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Gloria Esquivel, autora colombiana: “Lo interesante del feminismo es tomarlo como una brújula ética” BRAGA Sandro Sánchez / RTVC

Gloria Esquivel, autora colombiana: “Lo interesante del feminismo es tomarlo como una brújula ética”

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Antonia Sepúlveda
Por : Antonia Sepúlveda Periodista en El Mostrador Braga.
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La escritora y periodista colombiana, en conversación con El Mostrador Braga, habla sobre su última novela “Contradeseo”, donde explora la migración, la precariedad y la maternidad no deseada.


Gloria Susana Esquivel es una destacada periodista, escritora, traductora y poeta colombiana. Su prolífica carrera incluye colaboraciones con medios tanto colombianos como internacionales, dejando su huella en diversos ámbitos literarios y culturales. Esquivel es la conductora de “Womansplaining”, un popular podcast sobre feminismo y cultura. 

Contradeseo es la segunda novela de la autora, publicada por Random House. Esta obra aborda temáticas como la migración, la precariedad y la maternidad no deseada. La protagonista, Silvia, deja su natal Colombia y se muda a Estados Unidos, donde enfrenta una serie de desafíos personales y sociales. La trama comienza cuando Silvia, tras una ruptura sentimental, se encuentra sin hogar y debe vivir con sus amigos Teresa y Javier, aceptando hacer el trabajo doméstico a cambio de alojamiento. La novela explora las complejidades de sus deseos y relaciones en un contexto de precariedad y espacios compartidos, ofreciendo una mirada íntima y crítica a temas contemporáneos.

-Mencionaste en alguna entrevista que la novela surgió de un cuento corto que escribiste para una antología. ¿Cómo fue el proceso de expansión de ese cuento a una novela completa?

-Yo empecé con un cuento que salió en una antología cósmica colombiana, publicada en 2017, llamada Puñalada Trapera. En ese cuento, desarrollé la idea de tres personajes adultos jóvenes que están en la transición hacia la adultez, justo antes de asumir grandes responsabilidades como tener hijos. Exploré cómo, en el mundo precario en el que vivimos, a veces nos limitamos a comprar cosas que se convierten en nuestros nuevos juguetes, distrayéndonos de nuestra realidad.

Al terminar el cuento, sentí que ese universo tenía más potencial y que debía expandirlo. A lo largo de mi vida y mis lecturas, he tenido muchas preguntas relacionadas con los feminismos y la comprensión de estos. Así, comenzaron a surgir preguntas sobre el trabajo doméstico, algo que me obsesiona por ser una marca cultural en Latinoamérica. También tenía muchas dudas sobre la maternidad, derivadas de momentos y situaciones vitales.

Me di cuenta de que tal vez estos personajes se estaban planteando las mismas preguntas que yo. Estaban en una situación propicia para que estas cuestiones emergieran. Además, siempre me ha interesado la amistad, especialmente entre mujeres. A pesar de las invocaciones a la sororidad en los feminismos, creo que ciertos matices de la amistad femenina se pierden. No todas las amistades entre mujeres son perfectas; es un territorio ambivalente donde juzgamos el cuerpo y las decisiones de la otra.

Todas estas preguntas me llevaron a entender que el universo de la novela podía ser el espacio ideal para explorarlas. Así comencé a expandir ese universo, haciendo las relaciones entre los personajes más complejas. El cuento original no tiene mucho en común con la novela más allá de los tres personajes en una situación similar, pero la novela me permitió desarrollar más estas relaciones y profundizar en estos temas.

-Como tú misma nombras, novela aborda temas como la migración y la precariedad. ¿Por qué decidiste centrarte en estos temas?

-Me interesaba escribir sobre personajes que están migrando a Estados Unidos, aunque en la novela nunca se menciona explícitamente, podría ser cualquier país del norte global. Me parecía interesante explorar el tipo de migrante que no va con el propósito de ser clase trabajadora, ya que generalmente la migración de sur a norte se da para trabajar, no para estudiar, como es el caso de estos personajes. 

La vida de un migrante en este contexto me parece muy precaria debido a las duras leyes de migración. Entrar a otro país como migrante te convierte en un ciudadano de segunda categoría. Esto lo veo también en Colombia con la migración interna y la venezolana. Para un migrante venezolano, por ejemplo, es muy difícil conseguir vivienda, ya que no tienen una red de apoyo ni contactos, y son vistos con suspicacia. La precariedad del migrante contrasta con la idea de un futuro mejor, porque el futuro en su territorio de origen se ha vuelto insostenible por diversas razones.

