Publicidad
Aumento de infidelidad en el mundo digital: apps de citas, RRSS y las trampas para parejas fieles BRAGA https://www.freepik.es/

Aumento de infidelidad en el mundo digital: apps de citas, RRSS y las trampas para parejas fieles

Publicidad

En el mundo digital se han multiplicado las infidelidades por parte de las parejas y ha removido sus cimientos más profundos, creando nuevas modalidades, clases, subclases y hasta infidelidades en diferido.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
La infidelidad ha evolucionado con el avance del mundo digital, dando lugar a nuevas formas y modalidades que no necesariamente implican contacto físico. Según un artículo del Diario El País y el estudio “Infidelidad en México (2020)”, realizado por DIVE Marketing para Gleeden, la infidelidad se divide en tres categorías: física, digital y emocional. Los actos de infidelidad digital que más afectan a hombres y mujeres incluyen recibir o enviar fotos sugerentes, usar aplicaciones para buscar pareja y coquetear en línea.
Desarrollado por El Mostrador

¿Existe la infidelidad digital? ¿Qué es ser infiel? ¿Duele este tipo de infidelidad? Son algunas de las preguntas que intenta desentrañar este artículo.

De acuerdo con el estudio «Infidelidad en México (2020)», realizado por la empresa de investigación DIVE Marketing para Gleeden, una plataforma de encuentros extramatrimoniales, divide la infidelidad en tres categorías: física, digital y emocional.

Según esta investigación, los actos de infidelidad digital que más duelen, tanto hombres como mujeres, son: recibir y/o enviar fotos sugerentes o explícitas (83%), usar una aplicación para buscar pareja (82%), el coqueteo en línea (78%), enviar y/o recibir mensajes en publicaciones o estados (39%), silenciar notificaciones o poner el teléfono en modo avión (24%), uso de pornografía (11%) y dar like a otras publicaciones (4%).

“La infidelidad no se puede definir porque cada pareja tiene sus leyes. Ser infiel, entonces, sería incumplir lo que cada unión se marque en sus líneas de exclusividad. Por eso cada vínculo va a entender el término de manera distinta”, señala Miren Larrazabal, psicóloga clínica, sexóloga, presidenta de la Sociedad Internacional de Especialistas en Sexología (SISEX) y miembro del Lyx, Instituto de Urología y Andrología, en Madrid consultada por el periódico El País.

Control, geolocalización e hipervigilancia como castigo al infiel

La cuestión es que la infidelidad digital duele tanto como aquella que se perpetra físicamente y, en el caso de que la pareja decida no romper y darse una segunda oportunidad, existe un riesgo muy alto de que el engañado cobre su factura convirtiendo la vida de su pareja infiel en una existencia 100% controlada. Entonces, cada uno de sus movimientos y acciones deberá justificarse convenientemente. El mundo digital es ese diablo que nos tienta a cada minuto, pero que, una vez que cometemos la falta, nos impone el más severo de los castigos. Dispositivos en el móvil para localizar en todo momento a la pareja, cierre de las redes sociales, límite de uso del móvil u ordenador… “Es normal que tras una infidelidad el consorte se muestre receloso, pero nunca se puede recuperar la confianza con un sistema de hipervigilancia, habrá que hacerlo desde otros niveles”, opina Larrazabal. “El problema de los celos no es que existan, en toda relación pueden presentarse en cualquier momento, sino cómo gestionarlos. Claro que, si estos son patológicos, entonces se pueden deber a una falta de confianza en uno mismo, al miedo al abandono o a la construcción de un apego inseguro en la infancia”.

El mundo digital y sus trampas para parejas fieles

El principal efecto secundario de la infidelidad, el que causa tanto dolor y el que, todavía hoy, hace que sea la primera causa de ruptura en la pareja. Ese jarrón chino que, una vez roto, ya no puede arreglarse sin que se noten sus grietas.

“En el mundo analógico, cuando se había producido una infidelidad, el número de veces que se había sido infiel era un barómetro a tener en cuenta. Podía marcar la diferencia entre una cana al aire sin importancia, algo meramente sexual, y algo ya más íntimo, donde tal vez había amor o una mayor implicación emocional”, señala el sexólogo Raúl González Castellanos.

“Pero el cuerpo a cuerpo ha pasado ya a un plano secundario. Es más, incluso no es necesario que haya cibersexo o sexting (envío de fotos o mensajes de contenido erótico).

Mucha gente considera infidelidad que la pareja vea pornografía, que se apunte a una app de citas, aunque nunca la utilice, o que chequee en las redes sociales la vida de su ex”, puntualiza el también psicopedagogo y terapeuta de pareja del gabinete de apoyo terapéutico A la Par, en Madrid.

No hay que olvidar que muchas personas que coquetean en línea no lo hacen para “poner el gorro”, ni siquiera para buscar pareja.

Ese intercambio de likes, comentarios y conversaciones íntimas se hace, a menudo, para acariciar la autoestima, para comprobar que todavía somos poseedores de un cierto sex appeal, por el anhelo de experiencias nuevas o para contrarrestar el efecto de un mal día, buscando esa emoción furtiva que lo repare. El perfil del infiel digital es alguien con baja autoestima que necesita refuerzos instantáneos.

¿Se acuerdan de la película Sexo, mentiras y cintas de video (1989), que también hablaba de infidelidades? El sexo es cada vez menos frecuente si atendemos a las encuestas que dicen que nuestros padres y abuelos tenían más encuentros que nosotros, y las cintas de vídeo hace ya tiempo que solo se encuentran en los rastros. Lo que sí permanecen son las mentiras.

Publicidad

Tendencias