Las mujeres necesitan oportunidades, no favores. Esta es una frase que suelo repetir a menudo con mis colegas de la minería, pues sintetiza muy bien el desafío –y la oportunidad– que enfrentamos como industria.
Según datos del Consejo de Competencias Mineras, al año 2030, se necesitarán 25.000 nuevos talentos para integrarse en las faenas.
Este es un valioso capital humano que hoy escasea y que, si formamos oportunamente, puede transformar la vida de cientos de mujeres y jóvenes sin empleo en Chile.
[cita tipo=»destaque»] En minería la presencia de mujeres sigue estancado en torno al 13%, a pesar de los esfuerzos que ha hecho el sector privado. [/cita]
Hay cientos de estudios que demuestran el potencial que tiene la educación para mejorar la calidad de vida de las mujeres. Según datos del Banco Mundial, invertir en ellas supone una amplia gama de beneficios, desde una mejor salud materna hasta una reducción de las tasas de mortalidad infantil.
Más aún, indica que cada año adicional de escolarización más allá de la educación básica ofrece mejores oportunidades y opciones para niñas y mujeres. Se trata, entonces, de un asunto decisivo para nuestro país.
En Chile, hemos avanzado muchísimo. Pero nos quedan varios desafíos, particularmente en superar las brechas en cuanto a los roles de género y los estereotipos que tradicionalmente hemos asignado a determinadas profesiones.
Según datos del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), la participación de mujeres en la educación superior ha crecido dos puntos porcentuales en los últimos cuatro años.
Pero sus matrículas siguen estando mayoritariamente en las áreas de salud y educación, en desmedro de las carreras de tecnología y construcción.
Esto concuerda con los datos presentados por el Ministerio de Educación, en el documento “Educación para la igualdad de género”, que revela que la presencia de mujeres en carreras STEM (Ciencias Básicas, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) sigue siendo muy inferior a la de los hombres.
En consecuencia, vemos que en minería la presencia de mujeres sigue estancado en torno al 13%, a pesar de los esfuerzos que ha hecho el sector privado.
Afortunadamente, la propia evidencia se ha encargado de derribar algunos prejuicios: el estudio de SIES demuestra que las mujeres se demoran menos tiempo en obtener su título, con una tasa de sobreducación de carrera de 27,5% versus un 35,9% de los hombres. Cuando de productividad se trata, también tienden a ser más eficientes que los hombres, según datos Banco Internacional de Desarrollo (BID).
En Academia.Holtec hemos podido constatar lo valioso que es para cualquier empresa crear instancias de formación técnico profesional orientadas particularmente para las mujeres.
El año pasado, junto a la División El Teniente de Codelco, llevamos a cabo un Programa de Aprendices para 65 mujeres sin experiencia previa en minería, que fue reconocido con el Premio REDMAD 2021, en la categoría Pequeña y Mediana Empresa.
Los resultados hablan por sí mismos: 100% de asistencia, con un excelente rendimiento académico de promedio 89,25%.
Hoy, muchas de las ex Aprendices ya están contratadas, asumiendo funciones tan relevantes como la mantención de carros metaleros, apoyo en la reducción secundaria y como operadoras de equipos de alto tonelaje como camiones, jumbos y palas LHD.
Esto nos demuestra que cualidades y beneficios existen de sobra: la formación es una de las mejores estrategias para abrir más y mejores oportunidades para las mujeres, emparejar la cancha, transformar un déficit en una riqueza, y con ello, sacar partido de nuestro propio capital humano.
Quizás el recurso más valioso para la minería del futuro.
Las empresas tienen las soluciones a su alcance. Es momento de tomar acciones concretas y comprometernos con un plan, que nos permita generar valor para la industria 4.0.