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Cinco artistas chilenas cuestionan la comodidad de la sociedad actual en muestra colectiva Créditos Imagen: Ana Carrillo Tureo y Paloma Aguirre del Río

Cinco artistas chilenas cuestionan la comodidad de la sociedad actual en muestra colectiva

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Emilia Aparicio
Por : Emilia Aparicio Periodista El Mostrador
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A través de sus trabajos, Milena Moena Moreno, Ana Carrillo Tureo, Paula Carmona Araya, Paulina Carreño Ramírez y Paloma Aguirre del Río abordan distintos problemas de la sociedad contemporánea como la desigualdad socioeconómica o la falta de justicia por los crímenes cometidos durante la dictadura.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
La exposición *INCOMODAR* reúne a cinco artistas chilenas que cuestionan la comodidad como valor social y exploran la incomodidad como motor de cambio. A través de obras que abordan desigualdad, memoria y justicia, invitan a reflexionar sobre cómo enfrentar narrativas dominantes y transformar la sociedad desde lo crítico.
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Cinco artistas chilenas cuestionan la comodidad sobre la que descansa la sociedad actual a través de la exposición INCOMODAR. 

“Los trabajos de las artistas exploran la incomodidad como motor para cuestionar las narrativas establecidas y proponer otras formas de entender la historia y la convivencia”, dice Hannah Katalin Grimmer (Alemania) la curadora de la muestra.

A través de sus trabajos, Milena Moena Moreno (Santiago), Ana Carrillo Tureo (Concepción), Paula Carmona Araya (Iquique), Paulina Carreño Ramírez (San Felipe) y Paloma Aguirre del Río (Santiago) abordan distintos problemas de la sociedad contemporánea, como la desigualdad socioeconómica o la falta de justicia por los crímenes cometidos durante la dictadura civil-militar.

“Las artistas no se sienten cómodas con una sociedad que acepta sin cuestionamiento esos problemas. Un ejemplo aparece en el trabajo de Paula, haciendo uso de la frase que Luisa Toledo Sepúlveda, madre de dos víctimas de la dictadura, le dirige a los jueces de la fiscalía militar: “Deberían recibir su merecido castigo. Como sé que no va a ser así, me resigno a maldecirlos a ustedes desde el fondo de mi corazón herido. ¡Malditos sean!”. Ante un medio estructuralmente injusto, la resiliencia se presenta como esta capacidad de seguir construyendo deseos alternativos”, agrega la curadora. 

Paulina Carreño Ramírez, Marchas, 2012, litografía, papel Canson Edition 250 gr., 22×22 cm

Esta exposición pertenece a una serie compuesta por tres muestras, la primera UNVERSÖHNLICH | des-armar los símbolos (en español, «irreconciliable») reunió trabajos de cinco artistas chilenas que abordan vestigios de la dictadura civil-militar, así como de la colonización. La exposición se presentó en Berlín en agosto de 2023. La segunda exposición, DES-ARMAR | Incómodas: signos, símbolos y representaciones, presentó trabajos de cuatro artistas chilenas que abordan vestigios de la historia chilena, desvinculando los símbolos de la idea de estado-nación y deconstruyendo los ideales patrióticos. Se mostró en septiembre de 2023 en conmemoración de los 50 años del golpe de Estado y la tercera INCOMODAR se inauguró este miércoles en el espacio creativo VETA, en el centro de Santiago.

Hannah Katalin Grimmer, tiene un máster en Estudios Curatoriales y es licenciada en Estudios Culturales y en Lenguas y Literaturas Románicas. En su doctorado investiga las relaciones entre artes visuales, memorias y activismo, tomando como ejemplo Chile.

—¿Qué elementos comunes unen las tres exposiciones de la serie —UNVERSÖHNLICH, DES-ARMAR e INCOMODAR— en su reflexión sobre memoria, símbolos y resistencia?

Las tres exposiciones comparten la preocupación central de problematizar el legado de la dictadura. Esto también se articula con violencias coloniales y patriarcales en Chile. Aunque cada muestra aborda estos aspectos desde un ángulo particular, comparten un interés por la memoria como vínculo activo entre el presente y la dictadura.

En UNVERSÖHNLICH, que quiere decir irreconciliable, el foco está en los símbolos nacionales. Las artistas los deconstruyen para desvincularlos de las narrativas patrióticas y unificadoras, y así cuestionar su papel en la perpetuación de la violencia.

En DES-ARMAR, se explora cómo esos mismos símbolos marcan la vida cotidiana de las generaciones posteriores a la dictadura. Así se visibilizan las huellas del pasado en los imaginarios colectivos de la sociedad actual.

En INCOMODAR, me interesa cuestionar el confort sobre el que se asienta la vida cotidiana contemporánea. A la vez, la incomodidad se presenta como una herramienta de resiliencia con un potencial subversivo pero también transformador.

De las cinco artistas, tres (Milena Moena Moreno, Ana Carrillo Tureo y Paula Carmona Araya) han participado de la serie completa de exposiciones, y dos (Paloma Aguirre del Río y Paulina Carreño Ramírez) recién se incorporan. Las conocí a través de las investigaciones que estoy realizando sobre artes visuales, memorias y activismo en Chile para mi doctorado. Lo que comparten en términos biográficos es que pertenecen a la misma generación, la que no vivió la dictadura de manera directa. A la vez son de distintos lugares de Chile, por lo que aportan miradas diferentes sobre los legados y las violencias. 

