes solamente dos mujeres, y eso no se va a arreglar poniéndolas en todo”, puntualiza.
Por ello, Paneque siempre dice que por cada vez que “puedan hablar de Einstein, Newton y Stephen Hawking y solamente puedan decir Marie Curie, hay al menos dos mujeres que no tuvieron la opción de dar sus grandes descubrimientos, porque de la misma manera que teníamos un genio o dos genios en la época, también teníamos una genia en la misma época, que probablemente no pudo acceder a esa vocación”, recalca.
Para Teresa, es importante llevar las ciencias a niñas y niños porque motiva la curiosidad y mantiene viva esa “chispa, esas ganas y esa máquina de hacer preguntas que es tan importante para hacer ciencia”, por ello, considera que si niñas pequeñas la ven a ella y a otras como mujeres jóvenes y científicas, pueden motivarse y ver estas profesiones como una meta alcanzable.
Finalmente, el haber podido lanzar su primer libro lo considera su “máximo logro en la vida”. El universo según Carlota es una historia ilustrada para jóvenes, niñas y niños que explica los fenómenos del universo y que ya va por su tercera edición. De hecho, este año en marzo será el lanzamiento de la segunda parte de la historia.
“Yo no quería hacer una enciclopedia, un libro de datos duros, quería escribir un relato que permita que este libro lo agarren personas que no necesariamente quieran aprender ciencia, sino que sea un cuento que puedas leer con tu familia y que allí conozcas a esta niña a la cual le pasan muchas cosas además de solo la ciencia”. En el libro, Carlota tiene discusiones con sus amigas, conoce personas nuevas. De hecho, lo que más le gusta es el arte, no parte como una niña que ama la ciencia, sino que la va descubriendo al hacerse preguntas y curiosear.