Cada 11 de febrero se conmemora el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”, y como Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado (ANIP) estamos atentos. Además, bastante expectantes, ya que en los últimos meses se ha estado discutiendo en Cámara de Diputadas y Diputados, la “Ley de paridad de género en ciencias” (Boletín 15264-19). Con ella se espera que este cuerpo legal logre generar un grado aceptable de justicia de género en el otorgamiento de becas y proyectos, desde el Estado y con cargo al presupuesto fiscal, para que efectivamente se incremente la participación de mujeres en ciencias.
La paridad es un profundo y genuino anhelo que se fortalece y legitima con el tiempo, pues considera las características demográficas de nuestra sociedad. Las mujeres son más de la mitad de la población. Sin embargo, persisten las exclusiones al quehacer de las jóvenes investigadoras y mujeres con vasta carrera, en diversas disciplinas y subdisciplinas. Según el diagnóstico acerca de la disparidad de género, realizado por Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), el ingreso de mujeres a carreras de pregrado es de alrededor del 55%, pero de aquellas estudiantes, sólo el 22% llega a la titularidad en su carrera académica. Conviene indagar entonces: ¿Por qué desaparecen éstas de las instituciones de investigación? Sin duda, este desbalance afecta cómo hacemos investigación en Chile, y también, la toma de decisiones en ámbitos tan diversos como los libros que leemos o los medicamentos que ingerimos.
Por supuesto, no somos indiferentes respecto a qué medidas se implemente para revertir este escenario. En ese sentido, es perentorio que mujeres accedan en proporción paritaria a los procesos educativos, a la plena participación en posiciones de liderazgo en STEM (acrónimo en inglés para Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), Ciencias Sociales y Humanidades, a la visibilidad y a la legitimidad en la academia. Creemos que esto posibilitará una presencia real y creciente de las investigadoras en aquellas ramas del conocimiento que les han sido vetadas.
[cita tipo=”destaque”] En los últimos meses se ha estado discutiendo en Cámara de Diputadas y Diputados, la “Ley de paridad de género en ciencias” (Boletín 15264-19). Con ella se espera que este cuerpo legal logre generar un grado aceptable de justicia de género en el otorgamiento de becas y proyectos, desde el Estado y con cargo al presupuesto fiscal, para que efectivamente se incremente la participación de mujeres en ciencias. [/cita]
Además, debemos incidir para corregir todas las inequidades que afectan a los géneros. Así, en una carrera de educación parvularia, será preciso fomentar la especialización de postgrado de los varones educadores, y al contrario, en una carrera como física o ingeniería se debe potenciar el ingreso y desarrollo posterior de mujeres en esta área académica. Es preocupante que falten mujeres dedicadas a la astrofísica, matemáticas u otras subdisciplinas de las ciencias exactas. En este contexto, la ley de paridad de género busca superar y trascender las brechas en los diversos campos del conocimiento. Aunque no se ha establecido un plazo explícito y concreto para cumplir esta meta, el proyecto de ley mandata al Ministerio de Ciencias para que, en cada gobierno, elabore una política de género con rango de Decreto Supremo, que establezca los mecanismos y tiempos definidos para lograr estos objetivos, de modo que sea un compromiso de Estado.
En esa línea, hacemos un llamado a ampliar la discusión pública, sobre las políticas hacia las mujeres investigadoras que han sido partícipes del desarrollo científico, tecnológico, de las artes y humanidades con un enfoque integrador y holístico, que brinde respuestas multidimensionales y transdisciplinares frente al problema de incorporación y reconocimiento de la trabajadora en la pesquisa e indagación del conocimiento.
De acuerdo a ello, como ANIP nos parece fundamental brindar una mirada interseccionalidad en la asignación, adjudicación, y gestión de los recursos en investigación, con el fin de evitar la exclusión y disminuir las barreras que dificultan las carreras en la investigación de mujeres y de sujetos de otras identidades, orientaciones de género, situaciones de discapacidad (necesidad de adecuaciones tecnológicas y de mobiliario físico), clase, comunidades migrantes y etnias, pues aquellas pueden experimentar exclusión debido a esta doble condición de desventaja.