Diversos son los aportes de organizaciones LGBTI que han conseguido ser considerados en la política chilena, pero ¿cuántos de ellos defienden una identidad mapuche o indígena?, las identidades que se interseccionan con la raza y clase, siguen siendo un tema tabú e invisibilizado por la historia oficial LGBTI. En conversación con el Mostrador Braga, cinco mapuche entregan su visión sobre lo que significa salir del binarismo y la heteronormatividad en un país colonial.
Este martes 17 de mayo se conmemoró el día internacional contra la homofobia y transfobia donde de forma histórica 77 instituciones y parlamentarios aprovecharon de manifestar su adherencia a la reivindicación de los derechos de la comunidad LGBTIQ izando la bandera representativa en el edificio del Congreso. No obstante, mientras la visibilización y el respeto va aumentando para estos sectores, en paralelo se encuentra un entramado de diversos/as actores/as mapuche que intentan construir una mirada diferente a la sexualidad, basándose en su identidad indígena por medio de “un relato propio”.
Resulta que el “género” ha sido problematizado hace años (quizás décadas) por colectivos e intelectuales mapuche, sin embargo, sigue siendo una perspectiva marginada que avanza con lentitud debido a la disgregación y la diáspora en la que los mapuche se vieron empujados por la colonización. Es por esto que no es de extrañar que hoy las diversas reivindicaciones de género, como las de un posible feminismo mapuche, y la de derechos LGBTIQ, compartan una misma característica fundamental: la necesidad de relevar la historia precolonial mapuche y la motivación de entretejer nuevas concepciones a través de los propios relatos, ya sea, antiguos y actuales, porque para los/as mapuche entrevistados/as,” la instalación del binarismo y la heterosexualidad es una de las tantas formas de opresión ejercidas a través del modelo predominante, primero español y luego chileno”.
Así lo explica el integrante del colectivo mapuche Rangintulewfu, Ange Cayuman, que en conjunto de ocho artistas e intelectuales mapuche, entre ellos/as, el artista visual no binario Seba Calfuqueo, la artista Paula Baeza Pailamilla y la escritora Daniela Catrileo, comenzaron un ciclo de reuniones para reflexionar y discutir sobre lo que se entiende como “género”:
“Es un colectivo de la diáspora mapuche, con una pata fuerte en las artes y literatura, donde pensamos principalmente en una genealogía propiamente indígena y a partir de ahí buscamos diálogos con feminismo decoloniales, diversidades sexogenéricas ancestrales y antirracistas”, explica Cayuman. Además, agrega que como colectivo “reivindicamos un pasado complejo y sabemos que la colonización nos despojó las formas de la sexualidad humana, nos enmarcaron en lo sexual, al igual que en la religión, la educación, etc. Entonces, lo que buscamos es reconstruir nuestro propio relato”, indica.
El artista Seba Calfuqueo, por su parte, afirma que “nos interesa reivindicar la idea de pueblo, es decir, no solo una identidad individualista de cómo me llamo, sino que también pensar cómo eso nos permite establecernos como un pueblo diverso y pensando que existe una idea del itxo fill mogen, es decir, todas las formas de existencia y todas las formas de vida posible”, señala.
Según Cayuman, el colectivo Rangintulewfu no se caracteriza por establecer una mirada específica de género:
“Nosotros abrimos posibilidades de reflexión, no definir algo y acotarlas, no hay algo que contradiga lo que se conoce, sino que se busca abrir más posibilidades, para construir comunidades a partir de lo que somos”, señala.
En este sentido, una de los procesos esenciales al momento de entretejer estas perspectivas, ha sido la revisión de la semiótica de la lengua mapuche, el mapudungun. A partir de este recurso, según afirman, Cayuman y Calfuqueo, han podido identificar que las categorías sexogenéricas no se manifiestan de la misma forma que lo hace la mirada occidental.
Estos análisis han sido respaldados por la lingüista mapuche María Catrileo, quien anteriormente ha hecho hincapié en que los mapuche muchas veces no hacen referencia a un género o sexo al comunicarse, y de hecho, el sexo biológico es más bien una categoría nocional en el mapudungun:
“La representación de cargos de liderazgo en una antigua comunidad rural no se realiza pensando en lo masculino y femenino, considerando al sexo como un sentimiento de valor. Es más la unión pronominal de tipo Lautaro o Guacolda que funciona en la tradición y pensamiento cultural, y no como un concepto verbal que distingue entre masculino y femenino. De este modo el cargo de Longko (jefe) puede referirse a un hombre o a una mujer sin hacer esta referencia específica a través de la lengua” explica la lingüista en su libro “La lengua mapuche en el Siglo XXI”.
Por otra parte, con respecto al uso de pronombres, un tema controversial actual, este no lo ha sido para la cultura mapuche, puesto que el mapuzungun se refiere a “él” o “ella” sin distinción, con un mismo pronombre: “fey”.
