En el día internacional de la erradicación de la violencia hacia la mujer, la académica de la Facultad de Derecho de la UAH y Consejera del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) Lieta Vivaldi destaca los avances en materia de perspectiva de género incorporados en el sistema judicial chileno. Sin embargo, el mensaje es seguir sensibilizando las distintas formas de violencia: “Sabemos que la punta del iceberg es el femicidio”.
El día 25 de noviembre es un día importante en el calendario latinoamericano y mundial. Se conmemora Día Internacional por la Erradicación de la Violencia hacia la Mujer, que recuerda el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas contra la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana. Años después, la fecha fue impulsada como un día clave contra la violencia hacia las mujeres en todas sus expresiones, por parte de las asistentes al Primer Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe. Hoy, a más de 60 años de estos crímenes, sigue siendo vital recordarlas, relevarlas e impulsar una cultura libre de violencia de género en todos los rincones del mundo.
Para identificar cuánto se ha avanzado a nivel país y cuánto falta para lograr un ambiente libre de violencia y discriminación conversamos con la directora del Programa de Género, Derecho y Justicia Social de la UAH y consejera del INDH, Lieta Vivaldi.
Para la abogada y académica de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado lo primero que hay que decir es que hoy “es un día triste porque nos recuerda que a las mujeres nos matan solo por ser mujeres”.
—Según la ONU, cada 11 minutos una mujer o una niña muere asesinada por un familiar. En Chile se registran 34 femicidios consumados y 141 femicidios frustrados en lo que va del año. ¿Cómo ve usted el comportamiento de la justicia nacional frente al femicidio?
—Sabemos que la punta del iceberg es el femicidio. Hay muchas formas de violencia que se viven en lo cotidiano y que tenemos que combatir. En ese sentido es muy importante que se haya incorporado el delito de femicidio en nuestra legislación, no solamente en acciones afectivas como se hacía hace algún tiempo, sino que se haya incorporado en relaciones de las cuales una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer, independiente de la relación que tenga con el hombre que la asesina. Esto tiene que estar acompañado por la prevención, porque de lo contrario tenemos una cultura en la cual hay personas que se sienten con más derechos que otras para humillar o causar daño a otra por el hecho de ser mujer. Creo que es importante que exista el delito de femicidio, pero más importante aún es el cambio cultural que necesitamos incorporar en cuanto a la prevención de la violencia.
—En ese sentido, ¿qué avances destaca?
—La justicia chilena ha tenido avances en incorporar la perspectiva de género tal como lo señalan los acuerdos internacionales suscritos, pero falta mucho por hacer. La perspectiva de género no significa favorecer a las mujeres por sobre los hombres, sino que toma en consideración las características específicas que nos llevan, en un contexto determinado, a sufrir discriminaciones o situaciones especiales que deben merecer consideración especial a la hora de juzgar. La justicia tiene una enorme tarea en sus manos. Hemos visto desde la Corte Suprema, por ejemplo, que han surgido cuadernos para buenas prácticas en cuanto a la justicia con perspectiva de género, pero todavía persisten estereotipos relacionados a cómo debería actuar una buena madre, una buena mujer, una buena víctima frente a un tribunal o de qué largo debería usar la falda una buena mujer que pide la pensión de alimentos para sus hijos. Y son todas consideraciones que tienen fuertes rasgos sexistas que la justicia debería reflexionar y cambiar a la hora de juzgar.
—Se ha visto en universidades que se arman funas en contra de alumnos acusados por acoso. ¿Qué valor tienen estas acciones?
