“La escritura es el lugar en el que yo me siento viva y libre desde que sé leer y escribir”, reconoce la autora, quien en su literatura y, en concreto, en su última publicación, Las niñas del naranjel, apuesta por escribir en distintas lenguas.
La escritora Gabriela Cabezón denuncia que es “muy difícil hacer cualquier cosa desde Argentina hoy” y señala que el colectivo LGTBI, las mujeres y los sectores más vulnerables se encuentran “sufriendo el asedio de la ultraderecha”.
“Las derechas siempre eligen un enemigo para cohesionarse y las ultraderechas del siglo XXI están eligiendo a las mujeres, a las disidencias sexuales y a las minorías como enemigo imaginario”, asevera Cabezón, quien en una entrevista con Efeminista matiza que “si algo les junta a todos es ese odio y, aún más, la idea del capitalismo más salvaje, que en lo concreto avanza sobre la mayoría y roba la poca riqueza que queda para dársela a los más ricos”.
“Tenemos que resistir a eso. No sé muy bien cómo, pero por lo pronto estando, hablando y contándonos”, incide la autora, para quien escribir y narrar es una forma de estar en el mundo.
Cabezón, escritora queer y activista feminista y ambientalista, declara que vivir en este país del Cono Sur, gobernado desde diciembre de 2023 por el ultraliberal Javier Milei, es como “si te hubieras despertado en el país de la crueldad”, donde señala que intentan “destruir la educación y la salud pública, que ya venían vapuleadas”.
“No estoy diciendo que salimos del paraíso. De hecho, si hubiéramos estado en algo parecido a eso no hubiera ganado este señor fascista horrible”, sentencia.
Señala, además, que desde el Gobierno está habiendo un “desmantelamiento de cualquier política de incentivo cultural o para intentar tratar la violencia hacia las minorías”, y reconoce que desde la ultraderecha existe un “odio visceral” hacia el sector artístico.
No obstante, Cabezón apunta que el hecho de que sea “realmente difícil vivir de escribir en América Latina” hace que haya “un montón de resquicios” para una literatura experimental y reivindicativa. “En general al mercado en ningún lado le importa lo que pensemos los escritores, entonces está lleno de resquicios”, explica la escritora, quien habita estos espacios.
Conocida por sus exitosas novelas Las niñas del naranjel (2023), La Virgen Cabeza (2009) o Las aventuras de la China Iron (2017), editadas todas ellas por Penguin Random House, Cabezón manifiesta que es necesario “llegar a un momento en el que la mayor parte de las personas tengan acceso a la publicación, sin que ello tenga nada que ver con señales identitarias”.
“Las personas queer no hace tanto que publicamos, las personas trans menos, las personas marrones lo tienen dificilísimo y los que lo tienen más difícil de todos son los pobres”, sentencia Cabezón.
“La corrección política está muy bien pero si no incluye la idea de clase no sirve para nada”, agrega, y puntualiza que la condición de clase “es bastante más fuerte que las otras”.
La escritora señala que “desde que entró Milei (en el Gobierno), el índice de indigencia aumentó en un 11 %” y agrega que son “millones y millones de personas” las que viven en la calle y se mueren de hambre en su país en la actualidad.
“Tenemos que hacer un mundo habitable para todos, donde todos tengamos acceso a eso que hoy se llama privilegio que es el acceso a la salud y la educación, y que no son privilegios. Son derechos humanos para todos”, manifiesta.
“La escritura es el lugar en el que yo me siento viva y libre desde que sé leer y escribir”, reconoce la autora, quien en su literatura y, en concreto, en su última publicación, Las niñas del naranjel, apuesta por escribir en distintas lenguas.
En estas páginas, donde la escritora recrea la vida de la española Catalina de Erauso, quien en el siglo XVII huyó del convento en el que era novicia y travestida de varón se sumó a la conquista de América, Cabezón introduce palabras y canciones en guaraní y vasco, entre otros idiomas. “La mera idea de pureza, de que pudiera existir algo así como un castellano puro me repele”, confiesa.
“Pensar desde Latinoamérica sin pensar desde una lengua originaria es pensar mal y desde un lugar horrible, mutilado y cercenado”, asevera.
Además, desde una perspectiva ambientalista y decolonial, recuerda que los extractivismos contemporáneos en América Latina “se parecen a la conquista”. “Como pasa siempre en las colonias, esto no deja riqueza, deja pobreza, enfermedad y muerte”, además de un gran impacto en los ecosistemas, denuncia.
Por último, la escritora sostiene que los seres humanos no somos más que “una parte ínfima de la vida de la tierra”. “Es casi soberbio pensar que nosotros tenemos que incluir a la naturaleza. La naturaleza nos incluye, somos de ella y, en la medida en que la están destrozando, lo que está en riesgo es nuestra vida como especie. La naturaleza va a seguir su vida, nosotros no lo sé”, concluye.