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Candidata al Premio Nacional de Historia, María Angélica Illanes: “En Chile muestran una historia dulce como miel donde no caben mujeres, mapuche ni obreros” BRAGA

Candidata al Premio Nacional de Historia, María Angélica Illanes: “En Chile muestran una historia dulce como miel donde no caben mujeres, mapuche ni obreros”

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“Las luchas son las que mueven la historia” dice la historiadora chilena María Angélica Illanes, por eso se ha dedicado a indagar durante toda su carrera sobre diversos movimientos sociales del país, entre ellos, el feminista. Sobre esto, menciona que descubrió que “la historia del género está generalizada, pero las mujeres siempre tuvieron un rol político, a pesar de no ser exclusivamente emancipatorio”. En este sentido, en conversación con el Mostrador Braga, la doctora en historia revela cuáles son los aportes del feminismo obrero, y cómo la historia oficial se ha encargado de esconder diversos acontecimientos que son necesarios transmitir a las niñas, pues para Illanes, las mujeres “somos lo que hemos sido”.


Elena Caffarena, Amanda Labarca, Julieta Kirkwood, son algunas de las diversas figuras que han marcado el feminismo nacional, sin embargo, ¿cuánto de ellas hemos oído en la escuela? Lo cierto es que la visibilización de las reivindicaciones y movilizaciones feministas no ha sido parte de la “historia oficial”. El problema se hace aún más complejo tomando en cuenta que las niñas y jóvenes, no solo no conocen a estas referentes, sino que también, no tienen un acercamiento a otros discursos feministas, como por ejemplo, el activismo de miles de obreras y de quienes no tuvieron una igualdad educacional, o los mismos privilegios que las “feministas ilustradas”. 

En conversación con El Mostrador Braga, la Dra. en Historia, María Angélica Illanes, quien cuenta con más de cuatro décadas de trayectoria investigativa enfocándose en la “historia social”, señala cuáles son los diversos aportes de aquellas que tras bambalinas, tuvieron alta influencia en hitos feministas del país, como por ejemplo, en la obtención del voto femenino. 

Entre las obras de la historiadora, destaca la publicación de su libro “Nuestra historia violeta. Feminismo social y vidas de mujeres en el siglo XX: una revolución permanente”, donde deja entrever cómo las mujeres obreras forjaron un marco contextual, social y político que incluía un compromiso colectivo: levantar a la clase trabajadora ante la explotación capitalista. En modo de ilustrar la interseccionalidad que envolvía a aquellas mujeres, alude a la imagen de Violeta Parra, quien al ser una mujer pobre y rural, “entregó toda su dedicación al país, sin embargo, nunca obtuvo el reconocimiento que se merecía”.

Illaness, quien actualmente es candidata al Premio Nacional de Historia, explica brevemente cuál es la importancia de que las (os)  niñas (os) se enteren sobre las “luchas sociales”, ya sea feministas, mapuche o estudiantiles, pues, según ella “es importante conocerlas para la transformación de la sociedad”. 

Usted empezó su carrera como historiadora enfocándose principalmente en la “lucha campesina”. ¿Cuál fue la razón por la que da un giro en sus áreas de interés decidiendo estudiar el rol que jugaron las mujeres en el siglo XX? 

Fueron varios factores que me hicieron interesarme del tema. Primero, que cuando comenzamos a estudiar, no había una historiografía de las mujeres o sobre género, más bien nos formamos en una epistemología crítica, marxista y social. Yo siempre hacia historia popular en relación con las clases dominantes o con el Estado, y ya en esas indagaciones, nos costaba encontrar la huella del pueblo en estos documentos. 

En este proceso, poco a poco nos abrimos a la problemática feminista. Empezamos haciendo cursos para empaparnos de este tema. Más adelante, cuando estudié la salud pública con un enfoque social, me di cuenta de que las que realmente habían levantado el Estado asistencial y de salud pública habían sido las mujeres. Los médicos hombres tomaron el poder en el año 1925 y formaron un “súper Ministerio” de cuatro carteras: trabajo, salud, previsión social e higiene. A partir de ello, reconstruyeron un Estado liberal, pero se dieron cuenta que no podían convencer al pueblo de este Estado asistencial sin las mujeres que hicieran el terreno. En consecuencia, Alejandro del Río creó la escuela de visitadoras sociales, mujeres que tocaron la puerta de los trabajadores y conventillos. Ahí concluí que la historia del género está siempre generalizada, pero las mujeres siempre tuvieron un rol político, a pesar de no ser siempre emancipatorio.

