Más de 40 mil víctimas de la dictadura reconoció el informe Valech II en 2010, cifra que dejó fuera más de 22 mil casos según reclamaron las agrupaciones de Derechos Humanos. Entre ellas, existen a la fecha más de 600 personas detenidas que fueron desaparecidas entre 1973 y 1990: diez de ellas eran mujeres con embarazos de entre 3 y 8 meses. A la fecha, no se sabe qué pasó con ellas y sus hijos.
Casi todas las mujeres que fueron torturadas en Chile desde el golpe de Estado del 11 de septiembre 1973, vivieron además violencia sexual, sin distinción de edad. Y al menos unas 316 fueron violadas, entre ellas 11 que estaban embarazadas: estas y otras cifras fueron reconocidas en un artículo de El País que recoge datos del libro ‘Así se torturó en Chile (1973-1990)’, editado por el periodista Daniel Hopenhayn.
A pocos días de cumplirse 50 años del Golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende y en el Día Internacional de las y los detenidos desaparecidos, tanto las cifras como las historias detrás del horror que significaron las miles de violaciones a los Derechos Humanos aún son desconocidas por una buena parte del país.
En esta línea, cabe destacar que las mujeres fueron víctimas, de manera particular, de una violencia política y sexual que puso al centro sus cuerpos como objeto de tortura: del total de las víctimas que declararon en la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura entre 2003 y 2004 un 12,5% eran mujeres (3.399).
De ellas, 229 esperaban un hijo y algunas lo perdieron; otras dieron a luz tras ser violadas por sus torturadores, y muchas pasaron por recurrentes torturas sexuales que incluyeron agresiones físicas y vejaciones en las que se hacía partícipes a padres, hermanos y perros adiestrados.
En 2002, la investigación ‘Todas Íbamos a ser Reinas’ derivó en un libro que da cuenta de una historia menos conocida: las diez mujeres detenidas desaparecidas que estaban embarazadas. Ellas son:
Jaqueline Paulette Droully Yurich: detenida el 30 de octubre de 1974. Según los testigos que la vieron por última vez con vida, agentes de la DINA la sacaron junto a su esposo de Cuatro Álamos con paradero desconocido. Su familia nunca más volvió a saber de ella.
Cecilia Miguelina Bojanic Abad: detenida junto a su esposo Flavio Oyarzún el 2 de octubre de 1974. Tenía cinco meses de embarazo. Hay sospechas de que ambos fueron trasladados a Colonia Dignidad.
María Cecilia Labrin Lazo: asistente social de 25 años, fue secuestrada el 12 de agosto de 1974 y llevada a la casa de torturas de la DINA de Londres 38.
Nalvia Rosa Mena Alvarado de 20 años: secuestrada junto con su esposo Luis Emilio Recabarren González y su cuñado Manuel Guillermo Recabarren González el 29 de abril de 1976. Tenía tres meses de embarazo.
Reinalda del Carmen Pereira Plaza de 29: tenía seis meses de embarazo al momento de su detención el 15 de diciembre de 1976. Hay quienes han señalado que mientras ella era torturada se podía ver a su bebé moviéndose en el vientre.
Elizabeth de las Mercedes Rekas Urra de 27: detenida el 15 de diciembre de 1976. Tenía 6 meses de embarazo.
Michelle Peña Herreros de 27: estudiante de Ingeniería, tenía más de 8 meses de embarazo. Fue detenida el 20 de junio de 1975 y llevada a Villa Grimaldi, donde fue vista por última vez con vida.
Diana Arón de 24: Cuando fue detenida estaba embarazada de 3 meses y medio.
Gloria Lagos Nilsson: madre de tres hijos y embarazada de 3 meses. Fue vista en septiembre de 1974 en Cuatro Álamos.
Nilda Patricia Peña Solari: estudiante chilena de licenciatura en Biología de la Universidad de Chile y militante del MIR que fue detenida por agentes de la DINA el 10 de diciembre de 1974. Tenía 23 años y estaba embarazada.
Hasta hoy no hay noticias de los menores nacidos en las prisiones de la dictadura. Según se reconoce en el libro ‘Mujeres Embarazadas y Desaparecidas’ (2019), los silencios de los victimarios y sus cómplices han mantenido en la oscuridad el capítulo más cruel de la política de exterminio ejecutada en Chile.
“Jamás sus familiares y amigos supieron que pasó con ellas y sus hijos/as. ¿Fueron asesinadas como centenares de chilenos/as y sus cuerpos dinamitados, lanzados al mar o sepultados en lugares secretos? ¿Y qué pasó con sus hijos/as? Sólo un testigo ha reconocido que vio a una de ellas asesinada. Pero la mayoría desapareció en el gigantesco aparato represivo sin dejar rastros”, establecen desde Mago Editores, espacio que publicó la investigación.