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Isabel Baboun, autora de La Tailandesa: “El cuerpo de la mujer siempre es demandado y subordinado” Isabel Baboun vía Instagram / Editorial Planeta Chile

Isabel Baboun, autora de La Tailandesa: “El cuerpo de la mujer siempre es demandado y subordinado”

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Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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La Tailandesa corresponde a la primera novela de Isabel Baboun, quien además de escritora, es actriz. “A nosotras nos acostumbraron desde chicas la importancia de la belleza, la relación con el cuerpo, que tiene que ver con lo intelectual también. La idea de que tenemos que ser todo este modelo súper obediente y también productivo, y además, responder a un montón de cánones, supeditadas a los espacios domésticos. Entonces, qué podemos esperar de subjetividades de mujeres que han estado sometidas a todo esto si no rabia”, comentó en conversación con El Mostrador Braga.


La autora de esta novela estudió actuación en la Universidad Católica de Chile, un magíster en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y un doctorado en Literatura en la Universidad de California. 

La protagonista Diana, es una actriz de 40 años que dejó el teatro para dedicarse a la docencia en un colegio. No obstante, después de 20 años, se volverá a reencontrar con el escenario para dar vida a su monólogo, interpretando a Clitemnestra, reina de Micenas. 

En esta historia hay diversas fuerzas en pugna: la envidia hacia la mejor amiga exitosa, una relación en decadencia, la pérdida, la violencia y las ansias de libertad que encuentra en el ring de boxeo y escénico.

-En esta novela nos encontramos frente a sentimientos que no siempre son gratos de aceptar como sociedad, como lo son el miedo, la rabia y la envidia, ¿por qué decidiste hablar desde estas perspectivas, con una protagonista femenina?

-Por algún motivo yo nunca imaginé que esta historia no fuera narrada por una mujer. Tiene que ver también con las intenciones primeras de la novela y precisamente están ligadas con el tema del boxeo tailandés, de que el cuerpo de la mujer, sabemos, es un cuerpo que siempre es demandado y subordinado, dominado, del cual siempre se quiere obtener distintos tipos de trabajos, como la idea de la fertilidad y reproducción. En ese sentido, construir un personaje mujer me hacía mucho sentido porque, además, todo el proyecto y la idea fue casi en paralelo con el 8M, y sabiendo también que en Latinoamérica y en el mundo existe este movimiento feminista muy fuerte, que viene hace muchos años por supuesto, pero lo que está pasando ahora es muchísimo más rotundo, porque tenemos los medios. En ese sentido me preguntaba, qué pasa entre las mujeres, y como tú sabes en el libro está Nancy, que es la gran amiga de la protagonista, Diana, que es esta amistad que se consigue desde que ellas son muy pequeñas en el colegio, pero que como un espejo y un claroscuro, porque quieren lo mismo, persiguen lo mismo, sin embargo, una es madre y la otra no, y ese juego de espejos entre mujeres me parecía muy atractivo. Yo quería crear un personaje que fuera en línea directa con lo que estaba pasando. Me interesaba buscar el conflicto, y desde ese lugar, esta actriz, en donde sabemos que en nuestro país la precarización de las artes es súper fuerte, está inserta en este medio en donde no ha tenido las mismas oportunidades que su amiga, y se relaciona con su amiga que sí ha obtenido otro tipo de suerte y circunstancias, a propósito del libro que está tan presente el tema de las circunstancias y el destino, entendí qué tipo de conflicto quería trabajar y cuáles iban a ser mis voces. Y me apasionaba la idea que fueran dos mujeres amigas.

-A propósito que tú misma nombraste el tema de los feminismos, estos sentimientos y estas pugnas que se dan entre la protagonista Diana con Nancy, pueden ser bastante castigadas por parte de los feminismos, ya que hoy está en boga al tema de la sororidad, ¿qué opinas tú al respecto?, ¿crees que verdaderamente la envidia es un sentimiento muy humano o crees que debe criticarse?

