Un holograma de una trabajadora sexual acecha el barrio rojo de Ámsterdam.
Vestida con un short corto y gris, un sujetador con estampado de leopardo y mostrando un tatuaje que serpentea por su estómago y su pecho, la imagen tridimensional generada por computadora se mueve detrás de la ventana buscando atraer la atención de los pasantes.
Se inclina hacia delante, respira sobre el cristal y escribe la palabra “ayuda”.
El holograma está diseñado para representar a Bernadette “Betty” Szabo, una mujer húngara de 19 años que fue asesinada a puñaladas meses después de dar a luz en 2009.
Tras 15 años la policía aún no logra resolver el caso.
Por eso, los investigadores han optado por utilizar esta innovadora tecnología por primera vez.
La imagen de la adolescente asesinada se proyecta desde detrás de una ventana, junto a las de cientos de jóvenes que continúan ganándose la vida en la industria del sexo.
Los investigadores esperan que el holograma ayude a reactivar los recuerdos y llamar la atención sobre el asesinato.
El asesino de Betty ha logrado eludir la justicia, pero la detective Anne Dreijer-Heemskerk está decidida a resolver el caso.
“A una mujer joven, de tan solo 19 años, le arrebataron la vida de una manera muy horrible”, dijo.
Según la detective, Szabo tuvo una vida difícil, llena de adversidades y resiliencia.
Se había mudado a Ámsterdam a los 18 años y poco después quedó embarazada.
Trabajó durante todo su embarazo e incluso poco después del nacimiento de su hijo.
La madrugada del 19 de febrero de 2009, dos trabajadoras sexuales fueron a visitar a la madre adolescente durante un descanso entre clientes, porque se dieron cuenta de que la música que solía poner no estaba sonando.
Cuando entraron al burdel, que consistía de una pequeña habitación con una cama cubierta de plástico, un tocador y un lavabo, encontraron el cadaver de Betty Szabo.
Fue asesinada tres meses después de dar a luz, víctima de un salvaje ataque con cuchillo.
A su bebé lo enviaron a un hogar de acogida y nunca llegó a conocer a su madre, un hecho que motiva a los detectives.
Aunque la policía inmediatamente lanzó una investigación por el asesinato, nunca encontraron al autor.
Revisaron imágenes de las cámaras de seguridad e interrogaron a posibles testigos.
La mayoría de las personas en el barrio rojo de Ámsterdam que observan a las mujeres escasamente vestidas detrás de las ventanas de neón rojo son turistas.
La policía sospecha que el autor del ataque es extranjero.
Ahora están instando a las personas que hayan visitado Ámsterdam a que recuerden el suceso, y ofrecen una recompensa de 30.000 euros (US$32.000) para animar a los testigos a presentarse.
Actualmente existe un polémico plan para trasladar los famosos burdeles del barrio rojo de Ámsterdam a una “zona erótica” en las afueras de la ciudad.
Pero el holograma de Betty Szabo sirve como un recordatorio conmovedor de la vulnerabilidad de las trabajadoras sexuales en una zona que, pese a varias medidas de seguridad, sigue siendo peligrosa.
Las trabajadoras sexuales han expresado preocupación debido que retirarlas de la vista del público podría exponerlas a un peligro aún mayor.
El hecho de que un crimen tan violento pudiera ocurrir en uno de los lugares nocturnos más concurridos de los Países Bajos sin que se presentaran testigos continúa desconcertando a los investigadores.
En el histórico barrio rojo donde una vez vivió y trabajó, la presencia digital de la trabajadora sexual adolescente recuerda a los transeúntes que su caso aún no se ha resuelto.