Un estudio de la Universidad de Chile reveló que el 70% de los concursos públicos directivos son adjudicados a hombres. La misma investigación realizada por el Centro de Sistemas Públicos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la casa estudio arrojó también que las mujeres postulan menos a cargos directivos, a pesar de contar con antecedentes importantes relacionados con su vasta experiencia.
Si hablamos de oportunidades de empleo, desde la mirada regional y como consecuencia de la pandemia, la Cepal señaló que la participación laboral de las mujeres jóvenes mantiene una tendencia a la baja desde el segundo trimestre de 2020, alcanzando la brecha más importante de los últimos cinco años. Es decir, el confinamiento impactó en sus expectativas sobre la búsqueda de trabajo.
Y así podría seguir enumerando antecedentes, pero todo se reduce a intentar responder varios por qué: ¿Por qué hay diferencias de género al aspirar a un liderazgo? ¿Por qué en Chile las cifras de postulaciones de mujeres a los cargos de Alta Dirección Pública son tan bajas? ¿Por qué aún hablamos de sectores masculinizados, como la minería, donde es necesario proponer objetivos tan ambiciosos como aumentar la participación femenina en 30% hasta el 2050 y alcanzar un 25% en altos cargos para el 2030? Y lo que es peor: ¿Por qué la pandemia, además de las consecuencias sanitarias, empeoró el escenario laboral para las mujeres de todas las edades?
[cita tipo=»destaque»] Terminar con los prejuicios y estereotipos es una tarea que comienza por casa. Acabar con los sesgos de género, también. Detalles tan simples como que las empresas revisen los requisitos de los perfiles para evitar barreras de género en sí mismos, ya es un gran paso.[/cita]
Trabajar por la equidad e igualdad de género es un trabajo que hay que hacer hoy, sobre todo si la paridad de género podría alcanzarse recién en 132 años. Revertir la situación es trabajo de las organizaciones. La ReIN (Red de Empresas Inclusivas) de Sofofa trabaja con más de 75 empresas no tan solo para incluir a las personas con discapacidad – otro flanco donde también existe brecha entre mujeres y hombres con discapcidad-, sino que también en fomentar el liderazgo femenino. Porque inclusión, igualdad, paridad y equidad son términos que se ven muy lindos en el papel, pero el verdadero desafío es implementarlos. Y hoy, son las mujeres, su empoderamiento y su rol un foco importante de desarrollo. Así lo vivimos las empresas socias que somos parte de esta Red.
Terminar con los prejuicios y estereotipos es una tarea que comienza por casa. Acabar con los sesgos de género, también. Detalles tan simples como que las empresas revisen los requisitos de los perfiles para evitar barreras de género en sí mismos, ya es un gran paso. Y es que la práctica es la verdadera prueba: fomentar el liderazgo femenino en altos cargos y tener un directorio compuesto solo de hombres, no vale.
La invitación es a que, como empresas, le encontremos respuesta a los por qué mencionados. Pero no nos quedemos ahí: trabajémoslo en conjunto, intercambiemos buenas prácticas, conozcamos testimonios, compartamos conocimientos y dejemos de lado la competitividad por un momento. Este es un trabajo en equipo, por el bien de las mujeres de nuestro país.