
Millaray Curilem, sobre el desarrollo tecnológico en Chile: “Es necesario rescatar la idea del equilibrio que defiende el pueblo mapuche, y no estar enfocados en crecer y crecer”
Las mujeres y pueblos originarios tienen poca representatividad en la ciencia. Al respecto, la doctora en ingeniería en computación Millaray Curilem, conversó con el Mostrador Braga sobre la importante necesidad de incluir estas identidades. “Es urgente para que el desarrollo tecnológico no se transforme en un arma mortífera, y pueda contribuir al bienestar y el equilibrio del planeta”, plantea.
Bisnieta de un cacique mapuche de Panguipulli, e hija de padres exiliados, Millaray Curilem tuvo que vivir toda su adolescencia y niñez en 3 países: Francia, Argelia y Cuba. Durante su estancia se formó en la carrera de ingeniería en computación, y a fines de los 90, se especializó en inteligencia artificial, en lo que se desempeña actualmente en la Universidad de la Frontera (UFRO) en Temuco.
Al igual que muchos/as mapuche, afirma haber sabido desde pequeña su identidad indígena, sin embargo, nunca vivió como tal, y solo tomó conciencia de lo que significa cuando regresó al país y comenzó a desempeñarse como docente.
“Desde pequeña siempre sentí un orgullo de ser mapuche, pero fue por una referencia ancestral, nuestra vida no fue mapuche. Al desempeñarme como docente, el permanente conflicto y las muertes de jóvenes mapuche me hicieron preguntarme qué ocurría. Me habían hablado de la deuda histórica y me costó entenderla, pero lo hice. Además tengo una tía abuela que escribió sus memorias y ahí recordaba a mi bisabuelo como el primer hombre que llegó con su comunidad a Panguipulli y relataba cómo le iban quitando sus tierras”.
Actualmente, la doctora en ingeniería eléctrica, se desempeña trabajando en la automatización de una de las etapas del monitoreo de volcanes, una herramienta que podría ayudar a que las máquinas puedan tomar decisiones autónomas a partir del reconocimiento de señales que emiten los volcanes. En paralelo, se encuentra trabajando como docente de las carreras de telemática y electrónica, carreras que aún tienen una muy baja cantidad de mujeres, e incluso, en algunos ramos solo hay una estudiante.
¿Cree que la educación en ciencias ha avanzado en superar la brecha de género?
Los estudios actuales muestran que al ingresar al colegio hombres y mujeres tienen las mismas competencias en STEM (Ciencia, Tecnología, ingeniería y matemáticas), pero al salir las niñas están en desventaja. Se observa además que en las aulas hay una tendencia a darle más espacio a los niños en estas materias. Esto es un fenómeno que afecta a Chile más que a otros países. Por lo que es absolutamente necesario que se vayan incorporando medidas afirmativas como dar más cupos a estudiantes mujeres en estas áreas. No se trata de que entren personas que no tengan competencia, por el contrario se trata de rescatar talentos que han sido debilitados por el propio proceso educativo.
¿No era así en los países que estudió?
Afuera hay un desequilibrio en la educación de las ciencias, pero mucho menos que aquí. Estudié en cinco países hermosos de forma gratuita, donde no tuve discriminación ni prejuicio por ser mujer, ni siquiera en Argelia, país musulmán.
¿La participación indígena es baja en las ciencias?
Si, claro, pero no es algo de ahora. Cuando el mundo occidental invadió América, relegó al nivel más bajo a las personas de pueblos originarios, y eso se perpetúa en la educación, los medios, etc. Lo necesitaron para justificar el despojo. Eso, sumado a condiciones precarias en los puntos de partida (inequidades en la educación) y a las diferencias epistemológicas de las culturas, ha retrasado la incorporación del pueblo mapuche que también aportan diversidad y enriquecimiento de los procesos formativos.
¿Cómo puede aportar la participación mapuche en el desarrollo de estas áreas?
