Las redes sociales han sido, en ciertos casos, potenciadoras de discursos de odio. Ante esto, El Mostrador Braga conversó con Isadora Castillo, de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, quien señaló que se necesitan cambios estructurales para hacer frente a este problema.
De acuerdo a las Naciones Unidas, la expresión “discurso de odio” hace referencia a un discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes —como son la raza, la religión o el género— y que puede poner en peligro la paz social. Esta forma de discriminación se ha visto presente en el ámbito online, y más específicamente en las redes sociales, como una vía para reproducir discursos, por ejemplo, homofóbicos o sexistas.
En el XXII Informe anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y de Género lanzado por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) se mencionó que las redes sociales están siendo utilizadas como canales para desinformar sobre la población LGBTIQ+ y sus demandas, atacando de manera recurrente a personas y a los movimientos de las diversidades y sus representantes.
De igual manera, esto sucede con los discursos machistas, antifeministas, misóginos y negacionistas de la violencia de género, que encuentran en las plataformas sociales un espacio. De acuerdo a un estudio realizado por la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, titulado “¿Es posible debatir en medio de discursos de odio?”, Chile es uno de los países donde más aumentó la violencia antigénero a nivel regional.
Según el estudio, “estos discursos agraviantes afectan sobre todo a quienes se identifican con el ideario feminista. Y aumentaron a partir de la irrupción en el debate público de los grupos antigénero. Las formas discursivas que ponen en juego estos sectores –manipulación de la información, insultos, descalificaciones, amenazas y violencias– comenzaron a inundar la cotidianeidad del debate público y del ciberactivismo feminista”.
De acuerdo al estudio, el activismo feminista, la identidad de género y la orientación sexual fueron expresadas como las principales razones por las cuales se recibieron agresiones. Ante esto, El Mostrador Braga conversó con Isadora Castillo, integrante de la Coordinación nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, sobre cómo las redes sociales potencian este tipo de violencia.
“Si bien las redes sociales son virtuales, lo que ocurre son interacciones sociales. Por lo tanto, no están exentas de las dinámicas de poder que existen en la sociedad, y en ellas podemos encontrar expresiones de clasismo, machismo o racismo”, mencionó Castillo. A esto se le suman los comentarios con tintes homofóbicos y que atentan contra la integridad de quienes forman parte de la comunidad LGBTQ+.
Los discursos de odio tienen un efecto negativo sobre el debate público y sobre la democracia en la medida en que acallan voces. Que estos tengan un espacio en internet influye en la manera en que se ven y posicionan quienes son víctimas de este tipo de violencia.
Si bien las redes sociales no son naturalmente de esta manera, depende del uso que se les da y la intención con la que la utilizan quienes interactúan en los espacios virtuales. Esto da cabida a que los discursos de odio en razón de la orientación sexual o la identidad de género que se lanzan por redes sociales sean un problema en ascenso en Chile.
Para Castillo, una de las formas en que este tipo de violencia se expresa en las plataformas virtuales es la denostación de mujeres que tienen notoriedad pública, como por ejemplo, políticas o quienes son reconocidas por su trabajo. “Se ha estudiado que suelen recibir más insultos de odio que en el caso de sus contrapartes hombres. Esta denostación es, además, contra todas las mujeres y las niñas, ya que es una forma de excluirlas de estos espacios”, señaló.
Por su parte, en el informe del Movilh, se menciona que la red social X es donde más se conocen y/o lanzan mensajes homo/transfóbicos. “Tan negativo es el impacto de las redes sociales que del total de casos de discriminación, el 57,2% ocurrió en dichos espacios, donde los sectores opositores a la igualdad usan tales herramientas con fines electorales o políticos, poniendo entre sus focos el odio a la población LGBTIQ+”, informaron.
A pesar de que las plataformas virtuales funcionan como canal de reproducción de discursos de odio y comentarios machistas, también han servido como una manera en que los movimientos feministas o las diversidades sexuales hacen activismo.
De acuerdo al estudio de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, Chile es uno de los dos países —con Argentina— en los que las cuentas reúnen más volúmenes de seguidoras/es y, por tanto, donde se sitúan las cuentas de antiderechos y de feministas con mejor rendimiento de la muestra.
Ante esto, Castillo menciona que “si bien hay discursos machistas o sexistas, también ha sido un espacio en el que las mujeres y las feministas han podido instalar sus propios discursos y amplificar sus voces, esto ha sido positivo”.
Por lo mismo, “allí hay herramientas que se pueden utilizar dentro de lo virtual para, por ejemplo, poder denunciar discursos de odio y que estos no puedan circular libremente”. Sin embargo, estas medidas serían a corto plazo como una respuesta a cuando ocurre la agresión.
Debido a ello, Castillo enfatizó en que “se necesitan cambios estructurales dentro de la sociedad, en la forma en que se perciben las mujeres en la sociedad y la forma en que se relacionan con el resto”.
“Si buscáramos transformar las formas en la que nos relacionamos en redes sociales, tendría que ver con la promoción de vidas libres de violencia para las mujeres y disidencias. Que más bien se trata de poder generar relacionamientos más equitativos entre mujeres y hombres y entender los roles sociales que cumplen cada uno, cómo las mujeres estamos posicionadas y cómo la sociedad nos ve”, finalizó.