La escritora argentina Samanta Schweblin, una de las narradoras más reconocidas a nivel internacional y una de las protagonistas de la actual potencia de la literatura latinoamericana, reconoce que “hay una predisposición del mercado de publicar más mujeres que varones”, un cambio que en lugar de ser un boom, como sostienen algunos, “es simplemente una reubicación y una publicación de la otra mitad de la gente que estaba escribiendo, que eran las escritoras”.
“Esto es un una puerta que se abrió y que espero que no vuelva a cerrarse. Por eso no me gusta llamarlo boom”, dijo la escritora a EFE, en una conversación donde repasó sus influencias, la actualidad literaria del Cono Sur y los riesgos de perderla a manos de una sociedad que lee cada vez menos.
Schweblin fue recientemente galardonada a sus 45 años con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2022, que otorga anualmente la Universidad de Talca (Chile), un reconocimiento que “intimida” en tanto destaca la “trayectoria, cuando una todavía es joven”.
“Por lo menos hasta que no llegó este premio, con el peso de esa gran idea de trayectoria, no empecé a pensar en cuál es la mía, de dónde y hasta dónde iría, de qué se trata esto”, se preguntó.
Junto a Schweblin, decenas de autoras de diversos países latinoamericanos se destacan alrededor de mundo, un fenómeno que ha ido de la mano con procesos sociales a nivel global donde el feminismo se ha vuelto uno de sus corazones.
“Por un lado yo creo que ya hay una predisposición del mercado de publicar más mujeres que varones. Parece mentira, pero hay algo de eso y hay que tener cuidado, porque lo mejor que podría pasar sería que se publique lo mejor que se está escribiendo y que no se esté pensando en género a la hora de publicar”, dijo Schweblin.
“Pero también, en mi caso, si uno piensa en todos los movimientos feministas que hemos atravesado en todos estos años y todas las puertas que estos movimientos han abierto, esto siempre funciona igual. Son tres pasos para adelante y dos para atrás. Entonces, en algún momento esto se compensará”, explicó la escritora a EFE.
A su juicio, la literatura escrita por mujeres era, hasta ahora, una “literatura minoritaria”, y hoy “llega de pronto y ocupa espacios, trayendo un montón de información y maneras y puntos de vista nuevos, historias nuevas. Y eso lo hace genuinamente espectacular”.
A diferencia de lo que ocurre en Europa, donde Schweblin está radicada desde hace una década, la literatura latinoamericana está cimentada en los talleres, espacios de diálogo y aprendizaje dinámicos donde ella misma se formó.
“Los talleres literarios son una cosa muy curiosa que por ahí en nuestras culturas no hace falta explicar. Pero en cuanto salís del Cono Sur y empezás a decir que te formaste en talleres literarios, en Alemania, por ejemplo, donde yo vivo, yo tengo que explicar qué es, porque realmente no lo entienden y ahí te das cuenta lo maravilloso que es esa tradición y el impacto enorme que tiene también en nuestras tradiciones literarias”, contó.
“Básicamente, la experiencia tiene mucho que ver con aprender a entender, aprender a ver. O sea, creo que lo más importante que da el taller es aprender a ver al lector que sería tu compañero, atravesando tu texto en vivo. O sea, la escritura se hace en soledad y no se sabe muy bien para quién no está escribiendo”, agregó.
Nacida en Buenos Aires en 1978, Schweblin estudió Diseño de Imagen y Sonido en Argentina, aunque asegura que siempre estudió cine como una forma “autodidacta” de entender cómo contar historias desde la literatura.
Con la adaptación de su primeva novela, “Distancia de Rescate”, al cine, tuvo la posibilidad de involucrarse en este formato, del que destaca importantes diferencias con la literatura en tanto la figura del lector desaparece cuando deja de tomar decisiones, y sus experiencias personales ya no le dan forma al relato.
“Para mí la literatura de verdad tiene algo especial que no puede dar el cine. A mí me enoja cuando se dice que el cine es más visual que la literatura, que es una herramienta muy, muy, muy potente y que vamos a pagar un precio alto si la dejamos de lado”, enfatizó.
“La literatura es una tecnología extraordinaria que nos permite enfrentarnos a miedos, preguntas, dilemas con un material muy personal que es solo nuestro, y ejercitar en esos espacios. Hacemos eso en cualquier instancia de ficción, lo hacemos en el cine, lo hacemos en un videojuego, pero en la literatura sucede de una manera extremadamente personal. Entonces cala de una manera que no sé si calan las otras ficciones”, concluyó.