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Belén Fernández, escritora: “En Chile el mercado del libro es caro y acotado” BRAGA

Belén Fernández, escritora: “En Chile el mercado del libro es caro y acotado”

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La escritora chilena es la ganadora del Premio Manuel Montt, otorgado por la Fundación Pedro Montt y la Universidad de Chile, por su conmovedora primera novela, “Ella estuvo entre nosotros”. Su obra, elogiada tanto por críticos como por lectores, explora temas universales como el amor y la pérdida, tras la temprana muerte de su madre cuando la autora era una adolescente. La ceremonia de premiación será el próximo lunes 25 de septiembre a las 17:30 horas en la Casa Central de mencionada universidad.


La escritora chilena Belén Fernández brilla en la escena literaria con su ópera prima “Ella estuvo entre nosotros” (2019) tras haber sido galardonada con el Premio Literario Manuel Montt por su primera novela. Este reconocimiento ha consolidado su posición como una autora joven emergente de gran promesa en la literatura contemporánea.

La novela de Fernández, publicada por Ediciones Overol, una editorial autogestionada fundada el 2015, ha recibido elogios tanto de críticos como de lectores y se ha destacado por su profundidad y emotividad en la narración de una historia sobrecogedora. La trama, ambientada en el contexto de una pequeña ciudad chilena, explora temas universales como el amor, la pérdida, el dolor, la relación madre e hija y la búsqueda de identidad.

El Premio Manuel Montt, otorgado por la Fundación Pedro Montt y la Universidad de Chile, reconoció la habilidad de Belén Fernández para tejer una trama cautivadora y personajes entrañables en su ópera prima. El jurado destacó la voz única de la autora y su capacidad para abordar temas profundos de una manera conmovedora y auténtica.

Belén Fernández Llanos (1986), una apasionada de la escritura desde una edad temprana, expresó su gratitud por el premio y compartió su entusiasmo por el impacto que su obra ha tenido en los lectores y lectoras. “Mi sorpresa fue que al parecer el libro genera mucha comunidad. Una comunidad tristísima de gente que quedó (psíquicamente) sola y no sabiendo qué hacer con la pérdida”, comentó la autora acerca de su novela que ya va en la tercera edición.

-¿Qué te inspiró a escribir ‘Ella estuvo entre nosotros’ y cómo fue el proceso de transformar tu experiencia personal de la pérdida de tu madre en una obra literaria?

La inspiración lamentablemente es la muerte de mi madre cuando ella tenía 50 y yo 14 años. El libro pudo haber sido una crónica del yo porque muchas de sus escenas ocurrieron en mi vida realmente, pero en algún punto del proceso comencé a ficcionalizarlo. Lo hice porque quería explorar, saber hasta dónde llegaba mi imaginación, pero sobre todo quería instalar o acentuar algunos problemas que la historia plantea. La ficción sirvió para darle más espacio a esos problemas, subirle el volumen y que adquirieran fuerza. El proceso fue muy híbrido, discontinuo, irregular: había semanas en que escribía mucho, meses donde no tocaba el documento; a veces me entristecía mucho, otras me reía escribiendo y lo pasaba muy bien. Pero en general lo gocé mucho. En la escritura soy del equipo goce, no de esos escritores que dicen que padecen el oficio: lo disfruto mucho, me río, me entusiasmo, encontrarle el ajuste a una oración es un regocijo que no encuentro en ninguna otra actividad. Eso no quiere decir que no me cueste, me cuesta mucho, invierto muchísimo tiempo y energía escribiendo, pero gozo encontrando la solución al problema narrativo en el que yo misma me metí.

-En tu novela, exploras temas emocionales y personales muy profundos relacionados con la pérdida y el cáncer, la relación madre e hija, el dolor y la memoria ¿Puedes compartir cómo te sentiste al abordar estos temas tan íntimos y personales en tu escritura?

Me sentí no siempre igual. A veces muy entusiasta, otras muy insegura de lo que hacía. Hasta el último momento, a pesar de toda la confianza que me entregaron, pensé que la editorial me iba a decir que lo que escribía era malo. Si hay algo que gané con el librito triste fue confianza, creer un poco más en mí. Aun me cuesta, suelo creer que la gente apoya mi escritura porque me quiere, todavía no salgo de esa sensación de insuficiencia.

-Ganar un premio literario con tu primera novela es un logro increíble. ¿Cómo te sientes ahora que tu trabajo ha sido reconocido de esta manera, y cómo crees que esto impactará tu carrera como escritora?

