A partir del auge que ha tenido el estreno de la película “Barbie”, expertas en educación y género analizan la influencia de Barbie en el aprendizaje temprano de las niñas, derribando barreras de género en lo laboral y a la vez reforzando estereotipos de belleza y otros: ¿Qué hacemos con Barbie y las infancias de hoy? La respuesta de las especialistas.
Desde que comenzó a ocupar los escaparates de jugueterías norteamericanas y del mundo a finales de los años cincuenta, Barbie ha conseguido instalarse prácticamente en cada dormitorio de una niña en el mundo y convertirse con esto en un ideal a seguir. Hoy, a más de sesenta años de su nacimiento, la película sobre la misma, ha conseguido superar los 1.000 millones de dólares en recaudaciones, algo que solo 50 películas han conseguido a lo largo de la historia del cine.
Con este nivel de impacto, vale la pena entonces preguntarse sobre esta paradoja: ¿cuál ha sido la huella que esta ha dejado en la vida de las niñas, principalmente en el aprendizaje durante su temprana edad?
Esta es la pregunta que se hicieron académicas del Núcleo Milenio para el Estudio del Aprendizaje Matemático Temprano, MEMAT, liderado por las universidades Católica, Diego Portales y O´Higgins y parte de la iniciativa Milenio impulsada por ANID.
Para Ana María Espinoza, investigadora post doctoral de MEMAT y considerando que “históricamente la mujer ha sido relegada a roles más vinculados con el mundo doméstico”, es posible afirmar que Barbie “ha posibilitado visualizar a la mujer en roles diversos”, al ofrecer un espacio para visualizar a la mujer en roles tradicionalmente asociados a lo masculino. “La marca ha ido ampliando los roles, profesiones, oficios que podrían desempeñar las mujeres, mostrando a las mujeres en roles tradicionalmente asociados y ocupados por hombres”, añade.
Así entonces, Barbie astronauta, presidenta, doctora, etc. habrían ampliado el espectro de profesiones y oficios que podrían inspirar a las niñas.
Por otra parte, y no menos importante, la directora Alterna de MEMAT y académica de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, Francisca del Río, hace referencia a algo que si se ha mantenido a lo largo del tiempo: “la belleza de la muñeca Barbie es una belleza estereotípica y muy poco realista respecto del desarrollo de las niñas y la diversidad de cuerpos que existen”.
Dos caras de la moneda que también se ven reflejadas en la película estrenada este mes, donde Barbie sigue instalando aquella belleza estereotípica, pero también esa capacidad de desarrollar cualquier rol que se proponga. Aquí también observan un riesgo importante.
Para Francisca del Río “Barbie es super exitosa en la profesión que emprenda, lo que también es poco realista, la mayoría de las mujeres y de las personas tenemos buenos momentos laborales y malos momentos”. El riesgo aquí para la investigadora es que el aprendizaje se genera a partir de triunfos, pero también de fracasos. “Todos tenemos que aprender con fracasos y éxitos”.
¿Cuál es la clave entonces para aprovechar la evolución positiva de Barbie a lo largo de la historia y disminuir estos estereotipos que podrían perjudicar el aprendizaje de las niñas en su infancia temprana? Para Ambas investigadoras, la clave no está en alejar a Barbie, sino en sumar otro tipo de juguetes y actividades a sus dinámicas de entretención y aprendizaje.
“Desde MEMAT recomendamos que los niños y las niñas tengan acceso a una variedad de juguetes que amplíen sus posibilidades de aprendizaje” afirma Francisca del Río, mientras que Ana María Espinoza sostiene que el ideal es incluso que, en un futuro, y pensando en el desafío de derribar estereotipos y sesgos educativos entre niños y niñas, los juguetes deberían dejar de estar asociados a un género específico y en ese contexto, Barbie debería dejar de ser un juguete solo para las niñas.