-Por supuesto que es muy humano. A nosotras nos acostumbraron desde chicas la importancia de la belleza, la relación con el cuerpo, que tiene que ver con lo intelectual también. La idea de que tenemos que ser todo este modelo súper obediente y también productivo, y además, responder a un montón de cánones, supeditadas a los espacios domésticos. Entonces, qué podemos esperar de subjetividades de mujeres que han estado sometidas a todo esto si no rabia. Para mí también fue difícil reconocer y teñirme de esa rabia y decir “busquemos en mí dónde están mis rabias”, y desde ahí hacer la escritura, producir el lenguaje de este personaje. Nos han enseñado a no tener rabia, y no plasmarla es como que le pidiéramos a la literatura que la limpiemos y borremos todo tipo de emociones que no sean las del amor, la felicidad y lo bello, cuando somos seres totalmente poliédricos, tridimensionales, que estamos en permanente relación con el espacio, con la ciudad, con las carencias, por lo tanto, por supuesto que podrían aparecer envidias y rabias. A mí me interesaba mostrar eso y decir “esto existe”, porque además, obviamente que existe, y no hacer un modelo tipo moraleja y decir “ojo, niñas, no pueden sentir”, no, todo lo contrario, podemos sentir todo lo que podamos, sino donde está también la libertad de cada sujeto.

-La presión por el éxito, pero también la libertad que nombras, cobran protagonismo, ¿de qué forma se ve deteriorada la salud mental de la protagonista en pos de estos objetivos? 

-El tema de la libertad es tremendo, porque lo que me interesaba con este proyecto creativo, con esta novela, este personaje, era entender o ubicar dónde está o cuáles son los espacios de libertad que le quedan; es un personaje que lleva experimentando todo este tipo de “agresiones”, que tienen que ver con que las circunstancias que no se han dado de manera favorable para ella, que tiene una relación amorosa súper disfuncional, que tiene además relaciones afectivas alrededor entre sus colegas de trabajo en el colegio y con su amiga, que también están llenas de carencias. Entonces, dónde estaba el espacio de libertad para ella, y yo pensaba o imaginaba que era el escenario, y yo como actriz y con lo que me encanta el teatro, para mí el espacio escénico es un espacio de libertad, pero cuando pones a un personaje bajo presión, me preguntaba qué tipo de libertad es delirante, por lo que trabajé mucho con la idea del delirio, dónde está el delirio en su vida. Y quise jugar mucho porque el delirio estaba en el afuera en la ciudad, en su trabajo y sus relaciones, pero también en el momento en que ella va a actuar de nuevo después de 20 años. Lo más fácil sería decir que está loca, que es nerviosa e histérica, todas esas clasificaciones de cuando una mujer experimenta delirio o deseos de libertad o se rebela contra algo, por lo tanto, el tema de la salud mental en ningún caso está relacionado con que ella tiene alguna patología, no, el tema de la salud mental sabemos que es urgente y debiera ser una prioridad siempre en cualquier contexto, por ende, lo que sí te puedo decir es que claramente hay fracturas psíquicas en ella, de memoria, de pasado, etc., pero por un tema circunstancial, porque es alguien que ha intentado una y otra vez entrar en ciertos círculos, encajar, formar parte, querer ser parte de, y se le ha cerrado la puerta en la cara de forma muy violenta, por lo que de alguna manera el boxeo tailandés también entra a ser un espacio de libertad para ella, pero también un espacio de libertad tramposo, porque en la medida en que más goza de ese deporte, también expone más su cuerpo y lo somete a esa disciplina que se empieza a transformar en el otro lado de esa libertad placentera, que empieza a ser más castigadora.

-Existe también una reivindicación de Clitemnestra, muy similar a lo que hace Margaret Atwood en Penélope y las doce criadas, ¿considerarías que los mitos griegos asentaron una imagen y estereotipo negativo de las mujeres?

