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¿Por qué no puedes esperar una relación sana con un hombre narcisista? Yo opino Elconfidencial

¿Por qué no puedes esperar una relación sana con un hombre narcisista?

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Virginia Oms, PhD
Por : Virginia Oms, PhD Psicóloga clínica, especialista en autoestima y relaciones de pareja
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“Por qué no supe esto antes, llevo años con una pareja con estos rasgos, y ahora todo me hace sentido”. Son frases que se repiten constantemente entre mis pacientes en las sesiones de psicoterapia, por lo que me resulta importante poder informar al respecto, para que las mujeres puedan reconocer rasgos propios de estas estructuras de la personalidad y de esta manera conozcan las consecuencias de relacionarse con personas con severos rasgos narcisistas, debido a los riesgos psicológicos y hasta físicos a los que se pueden ver expuestas.

En primer lugar, es fundamental señalar que el estilo narcisista de la personalidad no es solo un tipo de persona. Es un espectro, que va del “sano” o inofensivo, al gravemente comprometido y dañino en las relaciones. En el polo sano de este espectro, tenemos personas bastante autorreferentes, infantiles y poco empáticas, pero no existe en ellas un desprecio por los demás ni una sensación de superioridad moral, jerárquica y social.

Cuando nos acercamos al polo más patológico, en palabras sencillas, se trata de personas que tienen serias carencias de herramientas para manejar bien sus emociones porque no obtuvieron una contención sensible ante sus necesidades emocionales en su infancia, como para saber lidiar asertivamente con ellas. Esto puede generar graves efectos en su entorno, específicamente en sus parejas. Por ejemplo, algunas frases frecuentes en mis pacientes para describirlos son: “si se enoja, me castiga dejando de hablar durante horas o incluso días”, o “cada vez que discutimos me termina echando la culpa de todo”, o “nunca pide perdón, discutimos por horas y me despliega un discurso todo armado que me deja sin argumento y me invalida”, “me critica constantemente y siempre cree que el problema soy yo”.

Existen distintos niveles de gravedad en el narcisismo. Cuando hablamos del nivel grave del espectro, nos encontramos con estructuras que son incapaces de amar sanamente, asimismo estas personas pueden usar tácticas de manipulación como el gaslighting o luz de gas. Esta es una estrategia abusiva que consiste en hacer dudar a la víctima sobre su propia salud mental, generando en su pareja cuestionamientos tales como: “¿estaré loca?”, “todo es mi culpa, lo arruiné otra vez”, “no sé por qué soy así”, “¿será que tengo que ir al neurólogo o al psiquiatra porque no me acuerdo bien las cosas?”, “¿estaré distorsionando la realidad?”. Es impactante cómo esta técnica afecta su autoestima, amor propio y bienestar emocional.

Dos facetas

Por lo general tienen dos facetas: una en público y otra en privado. En público son los mejores amigos, los mejores anfitriones y muy amables, pero en privado conocemos al “monstruo”: una persona que jamás está satisfecha con nuestras actitudes, que nos critica, que nos juzga y que nos exige sin parar.

Son personas que, por lo general, responsabilizan a los demás de sus propios problemas y se creen en posesión de la verdad absoluta. En una discusión en la que sus parejas intentan expresar cómo se sienten, suelen dar vuelta las cosas y echar la culpa de todo. Este nivel de certeza, casi delirante, con la que sostienen sus postulados, hacen sentir muy confundidas a sus parejas.

Las personas narcisistas se ven muy seguras, pero no lo son. Por lo general tienen serias heridas que los llevan a necesitar una admiración constante por parte de los demás (y por ende tienen bastante sensibilidad a la humillación). Estos sentimientos de inseguridad y vacío, muchas veces intentan llenarlos con encuentros con otras personas (infidelidad), en una búsqueda constante de sentir esa admiración y capacidad de seducción.

En la convivencia con estas estructuras de la personalidad, todo gira en torno a sus estados anímicos, que suben y bajan con gran facilidad. Esto se debe a que son personalidades que no perciben los grises, todo es bueno o malo, todo es blanco o negro. Y de esa misma manera tratan a sus parejas (y muchas veces a sus hijos) en la intimidad del hogar.

Finalmente quiero aclarar que en la psicología no existen las buenas o las malas personas. Eso dejémoslo para la materia moral de cada uno. Si bien como psicóloga no disfruto de etiquetar a los seres humanos, creo que es fundamental conocer algunas de las consecuencias de relacionarnos con personas con estos rasgos de la personalidad. Estos postulados los escribí movilizada por el tremendo sufrimiento de mis pacientes mujeres al intentar establecer una relación sana con una estructura psicopatológica que es incapaz de brindar un amor sano y maduro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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