Editado bajo el sello Alfaguara, llega a librerías y en formato ebook el nuevo libro de la escritora Amanda Teillery, Tierra materna, una delicada novela sin ficción acerca de la familia y sus complejidades.
Tierra materna (Alfaguara) es una novela sin ficción que reconstruye la historia de un trauma familiar: el asesinato del bisabuelo de la autora en un pueblo francés, al terminar la Segunda Guerra Mundial, acusado de ser colaborador nazi. A pesar del manto de silencio que se impuso sobre lo ocurrido, el hecho orbitó durante tres generaciones de madres e hijas.
La escritora Amanda Teillery Delattre estudió literatura creativa en la Universidad Diego Portales y es magister en literatura de la Universidad Católica de Chile. Ha publicado ¿Cuánto tiempo viven los perros? (2018), La buena educación (2019) y La mujer anterior (2023). En esta novela la autora logra entrar en los traumas que afectaron a tres generaciones de mujeres en su familia.
Con destreza narrativa y gran intuición, entrecruzando lecturas y experiencias, Amanda Teillery Delattre narra en este libro la historia de ese silencio y las formas en que habitó y tomó cuerpo en sí misma y en los demás. Hilvana de este modo una profunda reflexión sobre las herencias del trauma, la maternidad, la complejidad de los lazos familiares, y especialmente sobre la posibilidad de liberar traumas y sanar a través de la palabra.
—¿Cómo surge el libro? ¿Cómo se te ocurrió la idea de escribirlo? Es bastante personal, imagino que son historias que has conocido toda tu vida, pero en algún momento decidiste escribir un libro, ¿cierto?
—Desde chica me contaron la historia de mi bisabuela. Concretamente, supe de lo que le pasó cuando tenía unos 10 años. Fue al mismo tiempo que mi abuela, que ya bordeaba los 70, también lo descubrió. Me impactó mucho porque mi bisabuela había guardado silencio durante tanto tiempo sobre algo muy terrible. Desde ese momento, me dijeron: “Deberías escribir un libro”. Fue una idea que me acompañó, pero no fue hasta mucho después que me decidí a hacerlo.
—¿Cómo fue el proceso de tomar la decisión de escribirlo, considerando que es un proyecto tan personal?
—Se mezclaron cosas no necesariamente involucradas en el proyecto literario sino más bien por intereses personales de salud mental. Yo había empezado a ir a terapia y me empezó a interesar el leer psicología, no tanto con la finalidad de escribir algo, y de a poco fui entendiendo la relevancia de la infancia en el sistema de creencias que toda persona tiene y al final como estas experiencias condicionan tu porvenir. Entonces ahí me fui dando cuenta de que yo soy así, porque cuando yo era niña mi mamá igual un poco fue así conmigo y en vez de endemoniarla empecé a pensar en ella en su infancia y así me fui volviendo hasta un poco mi bisabuela, o sea yo no hablé con ella para este libro entonces un poco ella es como el enigma pero me podía remontar a la infancia de mi abuela y lo que ella pensó sobre ella.
—Me llama la atención cómo mencionas que incluso había diferencias en los recuerdos de tu abuela y tu mamá sobre los mismos eventos. ¿Cómo manejaste eso en la novela?
—Exacto, al hablar con ambas, surgieron versiones opuestas de ciertos momentos. Mientras que mi mamá veía algunos periodos como dolorosos, mi abuela los recordaba como épocas felices. Eso me hizo cuestionar cómo contar una historia coherente, y ahí fue cuando me di cuenta de que esa falta de coherencia en las versiones era, de hecho, el tema de la novela. Ese choque de perspectivas, especialmente entre madres e hijas, fue lo que me interesó explorar.
—Es muy interesante esa reflexión sobre la relación madre-hija. ¿Cómo influyó el feminismo en tu manera de abordar el trauma familiar y la escritura de la novela?
—Totalmente cierto el hecho de la incidencia de una perspectiva feminista para poder hacer esta retrospectiva sobre los traumas heredados. Sobre todo tomando en cuenta el tema de que se estudia mucho en psicología, cómo se transmite este trauma, pero yo creo que por el lado de las mujeres hay otra cosa que se le suma, que es que las madres, siendo víctimas de un sistema y acatando estas reglas, les imponen o transmiten a las hijas estos modelos que incluso ella misma no se sienten cómodas. Entonces ahí pueden surgir mucha tensión, mucho resentimiento. Hay un libro que acaba de llegar a Chile que se llama ¡Ay mis Ancestros! (Anne Schützenberger) que trata de una perspectiva general la transmisión de cómo realmente ahora se comprueban que los traumas o las heridas se van pasando por generaciones y ahí si le damos una vuelta más feminista está la esta italiana, Natalia Ginzburg que toma estos conceptos de herencia del trauma, tanto en ensayos como en sus novelas.
—Me recuerda mucho a lo que mencionas en el libro sobre el silencio. ¿Cómo trabajaste con ese tema tan poderoso?
—El silencio es clave en la novela. A veces, en unas pocas palabras, o incluso en lo no dicho, está contenida toda una vida. Para mí, el desafío fue capturar eso. No es solo una historia de tres mujeres, sino de cómo sus vidas están intrínsecamente conectadas y cómo el silencio ha sido parte fundamental de esa conexión.
—¿Cómo recibió tu familia el libro? Dices que desde el principio te alentaron a escribirlo, pero, ¿cómo fue cuando lo leyeron?
—Al principio tenía miedo de que se enojaran, especialmente mi abuela, que está muy enferma. Pero al contrario, me dijo que fue algo terapéutico para ella. Lo leyó antes de que se imprimiera y creo que le ayudó a perdonarse a sí misma y a las demás. Mi mamá aún no lo ha leído, pero mi abuela sintió que después de leerlo conocía mejor su relación con su hija y nieta. Fue un alivio ver que lo recibieron bien.
Ficha técnica:
Título: Tierra materna
Autora: Amanda Teillery Delattre
Sello: Alfaguara
N° de págs.: 180