—En este momento existe una ley contra el acoso en las universidades, producto de una lucha importante que se levantó en mayo del 2018 y que exigía una mayor incorporación de perspectivas de género en estos recintos educacionales, para que no quede impune la violencia y el abuso sexual hacia mujeres y disidencias; y también para que se incorporen en las mallas académicas visiones de mujeres y que no sean simplemente las típicas lecturas de hombres europeos. Esta ley contra el acoso en las universidades se ha visto reflejada en una política dentro de nuestra Universidad, una política participativa en la cual el Programa de Género, Derecho y Justicia Social ha tenido un rol muy importante en apoyar este proceso. Como Facultad de Derecho UAH, sin duda, es un tema que hay que trabajar muchísimo y también necesitamos una comunidad muy activa e involucrada para que estos procesos no revictimicen, sean ágiles y justos. La funa nace en un contexto de no justicia en torno a los crímenes en dictadura, y esta misma idea reflota en grupos de mujeres y movimientos feministas por la noción de que, lamentablemente, la justicia pareciera ignorar los problemas de acoso sexual o las vivencias que tienen mujeres en torno a la violencia. Hay muchos riesgos de acudir al castigo como solución y tomar la justicia por las propias manos, pero es una forma de demostrar que es complicado el hecho de que las vías institucionales no respondan.
—¿Lo pendiente es que los protocolos funcionen?
—Es muy importante fortalecer las vías institucionales justas y reflexionar de qué forma podemos tener una comunidad en la cual los valores como el respeto hacia el otro y el cariño en un ambiente seguro sea lo importante para poder vivir en un ambiente libre de discriminación. Son cambios culturales importantes que podemos ir realizando y que van más allá del castigo. Es relevante cuestionarnos como comunidad qué estamos haciendo con nuestros patrones de conducta y qué respuestas estamos dando hacia estas situaciones. Veo con optimismo y mucha esperanza la forma en que muchos y muchas estudiantes se han ido involucrando en estos procesos.
—¿Qué es lo que viene en su trabajo y estudios sobre violencia de género?
—Creo que es importante pensar las violencias hacia hombres y hacia las mujeres de forma integral no solo desde el derecho penal sino desde el derecho civil, el derecho de la familia y también desde la sociología y la psicología. Un resiente programa se está instalando en la UAH en conjunto con el gobierno regional para abordar las violencias hacia las mujeres. Este programa lo dirige Rocío Yubano y es un excelente ejemplo de cómo abordar de forma comunitaria la violencia.
Cero pesos para educar en DD. HH.
—Han sido días complejos para los derechos humanos en el país por la nula voluntad de entregar presupuesto para instituciones fundamentales como son el Museo de la Memoria y el INDH. ¿Cómo recibe usted esta noticia siendo consejera del Instituto?
—El hecho de que se ponga en duda a las instituciones que son encargadas de la promoción y defensa de los derechos humanos presenta un fuerte golpe tanto a la democracia como a la memoria y a la dignidad de todas las personas que habitamos en este país. Amenazar y quitar el presupuesto de instituciones tan fundamentales como son el Museo de la Memoria o el Instituto Nacional de Derechos Humanos es una afrenta que me parece muy compleja y vejatoria, y espero que sea considerada. Tengo la confianza en el Senado.
—En 2023 se cumplirán 50 años del golpe militar. ¿Debería relevarse el rol de la mujer en la lucha contra la dictadura?
—Así es, tal como lo relata la socióloga chilena Julieta Kirkwood que lamentablemente murió en los 80 de una forma muy prematura por un cáncer, las mujeres fueron las grandes luchadoras durante la dictadura. Ellas se pararon y buscaron los cuerpos de las desaparecidas, se juntaron para hacer ollas comunes y dieron alimentos para las personas que no lo tenían. Se pararon por una democracia en el país, en la casa y en la cama, porque no sacábamos nada si se derrotaba a un dictador cuando en la casa seguía viviendo un dictador que no dejaba que las mujeres tuvieran la libertad de poder hacer sus proyectos de vida. Hoy sabemos cuán importante es poder darle el lugar en la historia a tantas mujeres de la dictadura, y también de las disidencias y diversidades sexuales que fueron parte. Hay que considerar que la dictadura veía como enemigas menores a las mujeres y por eso fue posible que se reunieran de una forma desapercibida. Eso mismo logró que el movimiento feminista siguiera siendo tan fuerte en el Chile de 1930 con el MEMCH y en los 80 en un entorno de opresión y a la vez de cooperación y solidaridad ante tanta violencia que se vivía. Creo que es fundamental poder retomar la solidaridad en tantas mujeres que fueron torturadas, asesinadas y que estaban embarazadas cuando fueron desaparecidas y las mujeres a las cuales se les arrebataron a sus hijos.