-No, no lo creo así. Lo que yo siempre he pensado y sigo pensando con fuerza, es que en la mitología griega está plasmado el ser humano. Imagínate la cantidad de siglos que han pasado desde que se concibieron Esquilo, Eurípides, etc., que escribieron nuestras mitologías, y no solo ellos, o sea, toda la mitología que existe. Y en ese sentido, hay quienes creen que todavía nos siguen enrostrando la parte negativa de quienes somos, pero para mí es todo lo contrario, nos vienen a decir las rabias desmedidas de esos personajes, de los dioses que castigan a unos y a otros, la culpa de un personaje, el tema moral que rige la mitología en relación con su propia concepción. Más me habla de sistemas o de estructuras relacionales entre superiores y no superiores, jerárquicos y no jerárquicos, quiénes están por sobre otros, las estructuras familiares, etc., porque no olvidemos que las mitologías también todo está entramado en las familias, que no cumplen con la norma, pero siempre por efecto del destino, como por ejemplo Edipo que no sabe que se casó con su madre y tampoco sabe que mató a su padre, y cuando se entera se saca los ojos; y los asesinatos, la violación, los castigos, etc., y eso me parece fascinante porque te muestra la familia también como una estructura más de poder, y hoy día también estamos revisitando o pensando qué tipo de estructura es la familia, sobre todo con las leyes, que tienen que ver con la igualdad de género, con lo que significa el concepto familia, las disidencias sexuales, entonces a mí me parece que la mitología es más contemporánea que nunca. Yo no creo que haya un problema y que tengamos que dejar de leer mitología, todo lo contrario, sigamos leyéndolas, pero en clave actual. Te repito, considero que la esencia del ser humano está ahí con toda la exploración emocional que existe

-El boxeo es una disciplina que, además, le da título a la novela, y que está bastante masculinizada por lo demás, ¿tiene un trasfondo poético el hecho de haber elegido este deporte en específico? ¿Por qué no otro?

-Mira yo entrené boxeo tailandés casi dos años hace tiempo, entonces lo primero que te puedo decir es que yo crucé esa experiencia; no fui a competir como los personajes, pero me impresionó desde la experiencia lo que era. Yo considero que para sostener una escritura y un lenguaje, tienes que también sostenerla a un nivel corpóreo, físico y emocional. Cuando yo conocí por dentro lo que era el boxeo tailandés, me pareció alucinante toda la narrativa, porque todo lo que está ahí es así, es decir, los principios, las leyes que rigen a ese deporte, hay más hombres que mujeres sí, pero tampoco lo quise llevar a un lugar caricaturesco porque no es caricaturesco. En ese sentido me interesaba poner en tensión o conflicto lo que pasaba con una actriz que llegaba a esta disciplina, porque los actores son también entrenados de alguna manera: con danza, distintos tipos de disciplinas, la voz, el cuerpo como instrumento, etc., entonces, Diana, que es actriz, entra en su vida otro tipo de disciplina más, pero que disciplina su cuerpo en relación con la violencia y en cómo comportarse frente a la violencia, porque el boxeo tailandés tiene sus reglas y se juega en el ring, pero ella empezó a relacionar estos principios o estas disciplinas con su vida, y eso me parecía muy fascinante como una disciplina que ella aprende como defensa personal más que de violencia, y cómo entonces lo empieza a re articular con su vida, y eso me parecía muy atractivo. Observar y llegar al fondo a ver qué pasaba con ella y este tipo de prácticas, por eso me interesó. 

-¿En qué se asemejan el ring de boxeo y el escenario teatral? -Yo te diría que primero tiene que ver con que en ambos espacios hay escenarios, son espacios de juego. Por eso también el libro está lleno de referencias teóricas al teatro, y el escenario es un espacio de juego, pero con reglas. En ese sentido, cuando te decía que quise trabajar de manera muy consciente, desde un principio, el escenario como un espacio de delirio y absoluta libertad, el espacio de boxeo también es un espacio que delimita el campo del juego, porque es un juego, es un deporte, pero es un juego, uno está ahí porque lo está pasando bien de alguna manera. Estos dos núcleos colectivos tienen sus propias reglas y dentro de esas reglas cada uno explora la libertad según sus propios principios, y ahí te diría, sobre todo que el ring, se puede relacionar más con la vida. Es muy adrenalínico ver una lucha de boxeo tailandés, entonces el teatro también está delimitado por el tiempo, te están viendo otras personas, tienes que llegar al final, no te puedes desconectar.

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