En este contexto también nace mi tesis de doctorado, donde abordo enfáticamente a las visitadoras sociales. Ahí me di cuenta que hubo un discurso feminista que evidenciaba  el rol que ellas juegan y en la liberación del patriarcado. 

En suma a estos hallazgos ¿Qué es lo que busca visibilizar su libro “Nuestra historia violeta: Feminismo social y vidas de mujeres en el siglo XX: una revolución permanente”?

En principio, es importante mencionar que este libro se enmarca con Violeta Parra como inspiración. En este sentido, al igual como sucedió con ella, busca mostrar que las mujeres que tienen tantas capacidades y dones sufren porque el sistema las rechaza. El texto, empieza con el epígrafe de Nicanor Parra refiriéndose a ella, y todos los capítulos comienzan con uno de sus poemas. La intención es que ella nos acompañe en la lectura de este texto, ya que tiene todos estos rostros: alguien que quiere ser reconocida, que entrega a su sociedad toda su creatividad, pero siempre tiene las dificultades para lograrlo. Es un feminismo duro.

¿Qué tipos de feminismos pudo identificar en el camino?

Había un feminismo popular obrero, y en este sentido, el texto busca relevar lo que hicieron las mujeres obreras, porque antes siempre hubo o se reconocía un feminismo ilustrado que comienza, por ejemplo, con Belén de Zárraga, el Club de Señoras y el Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH).

En esta línea, a partir de la prensa,  identifiqué un feminismo bastante revelador y radical, como por ejemplo, con el diario “La Palanca”, título que simbolizaba la acción de levantar la opresión que vivían las mujeres. Ellas vivían una tanto por la explotación del capital, así  como también religiosa; los curas las tenían dominadas, otorgándoles un mandato muy subordinado y oprimido. Sobre esto escribí en mi artículo “faldas y sotanas”, visibilizando que la iglesia las trataba de pecadoras por organizarse.

Otro de los hallazgos, es que casualmente los obreros las apoyan y les enseñan cómo organizarse, de hecho, algunos hombres escribieron en su prensa a favor de su feminismo. Hay una sensibilización ahí. Debido a esta característica, a este feminismo le puse social, porque se está buscando emancipar a las mujeres trabajadoras que a su vez están comprometidas con el pueblo, incluyendo hombres. Esto era lo que las diferenciaba enormemente con el feminismo de clase media. Yo encontré que el feminismo social era mucho más fuerte que cualquier otro feminismo.

¿Cuáles fueron los avances que lograron aquellas mujeres obreras?

Las asociaciones fueron influyendo e impactando en todo el país, y poco a poco se sindicalizaron, hay un liderazgo que surgen en Valparaíso, luego en Santiago y en todas las ciudades donde hay trabajo obrero. Asimismo, destaca que después, estas mujeres se incorporan al MEMCH y de hecho, yo creo que esta asociación logra tener un carácter nacional debido al movimiento obrero, ese contexto fue imprescindible.

El MEMCH fue un hito no sólo reconocido a partir por el logro del voto femenino, sino que también fue relevante al ser una forma de feminismo  que apunta al patriarcado como categoría universal y sistémica y, por otro lado, relevó mucho a las mujeres trabajadoras.

Es interesante escuchar esto, porque siempre cuando se habla del MEMCH las mujeres que se vienen a la mente son personajes como Elena Caffarena y otras mujeres que fueron abogadas o con estudios superiores.

Sí, hubo muchas mujeres obreras que protagonizaron este hito. Si uno entra a la sección de prensa del MEMCH, hay obreras y campesinas que hicieron todo un trabajo donde sacan a luz su situación, es evidente que estaban comprometidas con esta organización que también trabajó mucho por ellas. 

Acá en Valdivia se recuperaron cartas de mujeres de corral con el MEMCH. Ahí surgió la campaña  por el Frente Popular. Todas esas asociaciones levantaron la carrera de Pedro Aguirre Cerda a lo largo de todo el país. Entonces se podría decir que el  movimiento feminista obrero se levantó con el MEMCH, pero siempre estuvo, y finalmente al lograr el voto femenino, esto significó un momento de articulación del feminismo social e ilustrado.

Más tarde, en la unidad popular y en la dictadura militar, ¿Cómo se expresó el feminismo?

