“Mujeres en la historia de Chile” busca cohesionar el relato de la historia del país desde la conquista hasta las activistas feministas del siglo XX. “Mi objetivo es ofrecer una visión más completa de la historia de Chile que incluya la participación de las mujeres”, comentó la autora.
María Gabriela Huidobro es una académica destacada en el ámbito de la historia. En 2013, recibió el Premio Miguel Cruchaga Tocornal, otorgado por la Academia Chilena de la Historia, en reconocimiento a su trabajo. Actualmente, es profesora titular en la Universidad Andrés Bello y, desde 2015, decana de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales.
Su último libro, Mujeres en la historia de Chile, busca visibilizar el protagonismo y la participación activa de las mujeres en la historia de Chile, destacando su papel dinámico, complejo y significativo, que ha sido frecuentemente invisibilizado en los relatos historiográficos tradicionales. A pesar de la persistente brecha en la representación histórica, Huidobro subraya que las mujeres han desempeñado roles esenciales que han sido omitidos o minimizados en la narrativa convencional, dominada por figuras masculinas en ámbitos como la guerra y la política.
En cuanto a cifras, solo el 9% de los personajes mencionados en los textos escolares son mujeres, en contraste con el 91% masculino. Además, el 83% de las menciones masculinas son de individuos reconocidos con nombre y apellido en roles principales o secundarios, mientras que el 44% de las menciones femeninas se refiere a colectivos anónimos, lo que evidencia una relevante disparidad en la representación y visibilidad de las mujeres en la historiografía tradicional.
“La diferencia principal es que mis libros anteriores, como De reinas y plebeyas. Mujeres en la historia, se enfocan en mujeres de la historia europea, mientras que De heroínas, fundadoras y ciudadanas: Mujeres en la Historia de Chile es un trabajo colectivo. Este nuevo libro es el primero que escribo yo sola, con la intención de crear una narrativa cohesiva sobre la participación de las mujeres en la historia de Chile. Quería mostrar cómo sus acciones están interconectadas a lo largo del tiempo, en lugar de ser solo una colección de monografías. La idea era narrar el pasado de Chile de manera continua, integrando la participación de las mujeres en todos los procesos históricos, mostrando cómo sus acciones no se pueden entender completamente sin verlas en el contexto de las redes que formaron a lo largo del tiempo”, comentó la autora en conversación con El Mostrador Braga.
-Se dice que la historia comienza con la escritura, ¿qué ha pasado con la historia de las mujeres y su escritura? ¿Ha sido la historia escrita por hombres?
-Sí, la mayor parte de la historiografía ha sido escrita por hombres, lo que plantea un desafío significativo. Muchas veces, para conocer a estas mujeres, debemos recurrir a los testimonios dejados por hombres, lo que puede influir en nuestra percepción de ellas. No obstante, esto también ofrece la oportunidad de reflexionar sobre los juicios que han pesado sobre estas mujeres y entenderlos en su contexto. Es fundamental considerar las construcciones de género de la época que afectaron la manera en que estas mujeres fueron recordadas y juzgadas. Además, es posible reconstruir sus historias a través de sus propias voces indirectas, como cartas, diarios y participaciones en periódicos, lo que permite una visión más completa y matizada de sus vidas y acciones.
-¿Por qué es importante reivindicar la historia de figuras como Catalina de los Ríos, “La Quintrala”, a pesar de su reputación negativa?
-Es crucial porque la historiografía y la memoria popular tienden a simplificar a los personajes históricos en categorías de héroes y villanos. Catalina de los Ríos es vista como una villana, pero debemos entender que era un ser humano con virtudes y defectos, que actuó según las condiciones de su tiempo. La sociedad colonial tenía muchos otros terratenientes que cometían abusos similares, pero no fueron juzgados de la misma manera. Revisitar su historia nos ayuda a cuestionar los sesgos de género en la memoria histórica y a comprender que estas mujeres eran complejas y multifacéticas. La idea no es pasar de demonizarlas a santificarlas, sino mostrar una perspectiva más equilibrada y humana de sus vidas.
-¿Crees que es común que las mujeres de la historia hayan tenido que masculinizarse para tener cabida, como la Monja Alférez?
-A menudo, los historiadores tienden a masculinizar a las mujeres que se salen de los roles tradicionales. Catalina de Erauso, por ejemplo, se disfrazó de hombre para escapar de las restricciones de su tiempo. Esto plantea preguntas sobre identidades de género y sexuales. Ella encarna un desafío a las normas de su época, pero cuando ya no necesitó su disfraz masculino, volvió a asumir su identidad femenina. Esta historia nos muestra cómo las mujeres a menudo tuvieron que adoptar roles masculinos para obtener libertad o escapar de situaciones restrictivas. Sin embargo, es importante reconocer que esto también puede reflejar una crítica a las imposiciones sociales de su tiempo.
-¿Cómo ves la representación de las mujeres mapuche en la literatura de “La Araucana” y su rol como voces críticas de la guerra?
-Las mujeres mapuche en la literatura, especialmente en “La Araucana”, están idealizadas según cánones literarios occidentales. Aunque no reflejan fielmente a las mujeres mapuche de la época, su presencia permite introducir críticas a la guerra y a la violencia. Estas voces femeninas ofrecen una perspectiva única que complementa la narrativa heroica tradicional, destacando las consecuencias humanas del conflicto. A través de ellas, los autores insertan críticas a la violencia y la crueldad, recordando que la guerra tiene una cara lamentable que afecta a toda la sociedad, incluidas las mujeres que no participan directamente en los combates.
-¿Crees que el sufrimiento de figuras como Teresa Wilms Montt es perpetuado por una perspectiva histórica que victimiza a las mujeres?
-Existe el riesgo de victimizar a estas mujeres, lo que las presenta como sujetos pasivos. Teresa Wilms Montt, por ejemplo, tomó decisiones valientes frente a sus desgracias, como viajar al otro lado del mundo. Victimizarlas ignora su capacidad de agencia. Aunque sufrieron, también actuaron de manera decisiva, lo que las convierte en figuras valiosas y adelantadas de su tiempo. Es importante no negar su sufrimiento, pero también reconocer que tomaron decisiones importantes para cambiar su destino y que sus acciones tuvieron un impacto significativo en su época y en la forma en que las recordamos hoy.
-Así como con el Plan Lector en el Mineduc, donde se recomiendan muy pocas escritoras en el curriculum, ¿cómo lo ves con la historia? ¿Buscas con este libro incluirlo o llegar a las bases educacionales?
-Mi objetivo es ofrecer una visión más completa de la historia de Chile que incluya la participación de las mujeres. Los textos escolares actuales presentan una representación muy desequilibrada, con solo un 9% de personajes femeninos. Incluir nuevas narrativas en la enseñanza de la historia podría atraer a las nuevas generaciones y ofrecer una perspectiva más realista y completa del pasado. Ninguna realidad humana se entiende sin mujeres, y es crucial que las historias de las mujeres sean integradas de manera relevante en la educación para proporcionar una visión más rica y diversa de la historia de nuestro país.