Por otro lado, me interesaba la idea de personajes que llegan a otro país donde los trabajos de cuidado están más valorizados. Es común ver mujeres latinoamericanas trabajando como au pairs, algo impensable en sus propios países, donde este trabajo sería visto como una degradación. En Latinoamérica, el trabajo de cuidado está precarizado y generalmente lo realizan mujeres en condiciones de vulnerabilidad.

Me parecía interesante observar cómo estos personajes comienzan a replicar las dinámicas de clase muy latinoamericanas. Por ejemplo, Teresa, que trabaja como niñera y gana su propio dinero, empieza a subordinar a su amiga, quien se encarga del trabajo doméstico. Es como si el trabajo de cuidado llevara una marca de vergüenza, cuando en realidad hemos visto, especialmente desde la pandemia, que los trabajos de cuidado son esenciales.

Quería explorar cómo, debido a nuestra sociedad y herencias coloniales en Latinoamérica, desvalorizamos el trabajo de cuidado y cómo replicamos esas dinámicas en otros lugares.

-¿Qué opinas de la categoría de la autoficción que hoy se ha popularizado tanto en la literatura, y que parece que se le pregunta mucho a las mujeres? Parece que se asume que las mujeres no pueden imaginar escenarios sin inspirarse en sí mismas. ¿Qué piensas al respecto?

-Es verdad, es interesante porque creo que no hay nada en mi literatura que quiera dar guiños de autoficción. Ningún personaje tiene mi nombre ni hay muchas cosas que puedan pensarse como autobiográficas. Sin embargo, me interesa mucho explorar una literatura de personajes y que el lector se reconozca en ellos, lo que puede generar algún tipo de incomodidad.

A veces, por esa misma intención, se piensa que es mi historia. Me lo han dicho muchas veces, incluso con mi otro libro, como si realmente fuera mi historia personal. No lo es en el sentido de que son otras personas pasando por otras cosas. Sin embargo, sí hay muchas experiencias y reflexiones personales puestas ahí, lo que hace que toda escritura sea autobiográfica en cierto sentido.

Me parece muy interesante el debate sobre la autoficción, porque se ha hecho desde siempre. La Divina Comedia podría considerarse una obra de autoficción si lo pensamos bien. En Colombia, por ejemplo, hay escritoras como Lina María Parra, que tiene un proyecto donde todos los personajes tienen su nombre y el de sus familiares, aunque lo que ocurre es pura ficción. Podría hacer lo mismo, pero no quiero que las discusiones giren en torno a mí y mis experiencias personales, sino que busco que todos podamos entender la historia.

Es curioso porque muchos lectores hombres se acercan al libro, aunque habla de experiencias íntimas femeninas, como la menstruación. Sin embargo, ellos también encuentran conexiones, como si estuvieran pensando en migrar y leyeran mi libro. Esto demuestra que las preguntas que plantean las mujeres son universales. Sí, creo que hay una tendencia a encasillar la literatura hecha por mujeres en lo confesional, lo íntimo y lo doméstico, cuando en realidad estas preguntas sobre el encierro y la convivencia difícil son universales, especialmente tras la pandemia. Me parece interesante esa manera de entender la literatura hecha por mujeres hoy en día.

-Silvia, Teresa y Javier tienen una relación muy compleja. ¿Cómo desarrollaste estos personajes y sus dinámicas? ¿Crees que es necesario que la literatura aborde temas que quizás no se consideran “moralmente correcto”, como la infidelidad?

-Yo siento que hay algo que está pasando con el feminismo y que tiene que ver también con el sistema económico y social en el que vivimos: hay una gran mercantilización del feminismo. Ahora, más que un movimiento, una práctica o una manera ética de entender el mundo, el feminismo se entiende como una etiqueta para el marketing. Las preguntas se centran en si una película es feminista o no, o por qué no lo es, como si el feminismo fuera un detergente con “110% más de feminismo”. Esto contraviene lo que ocurre en el movimiento, que busca cambios sociales profundos, y es una manera muy sesgada de entender las complejidades humanas.

