Un director que organizaba audiciones falsas para agredir a actrices, un crítico que les enviaba fotos sexuales o un pintor que se masturbaba delante de las modelos, son algunos de los muchos testimonios y casos que se acaban de desvelar en Italia, cinco años después de la primera ola del #MeToo, que sacudió el mundo cinematográfico de Hollywood.
«Italia es un país machista y retrasado culturalmente», explica en una entrevista con Efe la actriz Cinzia Spanò, responsable de Amleta, el colectivo que desde inicios de este año acapara diariamente titulares en la prensa italiana con revelaciones y experiencias incómodas sufridas por actrices de todo el país.
El #MeToo italiano
Amleta, organización fundada en 2020 por una treintena de profesionales confinadas por la pandemia, ha logrado lo que la primera ola del #MeToo no consiguió en ese país en 2017, que los medios de comunicación italianos finalmente presten atención a la misoginia en los círculos creativos y de poder.
De hecho, el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, ha planteado la «hipótesis» de negar subvenciones públicas a las producciones salpicadas por casos de abusos.
Hasta ahora, Italia había sido una de las excepciones en este asunto. El terremoto que sacudió Hollywood hace cinco años, con acusaciones a personajes como Bill Cosby y Harvey Weinstein, apenas se sintió en el país mediterráneo. A pesar de que una de sus actrices más internacionales, Asia Argento, fue de las primeras en acusar al productor.
«Aquí falló. Las mujeres que se sumaron no fueron arropadas por la sociedad del espectáculo y se las desacreditó rápidamente, también en muchos tribunales», arguemnta Spanò.
Sirvió, sin embargo, para sembrar una semilla que era cuestión de tiempo que germinase. En los últimos días, decenas de mujeres, veteranas y jóvenes se han atrevido a contar públicamente sus experiencias.
Castigadas sin papeles
Es el caso de Fioretta Mari (80 años), actriz y directora vinculada a varias de las producciones más exitosas de Mediaset, quien aseguró recientemente haber sufrido más de treinta intentos de abuso a lo largo de su carrera.
«Un director, que ya no vive, me siguió al baño y cerró la llave durante un evento familiar», narraba en una entrevista con el diario «La Repubblica». Al negarse, se quedó sin papel en una popular ficción televisiva para la que ya había firmado un contrato de 11 episodios.
La RAI, la compañía de radiodifusión pública de Italia, tampoco se libra. Según la actriz Pamela Villoresi (66 años), actual directora del Teatro Stabile Biondo di Palermo, tanto ella como sus compañeras han perdido infinidad de trabajos en favor de las «favoritas» de los políticos que controlan la televisión pública italiana. «Y sigue ocurriendo», aseguraba al mismo diario.
Según Spanò, quien lidera desde Amleta varias causas judiciales, el «miedo» ha acompañado durante décadas a muchas actrices, directoras y modelos italianas.
«Es un país que aún tiene una cultura católica en la que la figura femenina se acepta como víctima. Aquí sigue presente el mito de Maria Goretti, la mujer que fue asesinada por el hombre con el que convivía y se convirtió en santa por perdonarle en el momento de su muerte», añade Spanò.
Falta de oportunidades
En las filas del colectivo también hay una actriz española, Sara Rosa Losilla (46 años), quien tras girar con La Fura dels Baus y participar en ficciones como «Hospital Central» decidió, hace once años, probar suerte en el teatro italiano.
«Me fue bastante bien, traía buen currículum y he trabajado con directores de teatro muy reconocidos», cuenta a Efe desde el norte de Italia. A pesar de ello, la actriz intenta desarrollar su trabajo en entornos «donde no hay posibilidad de entrar en contacto con ciertos personajes».
La violencia sexual no es la única amenaza para ellas, también lo es la falta de oportunidades, explica Losilla. Quien ha colaborado en varios estudios para conocer el estado de la profesión en Italia.
De acuerdo con Amleta, los teatros que cuentan con subvenciones públicas solo contratan a un 20 % de mujeres como directoras, porcentaje que sube al 37 % en el caso de las actrices.
«España e Italia son culturas similares, pero en la última década se han hecho muchas cosas desde la política por la igualdad en España -afirma Losilla-. En cambio aquí, la prensa y los políticos se permiten unos comentarios y actitudes… por los que en España serían apartados», concluye Losilla.