Estoy muy agradecida del premio y me alegra que haya llegado casi 4 años después de la publicación. Eso le dio tiempo al libro para adquirir vida propia. Me gusta eso: se abrió paso lento, sin mucha bulla. Justo cuando lo lanzamos vino la pandemia, entonces no tuvo la visibilidad de otras publicaciones. No participé en grandes eventos ni me rodeé de escritores. Al contrario, me vine a vivir al sur, alejada de esas oportunidades. El librito triste construyó su propia historia, ganó lectores con el boca a boca, se mantuvo en librerías gracias a las lectoras y lectores y al trabajo permanente de Overol. Nadie lo elevó artificialmente, ni por contactos ni porque yo fuera parte de nada que le hubiera dado ese empujón. Me gusta esa fuerza propia.

Agradezco que la Universidad y la fundación otorguen este reconocimiento. En un país donde el mercado del libro es caro y acotado, esto ayuda mucho. Ya casi no quedan revistas para escribir, en muchas actividades de universidades y otras entidades no te pagan ni la micro. Es como que te dijeran que les encanta que escribas pero no están dispuestas a pagarte por ello, como si no fuera un trabajo. Para mí esto es mi pega, espero que lo que hago con la escritura me pague la ida a la feria el día sábado. Un premio, en mi caso, no va a un viaje ni nada lujoso. Lo voy a dividir en muchos sueldos y con esto voy a comer.

-La pérdida y la superación son temas centrales en tu novela. ¿Qué mensaje o lección esperas que los lectores encuentren en tu obra, especialmente aquellos que han experimentado situaciones similares en sus vidas?

No quería enseñarle nada a nadie, no me sentía capaz de eso. Apenas quería señalar algunas cuestiones del duelo en esta época, en Chile, siendo adolescente. Mi sorpresa fue que al parecer el libro genera mucha comunidad. Una comunidad tristísima de gente que quedó (psíquicamente) sola y no sabiendo qué hacer con la pérdida. Mi otra sorpresa es que el duelo es un abanico enorme de dolores varios y múltiples formas del abandono. Me escribe gente no solo huérfana de madre, sino de padre, abuelos, abuelas. Incluso gente cuyos familiares están muertos no de manera literal, sino que se fueron, renunciaron a la crianza, están ausentes. La recepción es una aventura no planificable y eso es lo hermoso de escribir. Cada lectora completa el libro en su propio horizonte de comprensión. Por eso creo que le ha ido bien: yo no le enseño nada a nadie, cada una encuentra su propia llave, todas distintas, para abrir el misterio que es la muerte para quienes quedamos vivas.

-Además de tu éxito literario, has experimentado un cambio significativo en tu vida personal al convertirte en madre. ¿Cómo crees que esta nueva experiencia de la maternidad ha influido en tu escritura o en tu perspectiva como autora o en revisitar este vínculo ahora desde la otra vereda?

Aún no lo tengo tan claro porque soy mamá hace muy poquito, pero sí, desde el embarazo, me pude dar cuenta de que esto es un punto de vista, un lugar en el mundo. Pero no es un solo lugar, fijo. Fui una embarazada que odió el embarazo y no me identifiqué con casi ningún discurso de la mujer gestante. Por eso es un punto de vista, porque es un espacio para construir la mirada, no está hecho.

Ahora veo la orfandad desde otra vereda. En el libro está la posición de hija, la pérdida que ella vive. En estos meses, en cambio, he pensado mucho en lo que debe haber sido para mi mamá morirse, en lo duro que debe haber sido para ella admitir que no iba a estar más para nosotros. Me impresiona nunca haberlo pensado y ahora esa idea me atormenta: que llegue un día en el que una tiene que decir, listo, hijito, ahora sigues solo o al menos sin mí.

Creo que mi maternidad trajo mucha cosa nueva: un cuerpo muy atormentado, angustias desconocidas, un tipo de felicidad extrañísima, sin sentido y sin embargo firme e indudable, una comunidad nunca antes habitada. Los y las niñas crean comunidad y eso cambia a las personas. También trae una nueva experiencia del tiempo y del trabajo. Escribir cuando se pueda, cuando la crianza te suelta 30 minutos. Ahora mismo escribo esto desde mi teléfono, con Manuel encima, mientras lo amamanto ¿cómo eso no va a entrar en la escritura?.

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