A nivel mundial, América Latina es una de las regiones en desarrollo que presenta la más alta prevalencia de sobrepeso y obesidad. Aun cuando este fenómeno tiene incidencia en la población mundial, existen evidencias de una importante brecha de género en la obesidad, dado que las mujeres son afectadas en un porcentaje significativamente mayor y creciente en comparación con los hombres.
En las Encuestas Nacionales de Salud del año 2010 y 2017 se visibiliza una prevalencia de obesidad mayor en mujeres que en hombres (30,5% vs 19,2% en el 2009-2010 y 38,4% vs 30,3% en el 2016-2017), la que además aumenta a mayor edad y en los grupos de menor nivel socioeconómico de la sociedad. Esta prevalencia se vuelve aún más alarmante en grupos vulnerables, como es el caso de gestantes de menor nivel socioeconómico, en donde en el año 2020, la población bajo control en el sistema de salud público mostró una prevalencia de 69,85% de malnutrición por exceso de peso (sobrepeso y obesidad) y solo la obesidad correspondió a un 38,14% en este grupo.
El género es un potente determinante social estructural de la salud, el cual se refiere a las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres. Estos factores podrían agudizar el impacto negativo sobre la salud mental, sexual y reproductiva de las personas. Las mujeres comprenden el 70% de la fuerza laboral mundial de salud y asistencia social, comprometiendo tres veces más trabajo de cuidado no remunerado en el hogar que los hombres. Esta condición empeora si se conjuga con vulnerabilidades laborales, económicas, educacionales y estatus sociales complejos como situación de migración. Además, la pandemia realzó el hecho de que fueron las mujeres las que principalmente renunciaron a sus trabajos para dedicarse a los cuidados del hogar, incluida la alimentación familiar, cuidados de hijos e hijas, etc.
[cita tipo=”destaque”] En las Encuestas Nacionales de Salud del año 2010 y 2017 se visibiliza una prevalencia de obesidad mayor en mujeres que en hombres (30,5% vs 19,2% en el 2009-2010 y 38,4% vs 30,3% en el 2016-2017), la que además aumenta a mayor edad y en los grupos de menor nivel socioeconómico de la sociedad. [/cita]
En este sentido, entender el sobrepeso y la obesidad desde una perspectiva de género, releva a las mujeres en sus diversas etapas y ciclos, además del quehacer que ellas ejecutan en los distintos ámbitos de cuidado y atención asociadas principalmente a la alimentación, salud y mantención de los hogares.
Las mujeres viven una etapa del curso de vida inherente al género: el embarazo. El embarazo es considerado como un factor de riesgo para la retención de peso después del parto y posterior desarrollo de obesidad. Hoy es conocido que un nuevo ser expuesto a la condición de obesidad materna en su tiempo de vida intrauterina altera sus funciones metabólicas, lo que aumenta la probabilidad de sufrir enfermedades crónicas en la adultez.
La visibilización de la obesidad en mujeres como un problema de salud pública, nos permitiría mejorar los indicadores de salud de toda la población chilena. Es por esto que es necesario focalizar recursos en intervenciones y políticas públicas que promuevan una alimentación saludable y sostenible y aborden la obesidad en toda la población, pero por sobre todo en las mujeres. Las políticas públicas que aborden la alimentación deben ser respetuosas del género, fomentando un espacio de conocimiento a las diversidades , no estigmatizando y potenciando las habilidades y el desarrollo de las mujeres.