Actualmente, si bien se comparte una historia en común, las miradas del género de parte de los mapuche se manifiestan de diversas maneras, estableciendo así una heterogeneidad al mismo tiempo. Por un lado el artista visual Seba Calfuqueo afirma identificarse “bajo las ideas del no binarismo, porque creo que es una estructura colonial que transversaliza no solo aspectos genéricos”. Esto se condice con lo que afirma el violinista mapuche Eli Wewentru, “para mi es algo político, una resistencia social, de género y un acto anticolonial y por otra, algo difícil de transitar”.
La artista Kutral Vargas Huaiquimilla, por su parte, dice identificarse como una “mujer mapuche huilliche trans no binaria, que se dedica al arte y que le interesa la expansión del cuerpo como proceso de potenciar la historia y el presente de un pueblo vivo, así también el cruce que la cultura mapuche ha tenido con el tiempo y la contemporaneidad, ya que no puedo considerarme ajena a haber nacido en pleno espacio del capitalismo y crecer en un estado que redujo territorios bajo la fuerza militar y su imposición colonial”, señala.
Todos/as estos/as artistas han trabajado su quehacer artístico desde la identidad mapuche. En el caso de Eli Wewentru, ideando formas de hacer música diferentes a las que enseña la academia, y en el caso de Calfuqueo y Vargas, en plasmar visualmente lo que significa ser mapuche y gay y/o trans.
Actualmente Vargas Huaiquimilla, prontamente dará a conocer dos proyectos importantes que visibilizan las problemáticas de ser un cuerpo trans y mapuche. Entre ellos, destaca Performance de la sangre, «es la historia de una mujer en su transición, encontrándose con sus primeros atisbos de politización hacia el espacio de lo mapuche, quién descubre a un policía encubierto en diversas actividades en los espacios de Wallmapu. Todo esto basado en la información que liberó Ciper chile sobre inteligencia de carabineros que se infiltraban en comunidades mapuche», detalla la artista.
Por su parte, Calfuqueo ha tenido un potente recibimiento nacional e internacional con su obra audiovisual “You never will be a weye”, donde realiza un entrecruzamiento de su propia historia de discriminación racial y homofóbica, con el histórico rol que ejercieron pu machi hombres que transitaban entre lo femenino a lo masculino en la época precolonial, cuando estas identidades eran respetadas y valoradas fuertemente por la sociedad mapuche, las cuales dejaron de serlo al ser repudiadas públicamente por colonizadores españoles. Cabe destacar, que lo femenino y masculino ejercido por los machi weye, no es entendido bajo la lógica occidental.
La activista trans mapuche Claudia Ancapán, ha sido una de las personas trans mapuche más influyentes al visibilizar la violencia por razones de clase y raza e identidad de género, ya que fue una de las primeras personas que manifestó públicamente la discriminación de la que fue víctima en su universidad y en la calle, cuando en 2005 fue atacada por un grupo neonazi en Valdivia.
Según Ancapán, la discriminación no terminará si no se visibiliza la interseccionalidad que las disidencias sexuales y las mujeres presentan. “existe una sumatoria de discriminaciones y las personas indígenas de la diversidad sexo-genérica, agregan más factores de vulnerabilidades. Por ejemplo, no es lo mismo ser una mujer blanca, lesbiana y tener una buena situación económica, en contra posición de ser una mujer lesbiana, que viva la pobreza y sea Aymara por ejemplo. Por ello, es sumamente importante tener consideraciones a la diversidad existente en nuestra comunidad LGBTIQA+”.
Asimismo, como mujer trans, afirma que la descolonización del feminismo es sustancial para erradicar estas opresiones.
“Sería más integral un feminismo que descolonice, critique las estructuras opresoras, las discriminaciones, la desigualdad y el reconocimiento a la diversidad dentro de la diversidad. Creo mejor en deconstruir para construir desde el feminismo decolonial porque nos sitúa desde nuestras historias, nuestros orígenes”.
En cuanto a entidades de protección a la diversidades sexogenéricas con un enfoque interseccional, Ancapán sostiene que “no existe hoy en Chile un movimiento oficial que nos invite a descolonizar el binarismo de género y la heteropatriarcalidad y creo que es porque no se ha tomado consciencia de que el colonialismo sedimentó las bases de sociedades con amplias desigualdades, tales como, racismo, clasismo, violencia y patologización de las identidades sexo-genéricas. En este sentido, falta aprender de las diversidades sexuales indígenas”.
A pesar de que la interpretación de los principios culturales mapuche está en constante debate y en proceso de reconstrucción, Ange Cayuman, sostiene que la mirada a las diversidades sexogenéricas mapuche se diferencia por el trabajo colectivo.
“Yo siento que cuando uno tiene que hablar contra las violencias es importante hablar como colectivo, y eso como mapuche yo no lo encuentro en el movimiento trans o de lesbianas, por ejemplo, cuando pueden ser incluso colonas, ¿cómo sentirse representado?