En la unidad popular también había una importancia sobre la liberación de las mujeres, había una conciencia de favorecer el trabajo de las mujeres. En esa línea, con Allende se generó la Secretaria Nacional de la Mujer y se levantó el edificio de Unctad (ahora llamado Gabriela Mistral) dedicados a talleres de oficio para mujeres y en las fábricas intervenidas por el Estado, en la noche les vendían la comida a precio costo para que no llegaran a cocinar. A través del trabajo ellas se iban a emancipar, siempre necesitamos nuestra independencia económica, ese era el problema y por eso la prioridad era capacitarlas para independizarse. 

Además, lo más importante es que muchas mujeres militaron en partidos políticos, no solo las de la Unidad Popular, sino que también las de derecha. Fue un momento donde se rompió la guarida doméstica y se abrió la sociedad al compromiso colectivo. 

Considerando todo lo que comenta, nos podemos dar cuenta que en las escuelas no se nos educa sobre historia femenina, ¿Por qué cree que es así?. Por otra parte, a los historiadores durante su etapa formativa ¿se les promueve indagar sobre las historias desde una perspectiva de los (as) oprimidos (as)?

Las mujeres que entraron a estudiar historia desde los 90’ son muchas, casi la mitad yo diría, pero cuando yo entré éramos como 3 o 4 que se dedicaron a la investigación. Ahora, ya tomaron el pandero y han hecho grandes aportes. Sin embargo, otra cosa es llegar a los curriculums escolares, para mí, la historia oficial es la historia escolar, porque el Estado tiene como objetivo controlar el relato histórico en los colegios de forma que legitime lo que a ellos les interesa. Tratan de que los niños y niñas no se enteren de las luchas sociales, mostrando una historia heroica sin conflictos, donde todo es dulce como miel de hojuela. Entonces, en este proceso no solo no cabe la lucha de las mujeres, sino que tampoco la de los mapuche ni obreros.

Teniendo en cuenta que, a su parecer esta enseñanza de la historia en las aulas es más bien subjetiva y por ende, no integral, ¿cree que puede ser un obstáculo si el voto fuera un derecho desde los 16 años?

Es grave lo que pasa en el curriculum escolar. Aparte como lo hacen tan latoso, los niños se aburren en las clases de historia, hasta yo me aburría, me quedaba dormida. Y esto también se puede deber a que este relato escolar sobre la historia es algo que no nos pertenece. 

Entonces eso es lo que se trabaja, cuando fue la Concertación y se volvió a la República, los historiadores sociales intentaron meterse al Ministerio de Educación y se generaron unas peleas tremendas con historiadores de otros partidos de centro que impidieron que se hiciera un cambio, y a lo más dejaron que se incorporaran algunas figuras de mujeres  y algunas cosas parciales , pero que no añade a la lucha como la construcción histórica de un pueblo. 

Hace unos años quisieron poner el ramo como optativo incluso, al respecto, yo creo que fue una respuesta al conjunto de luchas que hemos protagonizado, los historiadores sociales así como los mismos estudiantes. Entonces, cuando ya no logran controlarlo, lo eliminan, o lo transforman en algo optativo.

Actualmente, no he visto que en este nuevo Gobierno haya una intención de recuperar eso que se ha mutilado. Le dan énfasis a las ciencias, matemáticas y  todo eso que, a mi parecer, es una forma de esconder la historia. Esto es grave, porque finalmente, como dijo un filósofo, “somos lo que hemos sido”, y no están informando sobre estas historias.

Por lo visto, los/as  historiadores/as sociales han estado conscientes hace un tiempo de relevar las luchas de los y las oprimidas, pero debe haber alguna tarea pendiente ¿o no?

Como historiadores/as sociales, mi creencia es que hay que seguir relevando la historia de las mujeres, y de los sectores oprimidos a partir de otros medios, como por ejemplo la prensa, ahí los mismos estudiantes empiezan a leer. 

Así mismo, creo que debemos hacer un trabajo popular, como lo que se hacía durante la Unidad Popular, por medio de cartillas populares, cosas no académicas ni institucionales. Hemos siempre querido sacar algo así, pero nos falta el tiempo. No obstante, está claro que es  importante hacerlo y difundir la historicidad y la historia del pueblo por otras vías, porque en las escuelas siempre va a haber un control político estatal que contribuye a una historia del orden y no de las luchas, porque eso es lo que le importa.

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