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¿Amigos?

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Elisa Massardo Parancán
Por : Elisa Massardo Parancán Licenciada en Historia y Estética y diplomada en Periodismo Cultural, Crítica y Edición
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Probablemente gran parte de la población se haya enamorado de algún amigo/a. De esa persona con la que sientes confianza, con la cual puedes conversar, reír o, quizás, solo estar ahí sin hacer nada. La seguridad que entrega, porque sabes que siempre estará, porque no te va a engañar (no tiene para qué hacerlo), no te va a dejar y no te hará sufrir, es invaluable y la sensación de enamoramiento podría aparecer en cualquier momento, pero ¿vale la pena arriesgar la amistad por un romance?, ¿será que encontraste al -ya deberíamos pensar que antiguo cliché-, “amor de tu vida”?

Pensándolo bien, ¿por qué querrías emparejarte con un amigo/a?, ¿es más válido un romance que la amistad?, ¿tanto así como para correr el riesgo de perder esta relación? Y lo que es más complejo aún, ¿qué esperamos que ocurra?

[cita tipo=”destaque”] Es básicamente un 2×1: conversan, hay confianza, seguridad o estabilidad y sexo. Una relación perfectamente funcional, pero ¿es realmente posible? Si lo has vivido, sabrás que en algún punto la relación se frikea y puedes terminar perdiendo al amigo y al amante. [/cita]

Hace un par de años, me enamoré… mejor dicho, tomé consciencia de que me gustaba unx de mis mejores amigxs. Siendo honesta no ocurrió solamente hace un par de años, probablemente es algo bastante frecuente, pero estas cosas no se confiesan jamás. Mi amigo/a estaba con pareja en ese momento y entonces pensé con la cabeza fría, sin mezclar sentimientos, ganas ni deseo; solo el cerebro tomando decisiones y me di cuenta de que en realidad su amistad era lo único que sí podría durar toda la vida. Y extrañamente esto sí le convertía en un “amor de la vida”. Es más, esta persona podría casarse, divorciarse, engañar, ser engañado/a, emparejarse, vivir el poliamor y yo, como su amiga, estaría siempre ahí y esa persona también para mí.

Sin embargo, este amigo/a podría no haber tenido pareja y estar tan arrojada/o a la vida como yo, ¿conquistas? Después de los 30 años, francamente, el amor es un poco más complejo o simple que a los 20, porque las hormonas/pasiones se han apaciguado y nos dimos cuenta de que la soltería tiene sus beneficios, así como el sexo casual. Además, suele pasar que las personas están fascinadas con ellas mismas y sus actividades, ¿qué buscas entonces en ese amigo/a que ahora quieres como compañero/a? y, ¿para qué?

Quizás, en esta opción el sexo casual no suena tan absurdo. Es básicamente un 2×1: conversan, hay confianza, seguridad o estabilidad y sexo. Una relación perfectamente funcional, pero ¿es realmente posible? Si lo has vivido, sabrás que en algún punto la relación se frikea y puedes terminar perdiendo al amigo y al amante. Uno de los/as dos puede querer algo más, poner normas o pasar aún más tiempo juntos; empiezan, probablemente, algunos celos menores o preguntas incómodas y, de repente, ¡bam! Querido/a, estás en una relación de pareja y, de esa amistad, ni el aire.

Ahora, siempre cabe la posibilidad extra, pero plausible, de que ese amigx al que quieres “pololearte” sea realmente un buen amante. Que entienda que las relaciones pueden ser libres, abiertas, sin nombre, sin reglas. Que tú también estés dispuesto/a a ello y, finalmente, se queda así, como un amante eterno al que darás gracias cada vez que se encuentren en la soltería de la vida. Es más, de estos, puedes tener más de uno -no en modo coleccionable, porque nadie es un objeto, sino en plan divertido-, y así, más que acumular amistades, puedes acumular amores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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