La representación superficial no garantiza cambios reales. Es crucial promover políticas que aborden las inequidades de género y aseguren una participación auténtica y empoderada.
En la actualidad, la participación política de mujeres y disidencias sigue enfrentando obstáculos significativos que requieren de una profunda reflexión y acción transformadora. Dos de los principales desafíos que obstaculizan el avance hacia una democracia más equitativa y representativa son la falta de paridad en los procesos electorales y la instrumentalización de mujeres y disidencias por los partidos políticos.
En primer lugar, la falta de paridad en las elecciones primarias y municipales representa una brecha sustancial en el camino hacia una representación política más diversa y justa. A pesar de los avances logrados en materia de igualdad de género, seguimos observando una clara sub representación de mujeres y disidencias en los espacios de toma de decisiones políticas. Esta falta de paridad no solo debilita la legitimidad de nuestras instituciones democráticas, sino que también limita la diversidad de perspectivas y experiencias que se reflejan en las políticas públicas.
Por otro lado, la instrumentalización de mujeres y disidencias por parte de los partidos políticos para cubrir cuotas o cumplir formalidades electorales, sin un genuino compromiso con la igualdad de género, constituye una problemática que socava los avances hacia una participación política inclusiva y efectiva. Es fundamental reconocer que el simple hecho de tener candidatas mujeres o disidencias no garantiza automáticamente un enfoque de género en la agenda política ni la promoción de cambios significativos en términos de equidad y justicia social.
Profundizar en esta idea implica adentrarse en la complejidad de las estructuras políticas que suelen utilizar la representación simbólica como un sustituto del cambio real. La inclusión de candidatas mujeres o disidencias puede ser cosmética si no va acompañada de un compromiso genuino con las desigualdades sistémicas subyacentes.
Esta reflexión crítica invita a cuestionar el sistema político actual, que a menudo utiliza la diversidad como una herramienta conveniente para proyectar una imagen de inclusión sin abordar. Es esencial desafiar esta lógica superficial y exigir acciones concretas que transformen las estructuras de poder y promuevan cambios significativos en términos de igualdad y derechos.
Desde una perspectiva crítica, es necesario cuestionar el statu quo y proponer nuevas formas de pensar la participación política. La verdadera transformación implica ir más allá de la representación superficial y abogar por políticas que aborden de raíz las inequidades de género, garantizando un enfoque transversal que permeé todas las decisiones políticas. Solo así se podrá romper con las inercias que perpetúan la desigualdad y avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva.
En resumen, este análisis crítico y rupturista nos invita a replantear la participación política de mujeres y disidencias en un contexto donde la paridad y la instrumentación política son solo el primer paso hacia una verdadera transformación social y política. Abogar por un cambio genuino y sistémico en favor de la equidad de género y la justicia social es el desafío que debemos enfrentar con valentía y determinación.
Ante estos desafíos, es imperativo impulsar medidas concretas y efectivas que aborden la falta de paridad en los procesos electorales y fomenten una participación política auténtica y empoderada de mujeres y disidencias. Es necesario promover políticas y acciones que vayan más allá de la mera representación numérica, y que garanticen la incorporación de una perspectiva de género transversal en todas las esferas de la vida política.
De hecho, la paridad y el compromiso genuino de los partidos políticos, con participación política y representación plena de mujeres y disidencias, son contribuciones concretas que promueven un marco electoral más justo, democrático y por sobre todo en vías a la igualdad de género.