María Georgina Quitral trabajó en la consagración de su propio arte derrumbando las barreras sociales, raciales y musicales de la época. Sin embargo, su gran talento y trayectoria no le garantizaron una página en la historia de las grandes artistas de Chile.
Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de María Georgina Quitral, quien enriqueció el panorama musical nacional con su innegable talento, más su extensa trayectoria internacional.
María Georgina Quitral Espinoza fue una destacada soprano chilena nacida en 1916 en Iloca. Hija de padre mapuche, se mostró siempre orgullosa de sus raíces indígenas. Desde temprana edad demostró un talento prodigioso para el canto, destacándose en reuniones familiares, en la escuela y en la iglesia, donde fue apodada “La Alondra Mágica” por su impresionante voz.
De a poco Georgina se fue sumergiendo en el mundo de la música, comenzando con clases particulares y luego, a partir de 1935, en el Conservatorio Nacional de Música, donde potenció su extraordinaria voz. Tras dos años de intenso aprendizaje, María Georgina debutó formalmente como Rayén Quitral en el Teatro Central de Santiago, instancia en la que integró su herencia mapuche como un elemento distintivo de su canto y personalidad, adoptando el nombre Rayén, que significa “flor” en mapudungun, junto a vestimentas y platería tradicionales del pueblo mapuche.
Ya en 1954, en un breve regreso al país, recibió la distinción del ‘Caupolicán’, como la mejor cantante lírica de Chile. Como resultado, el acto de Rayén de integrar su herencia mapuche en su carrera musical fue objeto de crítica tanto en el ámbito musical chileno como en la prensa especializada.
Sin embargo, desde aquel debut la trayectoria musical de la carrera de Rayén Quitral alcanzó importantes logros e hitos significativos. Entre ellos se destacan su actuación en la inauguración del Estadio Nacional en 1938 y sus presentaciones en los principales escenarios de ópera del país, especialmente en el Teatro Municipal. De hecho, en el libro conmemorativo de los 150 años de historia del Teatro Municipal, se la reconoce como una de las grandes voces que han actuado en el emblemático recinto.
Así, su talento la llevó a ser invitada al Teatro Colón de Buenos Aires, donde interpretó el papel de la Reina de la Noche en la famosa ópera “La Flauta Mágica”. Fue en esa ciudad donde la cantante desarrolló uno de los capítulos más importantes de su trayectoria con frecuentes recitales, más la grabación de dos discos y la positiva recepción de la prensa.
Lejos de Chile, la Alondra Mágica continuó por largos años con presentaciones en el resto de Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Ya en 1954, en un breve regreso al país, recibió la distinción del ‘Caupolicán’, como la mejor cantante lírica de Chile. Posteriormente, de vuelta en Europa, la cantante se estableció en Hamburgo gracias a una beca otorgada por el Gobierno Alemán.
Tras su retorno definitivo a Chile en 1960, Rayén enfrentó un periodo marcado por dificultades económicas, inestabilidad y desencuentros con el círculo artístico y la prensa, retirándose de los escenarios en 1967.
Finalmente, en 1972 se le otorgó una pensión de gracia que alivió en cierta medida su situación económica en la vejez.
María Georgina Quitral Espinoza falleció en Santiago el 20 de octubre de 1979, dejando un legado que pasó sin mayores reconocimientos públicos. Varios críticos operáticos consideran que su inmenso talento nunca fue lo suficientemente valorado.