La violencia económica contra mujeres persiste en forma silenciosa. La iniciativa “Mi Barrio Financiero” aborda este tema, educando y empoderando para superar la dependencia económica. Es esencial promover políticas que impulsen la independencia financiera femenina.
Viniendo del mundo de las finanzas, conocí el concepto de violencia económica solo hace un par de años atrás. En efecto, esta es una de las formas más silenciosas de violencia contra la mujer, y, por tanto, es menos conocida, estudiada y discutida.
En términos simples, es el poder que se ejerce contra las mujeres para hacerlas económicamente dependientes. Por mencionar los tipos más comunes, se encuentra el control económico, que es cuando se ejerce manejo sobre las acciones financieras de la pareja; el no pago de pensiones alimenticias de los hijos; la violencia patrimonial, que es cuando las propiedades adquiridas por la pareja quedan a nombre exclusivamente del hombre, y frente a una separación la mujer no puede acceder a una parte de dichos bienes; y por último, el sabotaje laboral, que se da cuando el hombre no permite que su pareja trabaje fuera de casa.
La autora Charlotte Perkins establecía en su libro Mujeres y Economía, que la independencia económica de la mujer partía por un cambio en el hogar y la relación familiar, en una época donde las mujeres solo podían soñar con la carrera profesional de “ser la mejor dueña de casa”. De eso ha pasado más de un siglo, y hoy vemos cambios importantes respecto a la participación de la mujer en otros espacios de la vida pública, incluido el mercado laboral. Sin embargo, la independencia económica femenina sigue siendo un fenómeno reciente, y probablemente la vivimos recién en nuestra generación o la de nuestras madres.
Entendiendo la necesidad de abordar este asunto de manera integral, Mi Barrio Financiero, una iniciativa gratuita y online de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y la Asociación de Bancos (ABIF) incorporó módulos sobre violencia económica y empoderamiento femenino en su curso “Educación Financiera para la Ciudadanía”, que tiene como objetivo difundir conocimientos de economía y finanzas personales a la sociedad en general. A través de estos módulos, no solo se busca educar, sino también empoderar a las mujeres, proporcionándoles las herramientas necesarias para superar situaciones de control y dependencia económica.
En general, las mujeres no hablamos en nuestros círculos de confianza de dinero, y por eso es tan relevante informarnos, y también a hombres, sobre este asunto que nos compete a todos. Es cierto que hemos avanzado como sociedad, pero junto con los cambios culturales, es clave que existan políticas públicas que promuevan y aceleren la independencia de las mujeres en el ámbito financiero. Solo así podremos ir cerrando las brechas de género que aún existen en este y otros ámbitos.