Milena Moena Moreno, Identifica Tu Capital (1973-2023), 2023, anillo de cobre con inscripción.

—En INCOMODAR, planteas la incomodidad como una herramienta de resiliencia en el arte. ¿Cómo dialogan las obras de las cinco artistas chilenas con esta idea?

Los trabajos de las artistas exploran la incomodidad como motor para cuestionar las narrativas establecidas y proponer otras formas de entender la historia y la convivencia. A través de sus trabajos, las cinco artistas abordan distintos problemas de la sociedad contemporánea, como la desigualdad socioeconómica o la falta de justicia por los crímenes cometidos durante la dictadura civil-militar. Las artistas no se sienten cómodas con una sociedad que acepta sin cuestionamiento esos problemas. Un ejemplo aparece en el trabajo de Paula, haciendo uso de la frase que Luisa Toledo Sepúlveda, madre de dos víctimas de la dictadura, le dirige a los jueces de la fiscalía militar: “Deberían recibir su merecido castigo. Como sé que no va a ser así, me resigno a maldecirlos a ustedes desde el fondo de mi corazón herido. ¡Malditos sean!”. Ante un medio estructuralmente injusto, la resiliencia se presenta como esta capacidad de seguir construyendo deseos alternativos.

—La exposición surge en el contexto de los 50 años del golpe militar en Chile. ¿Cómo influyó/e esta conmemoración en la curaduría y las narrativas de la muestra?

El aniversario de los 50 años del golpe militar en Chile fue el punto de partida para esta trilogía de exposiciones. Marcó un hito temporal que permitió pensar en los legados de la dictadura en la sociedad contemporánea.

En mis investigaciones me preocupa que el trabajo académico no se cierre en sí mismo. Articular la investigación con la curaduría permite un vínculo diferente con lo público. Las artistas confiaron en que exhibir sus trabajos artísticos en Berlín permitía entablar un diálogo con un público alemán, que por lo general sabe muy poco sobre el Cono Sur. Así surgió UNVERSÖHNLICH, la primera exposición de la serie.

DES-ARMAR trasladó el diálogo a Chile y profundizó en las representaciones simbólicas en la vida cotidiana. En un contexto de conmemoraciones nacionales, la muestra se posicionó contra el “consenso de la memoria” criticado por Nelly Richard, destacando cómo la idea de reconciliación ha fallado. A través de preguntas sobre el significado de la bandera, la estrella o la moneda de 100 pesos, se buscó cuestionar la visión superficial de la memoria en este aniversario. Para poder hablar de futuro y democracia —dos términos claves en las conmemoraciones oficiales— hay que hablar de los dolores, contradicciones y vestigios del pasado.

Aunque las exposiciones nacieron al calor de ese aniversario y el cuestionamiento de los símbolos, fueron mutando hacia pensar la incomodidad como fuerza de cambio.

—En un momento donde la comodidad parece ser un valor dominante en la sociedad, ¿qué desafíos enfrenta el arte contemporáneo al tratar de incomodar y cuestionar lo establecido?

El desafío principal y más general es romper con la pasividad o indiferencia que a menudo surge de la comodidad como valor dominante. Ahí surge un desafío específico para el arte: en una sociedad orientada al confort, el arte que incomoda puede ser percibido como perturbador e incluso agresivo, lo que genera rechazo o desinterés. Esto es especialmente relevante en contextos como Chile, donde el término “arte político” aparece casi como un género en sí mismo y puede ser visto con escepticismo, asociado a un discurso demasiado reiterado o pasado de moda.

Además, existe el riesgo de que el arte se banalice, convirtiéndose en un objeto decorativo o comercial, perdiendo así su capacidad crítica. Sin embargo, estoy convencida de que el arte tiene el poder de abrir espacios de diálogo y conectar con audiencias diversas; de hecho, las artes en Chile han respondido a múltiples tensiones sociales. No se trata de que el arte sea el motor directo del cambio, sino de que acompañe y visibilice procesos de transformación social. En este sentido, la incomodidad no debe interpretarse como un obstáculo, sino como un catalizador para cuestionar narrativas dominantes y proponer alternativas.

Paula Carmona Araya, Piedra al cielo, Piedra al suelo, 2019, fotografía, photosatin Canson 270grs, 80 x 70 cm

—¿Qué esperas que el público se lleve de la experiencia de recorrer INCOMODAR y cómo quisieras que reflexionaran sobre su propia relación con la incomodidad?

Espero que el público salga de la exposición con muchas preguntas abiertas. Quisiera que se lleven una nueva perspectiva sobre este sentimiento de la incomodidad: una señal de que algo necesita ser cuestionado o transformado. La exposición busca invitar a reflexionar sobre cómo, a menudo, evitamos afrontar nuestra propia incomodidad, y cómo esto nos limita.

El hecho de que la exposición se realice en una casona con vínculos al pasado autoritario chileno – la casona perteneció a Carlos Ibáñez del Campo –, añade una capa adicional para conectar con los vestigios históricos que siguen presentes en nuestra cotidianidad. Por eso también agradezco a José Guerrero y Diego Estrada Opazo de VETA por aceptar y colaborar con la exposición. 

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