Yo creo que el mundo mapuche debe asimilar la tecnología, pero no perder la esencia. Tengo la convicción de que el mundo occidental ha permitido tremendos avances, pero con costos gigantescos: diezmaron a la población de Abya Yala (América). Hay que pensar que este éxito se fundamenta en algo mortífero y lo sigue haciendo, y ahí está el conflicto actual con los pueblos originarios.
En este sentido, es necesario rescatar la idea del equilibrio que defiende el pueblo mapuche, y no estar enfocados en crecer y crecer. Todos los pueblos originarios tienen esta mirada de respetar el entorno para el buen vivir de todos. Yo creo que si la cultura occidental es capaz de aprender de esta visión sobrevivimos, y sino vamos a morir todos.
La tecnología puede ser maravillosa, por eso no es ajena al mundo mapuche, pero a partir de ahí, podemos generar otra cosa. Ahí es donde está el desafío, de implantar una mirada equilibrada.
Considerando la falta de participación de mujeres y mapuche ¿Cuál es su apreciación sobre el desarrollo tecnológico en Chile?
Me molesta la palabra desarrollo, porque se utiliza en un modelo económico que arrasa. Hay muchos pensadores que dicen que algo que crece constantemente podría transformarse en un cáncer: mata el lugar o el individuo. Yo pienso así, no se trata de crecer, se trata de avanzar hacia el bienestar. A mi juicio los indicadores macroeconómicos no deben guiar el progreso de Chile.
Por ejemplo, una vez, unos colegas me mostraron documentos que decían que las tierras mapuche eran las menos productivas del país. Y yo les decía sí, pero eso es un indicador. Si miras la biodiversidad de las tierras mapuche es mucho más rica que otros territorios, ahí aparecen plantas que habían desaparecido. La desaparición de plantas nativas es un problema, de hecho, las machis se quejan que el lawen (plantas medicinales) hay que ir a buscarlo muy lejos. Ahí te das cuenta que el mundo occidental ve como poco productivo esto pero en realidad sí es productivo en favor de la vida.
Por otro lado, es sabido que cuando las mujeres llegan a la ciencia, se desarrollan otro tipo de cosas, por ejemplo, acá tenemos una lamgen que se está preocupando por la tecnología dentro de las comunidades mapuche. Mientras que en general los hombres se enfocan en las empresas.
Asimismo, con un colega que también es lamgen, trabajaremos en analizar qué está pasando con el agua y eso puede tener un impacto importante. Sin embargo, hay muchas cosas que hacer, y faltan mujeres.
¿Puede ser riesgoso el desarrollo tecnológico?
No es peligroso, pero el desarrollo tecnológico y científico va generando cada vez más poder y si lo siguen empleando unos pocos, van a seguir fortaleciendo un desequilibrio. Entonces no es, pero puede ser peligroso.
La tecnología puede ser maravillosa, pero si está en manos de unos pocos, ahí está el riesgo. Por ejemplo, hay muchas empresas empleando tecnología en regiones como La Araucanía, sin embargo la productividad la ven unos pocos, y ni siquiera gente de la región, se va para la capital. Así que el punto no es la tecnología, es el para qué. Si es para fortalecer este modelo arrasador, extractivista, entonces está siendo usada negativamente.
¿Cómo se puede cambiar esta forma de emplear las ciencias? ¿desde la academia?
Claro que sí. Somos pocas mujeres en Ingeniería, tanto académicas como estudiantes, menos aún mapuche. Incluir este sector de la población en la academia contribuye a la necesaria diversidad, incorporando perspectivas, visiones, formas de abordar los problemas diferentes. Algo que la Universidad debería promover como su mayor valor: la diversidad. Con una buena política de inclusión en la universidad, nuestras profesiones STEM incorporan nuevos talentos y las áreas se enriquecen.
Por lo tanto, la educación humanizante es la clave para competir con máquinas que toman decisiones y aprenden. Una educación integral, donde el conocimiento técnico tiene la misma importancia que el conocimiento de la sociedad y del medio ambiente. En este sentido, aumentar los niveles de conciencia de las personas y prepararlas para adaptarse a los cambios que vienen me parece que es la mayor prioridad de este país. Los científicos tienen que tener conciencia, conocer el mundo y ser sensibles con eso.