Según la última Encuesta Nacional de las Juventudes del Ministerio de Desarrollo Social (2022), el 20% de los jóvenes ha vivido un embarazo no planificado. Del total de embarazos adolescentes registrados al año, el 6% termina en un aborto (datos INE). Asimismo, la posibilidad que una mujer interrumpa su embarazo es cinco veces mayor si pertenece a un nivel económico alto y con mejor educación, en comparación a una en el opuesto nivel de ingresos y con menor formación. Sin duda, una cifra que ejemplifica las desigualdades sociales en torno a la salud sexual y reproductiva que viven las mujeres en Chile.
“Vamos a atender la urgencia de un Chile más justo, igualitario y digno para todas las mujeres, un Chile para todas”, decía en marzo el presidente Gabriel Boric en la conmemoración por el 8M. Pero, ¿estamos cerca de hacer realidad estas declaraciones? El camino se ve difícil a juzgar por los últimos acontecimientos que nuevamente intentan socavar derechos básicos para las mujeres en nuestro país, como lo son los sexuales y reproductivos.
“Las mujeres son las que deben tomar sus propias decisiones”, comentó Michelle Bachelet, ex Alta Comisionada de la ONU en una reciente visita al Consejo Constitucional. La ex mandataria está preocupada por las enmiendas relacionadas con poner fin a la paridad y también a los derechos sexuales y reproductivos en medio del debate por la nueva constitución. ”En materia de mujer no debería haber retrocesos”, argumentó. Preocupantemente, las chilenas estamos en alerta para que nuestros derechos no se debiliten, sino que muy por el contrario, se fortalezcan.
Según la última Encuesta Nacional de las Juventudes del Ministerio de Desarrollo Social (2022), el 20% de los jóvenes ha vivido un embarazo no planificado. Del total de embarazos adolescentes registrados al año, el 6% termina en un aborto (datos INE). Asimismo, la posibilidad que una mujer interrumpa su embarazo es cinco veces mayor si pertenece a un nivel económico alto y con mejor educación, en comparación a una en el opuesto nivel de ingresos y con menor formación. Sin duda, una cifra que ejemplifica las desigualdades sociales en torno a la salud sexual y reproductiva que viven las mujeres en Chile.
¿Qué nos dicen las cifras de embarazos no planificados? Hay que evaluar por qué nuestros jóvenes no están usando métodos anticonceptivos o si lo hacen, los ocupan incorrectamente. De hecho, más del 40% de los embarazos ocurren por el mal uso de anticonceptivos. Es por esto que una de las estrategias ampliamente aprobadas por las sociedades científicas nacionales e internacionales es la implementación de métodos anticonceptivos de larga duración reversibles (LARCs, por su sigla en inglés) en la población joven, que son los métodos anticonceptivos más eficaces, con una duración entre 3 a 12 años.
Existen 3 grupos de anticonceptivos de larga duración reversibles: los implantes subdérmicos, los dispositivos intrauterinos hormonales y los dispositivos intrauterinos no hormonales.
Sabemos que cuando se quitan todas las barreras de acceso a anticonceptivos, el 75% de las mujeres escoge un LARCs. Sin embargo en Chile, sólo el 10.8% de las jóvenes lo utiliza. ¿Por qué ocurre? Aquí claramente se identifican dos problemas:
Además de todo esto, hay que sumar que la sociedad no juzga con la misma vara a hombres y a mujeres, menos aún en temas relacionados a sexualidad. En los embarazos no planificados se suele atribuir la culpa a la mujer, se han perpetuado por siglos sexismos y neuro sexismos tratando de justificar esta doble moral del estilo: “Los hombres tienen más necesidades sexuales” o “no se pueden controlar”. Una gran falacia.
Según la ONU, faltan más de 300 años para alcanzar la igualdad de género. Si no nos unimos solidariamente, no vamos a lograr los cambios sociales que nos afectan a todas, especialmente a las chilenas. Qué mejor manera de iniciar esos cambios hoy partiendo por brindar un acceso universal de anticonceptivos de larga duración a nuestras jóvenes y menores de edad. Así, no sólo disminuirían los embarazos adolescentes, sino que también aumentarían las posibilidades de miles de mujeres a decidir sobre su cuerpo, vida y futuro en igualdad de condiciones que los hombres. En definitiva, dentro de un Chile para todas y todos.