Parece que ahora todos debemos ser 100% feministas y completamente deconstruidos, como si la sociedad en la que vivimos no fuera responsable de muchas de las ideas que tenemos en la cabeza. Es imposible trascender completamente el sistema en el que estamos, especialmente si pensamos que es una responsabilidad individual hacer que cada acción sea 100% feminista, cuando el mundo y la sociedad tienen dinámicas patriarcales muy arraigadas. Me parece que lo interesante de los feminismos es tomarlos como una brújula ética, como una forma de autoexaminar nuestra vida y comportamientos, de pausar y reflexionar a la hora de tomar decisiones, pero no como un comportamiento rígido.

Por eso me interesaba escribir sobre dos mujeres que son como cualquier mujer. Muchas lectoras se ven reflejadas en estos personajes o ven a sus amistades en ellos. Las relaciones humanas nos ponen en situaciones donde no sabemos cómo actuar, donde no tenemos las herramientas emocionales para resolver conflictos y terminamos siendo pasivo-agresivas o instrumentalizando al otro. Estas experiencias también tienen que ver con la amistad. Hoy en día, hay esta idea “instagrameable” de la amistad, donde todas somos felices y nadie pelea, y cuando hay un malestar, se calla. Hay una higienización de los afectos en las redes sociales que me parece muy compleja.

La literatura es para mí ese lugar donde puedo hablar de estas cosas y explorar esos momentos de malestar y conflictos no resueltos, y examinarlos mediante la ficción. Me parece mucho más interesante que crear personajes perfectos que están todo el tiempo lanzando arengas, porque así no es la vida tampoco.

-En tu novela, la maternidad se trata desde una perspectiva crítica. ¿Qué te llevó a explorar este ángulo? 

-Pues quería jugar mucho con eso en la novela, con la idea de que sea el personaje hombre el que sueña con ser padre. A menudo escucho a mujeres exitosas decir que su sueño siempre ha sido ser mamá para que las aplaudan, pero ¿dónde están los hombres que sueñan con ser padres? Quería escribir sobre un hombre desesperado por tener hijos, pero que no suele ser visto como algo tierno, sino como algo raro.

También me interesaba hablar de la maternidad desde otro ángulo, ya que siento que esta novela se pregunta mucho por las necesidades materiales que necesitamos para vivir y cumplir nuestros deseos. ¿Qué pasa si esos deseos se cumplen y la materialidad de esos deseos no nos gusta? Uno de esos grandes deseos que se nos impone como mujeres es ser madres, como si todas debiéramos desearlo para ser realizadas.

Las experiencias de mis amigas que son madres también son importantes. Muchas de ellas se sienten culpables por no amar su cuerpo después de tener hijos, que está destrozado y transformado. Nadie habla de las cosas fuertes que ocurren cuando das a luz, como la pérdida de pelo o los cambios hormonales. Estos temas siguen siendo tabúes y es hora de dejar de bombardear a las mujeres con imperativos sobre cómo deben verse y comportarse.

-Yéndonos a otro plano, tu podcast “womansplaining” me parece que es una dimensión que no podemos dejar de lado, ¿cómo relacionas esta novela, por ejemplo, con el feminismo actual y los temas que tocas en el podcast? 

-Para mí, el podcast fue fundamental para comenzar a hacerme muchas preguntas. Cada conversación que tengo en el podcast tiende a abrir más dimensiones de ciertos temas y expandir mi curiosidad. Muchas de las preguntas que surgieron en el podcast luego se vieron transformadas en literatura, con personajes que están pasando por momentos vitales similares a los míos.

Entrevisto a personas de diversas identidades en el podcast, lo que me ha abierto un espectro de lecturas, recursos y conversaciones importantes para mi formación personal y vital. Esto me ha llevado a seguir preguntándome sobre estos temas y a expandir los sentidos de lo que implica el feminismo.

Creo que cuando etiquetamos algo como feminista, tendemos a cerrar el sentido y nos perdemos de otras circunstancias políticas, sociales y económicas que están atravesadas por el patriarcado. No se trata solo de igualdad en las empresas, sino de una gama más amplia de problemas que enfrenta la humanidad.

Para mí, la conversación siempre permite esa expansión y genera más preguntas en lugar de cerrar sentidos. Eso es algo que también me interesa mucho en la novela: no se trata de ofrecer respuestas definitivas, sino de seguir cuestionando y alimentando las conversaciones.

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