Beatriz Bataszew, sobreviviente del excentro de tortura Irán 3037 (ex “Venda Sexy”) durante la dictadura, ha luchado por la justicia y por visibilizar la violencia política y sexual. A sus 69 años, continúa resistiendo y reivindicando la memoria.
Beatriz Bataszew fue detenida a los 20 años, el 12 de diciembre de 1974, por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), en el excentro de tortura Irán 3037 (ex “Venda Sexy”), durante la dictadura cívico-militar. Para ese entonces, estudiaba Ingeniería Forestal en la Universidad de Chile.
La ex “Venda Sexy” o “La Discoteque”, como también se conoce, fue un lugar reconocido por torturar mediante violencia político-sexual, principalmente a mujeres detractoras del régimen dictatorial.
Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de Beatriz Bataszew, quien ha dedicado gran parte de su vida a la memoria colectiva, la reparación contra las víctimas de dicho centro de detención y la justicia.
Beatriz ha compartido en varias oportunidades su experiencia de resistencia y supervivencia en este centro de tortura, que duró seis días, seguidos de más de 20 días incomunicada en Cuatro Álamos y posteriormente más de un año en el campo de Tres Álamos, todos de la DINA.
Después del retorno a la democracia, se enfrentó a los desafíos de los informes Rettig y Valech, que no abordaron completamente la violencia político-sexual, y que se sigue reivindicando hasta la actualidad. A pesar de las limitaciones y desafíos, Beatriz inició un proceso legal en 2004 para obtener justicia por los crímenes cometidos en la ex “Venda Sexy”, destacando la importancia de visibilizar la violencia política y sexual que las mujeres sufrieron durante la dictadura.
El fallo favorable finalmente llegó el 21 de agosto de 2023, condenando a tres ex agentes de la DINA por “secuestro calificado y tormentos con violencia sexual” y otorgando una indemnización a las mujeres víctimas. Aunque la sentencia se percibe como un paso necesario, Beatriz ha señalado que no se acerca completamente a la justicia que merecen las sobrevivientes.
La lucha de Beatriz va más allá de su propia experiencia, ya que, junto con el Colectivo Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes, aboga por las víctimas de violencia política y sexual y trabaja para instalar un memorial en la antigua casa de tortura, renombrada como “Casa Irán 3037”. A pesar de las dificultades, Beatriz continúa su activismo, marchando, dando charlas y resistiendo, enfocándose en la construcción de un futuro donde las mujeres no sean víctimas de violencia política y sexual.