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Papa Francisco y su visión sobre el rol de las mujeres en la Iglesia y la sociedad BRAGA Crédito: Getty

Papa Francisco y su visión sobre el rol de las mujeres en la Iglesia y la sociedad

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Desde el inicio de su pontificado en 2013, el papa Francisco insistió en la necesidad de darle mayor protagonismo a las mujeres tanto en la Iglesia como en la sociedad. Aunque su postura se mantuvo dentro de los límites de la doctrina católica tradicional, hizo importantes gestos y reformas.


El papa Francisco impulsó una transformación paulatina pero significativa en la mirada que la Iglesia tiene sobre las mujeres. Si bien aún persisten tensiones y demandas no resueltas —como el acceso al sacerdocio o una mayor equidad de género en las estructuras eclesiásticas—, su liderazgo, su estilo cercano, su crítica al clericalismo y su apertura al diálogo con el mundo contemporáneo  marcó un antes y un después en la forma en que se dialoga sobre el rol femenino en el corazón del catolicismo.

Desde el inicio de su pontificado en 2013, el papa Francisco insistió en la necesidad de darle mayor protagonismo a las mujeres tanto en la Iglesia como en la sociedad. Aunque su postura se mantuvo dentro de los límites de la doctrina católica tradicional, hizo importantes gestos y reformas para abrir espacios a la participación femenina.

Reconocimiento al rol de la mujer

Francisco denunció con fuerza la violencia machista y la desigualdad estructural que afecta a millones de mujeres en el mundo. “Herir a una mujer es ultrajar a Dios”, dijo en una de sus homilías más contundentes sobre el tema, aludiendo a la sacralidad de la dignidad femenina. En varias ocasiones condenó el femicidio, el abuso doméstico y la discriminación laboral que enfrentan muchas mujeres por razones de maternidad.

En el plano social, el pontífice pidió que se reconozca el valor del trabajo femenino en todos los ámbitos, no solo en el hogar. “El mundo necesita que las mujeres estén presentes en todos los espacios donde se toman decisiones”, dijo en distintos foros, destacando la capacidad de las mujeres para generar comunidad, cuidado y paz.

Reformas dentro de la Iglesia

Uno de los avances más visibles del papa fue su decisión de nombrar a mujeres en cargos de responsabilidad dentro del Vaticano, un terreno históricamente reservado a los hombres. Figuras como Nathalie Becquart —primera mujer con derecho a voto en el Sínodo de los Obispos—, Raffaella Petrini —secretaria general del Estado Vaticano— y Francesca Di Giovanni —diplomática en la Secretaría de Estado—, marcaron un hito en la historia eclesial.

Además, en 2021, Francisco modificó el derecho canónico para permitir que las mujeres puedan desempeñar formalmente los ministerios laicales de lectorado y acolitado. Aunque en la práctica ya lo hacían en muchas comunidades, esta modificación otorgó un respaldo legal y simbólico a su rol litúrgico.

También creó comisiones para estudiar el diaconado femenino, una función con raíces históricas en la Iglesia primitiva, aunque hasta ahora sin una decisión definitiva.

Sin embargo, estos nombramientos no implican una transformación real del poder clerical, que sigue reservado exclusivamente a los varones. Las mujeres continúan excluidas del sacerdocio y, por tanto, de los verdaderos espacios de toma de decisiones doctrinales.

En cuanto al liderazgo, ha defendido que las mujeres no solo deben ser escuchadas, sino también tener voz en las decisiones importantes de la Iglesia. “Una Iglesia sin mujeres no se puede entender”, repitió en múltiples ocasiones.

Maternidad y aborto

La maternidad fue uno de los temas frecuentes del papa. Para él, ser madre no debería ser motivo de exclusión laboral ni social. Criticó con fuerza las políticas que penalizan a las mujeres por embarazarse, llamando a construir una sociedad que valore y apoye la maternidad, especialmente entre las mujeres más vulnerables.

En su discurso público, el papa Francisco valoró la maternidad como una contribución insustituible a la sociedad. Pero su énfasis constante en este rol como vocación “natural” ha sido criticado por invisibilizar otras experiencias femeninas y por no cuestionar las estructuras sociales y económicas que hacen que muchas mujeres no puedan elegir libremente si ser madres o no.

Asimismo, al hablar de aborto, Francisco mantuvo la posición tradicional de la Iglesia, describiéndolo como “homicidio” o “el asesinato de un inocente” incluso en contextos de pobreza, abuso o riesgo para la vida de la madre.

No obstante, promovió una aproximación más pastoral hacia quienes han vivido esa experiencia. En el Jubileo de la Misericordia (2015), otorgó a todos los sacerdotes del mundo la facultad de absolver este pecado, gesto que antes solo era competencia de obispos o confesores especialmente autorizados.

“La misericordia de Dios no conoce límites. Dios perdona todo”, afirmó, abriendo una puerta a la reconciliación espiritual sin juicio.

Lo que viene

Si bien Francisco abrió cierto diálogo, no siempre se tradujo en transformación. Las reformas del papa respecto a las mujeres han sido más institucionales que estructurales. Si bien se reconoció la necesidad de mayor participación femenina, no se cuestionó el modelo clerical ni la lógica patriarcal que define qué pueden y no pueden hacer las mujeres dentro de la Iglesia.

Así, la Iglesia del siglo XXI sigue enfrentando una contradicción profunda: hablar de igualdad en un sistema que sigue siendo excluyente. Su sucesión abre interrogantes profundos sobre el rumbo de esta visión y el papel de la mujer dependerá, en gran medida, del perfil del próximo papa.

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