En Chile, la figura del “papito corazón” refleja la ausencia paternal, dejando a hijos e hijas la carga de explicar y asumir roles adultos desde temprana edad. Esto profundiza desigualdades de género al cuestionar normas familiares hegemónicas en celebraciones como el día del padre.
Se acerca el Día del Padre; el día de las ausencias, silencios y suspenso.
En Chile la figura del “papito corazón” representa gran parte de la historia de la población. Rol que se constituye por la decisión de eludir la responsabilidad parental, afectiva y económica.
Está decisión de manera paralela configura y constituye un rol particular que interpela a las hijas e hijos, del progenitor, donde a temprana edad y de manera involuntaria niñas y niños aprenden a elaborar un discurso identitario y de linaje junto con gestionar diversas estrategias para responder ante una sociedad que al día de hoy aún cuestiona la figura familiar fuera de la “norma”.
Estrategias y respuesta que se tensionan en fechas y conmemoraciones como lo es día del padre, donde niñas y niños se hacen responsables, porque el progenitor decide traspasar la responsabilidad a un menor, de dar explicación por la ausencia, responder por qué no está, por qué no viven juntos, y la clásica pregunta ¿Dónde está? y ¿Quién es?
Las preguntas e interpelación que se experimentan desde la reproducción cultural y social, como es el comercio, programas de televisión, actos conmemorativos, y el clásico trabajo manual escolar donde se realiza la elaboración de regalos y actividades, profundiza la desigualdad de género en las infancias a partir de la “vizibilización de la ausencia” y el traspaso de responsabilidad por no ser parte de una familia hegemónica.
De esta manera, el traspaso de responsabilidad social, cultural, que los padres ausentes delegan a los niños, niñas constituye una violencia simbólica.
Delegar la responsabilidad a un menor de explicar “dónde está” un padre, que es de él, porque no está, y por qué “se fue” es reflejo de los tantos privilegios que tienen los hombres en la sociedad para eludir responsabilidades.
Por eso en cada día del padre, niñas y niños se encuentran frente a una mayor exposición a dar explicaciones, que muchas veces son respuestas desconocidas, dolorosas, asumidas, trabajadas, y muchas otras un relato familiar para la ocasión.
El emplazamiento de la pregunta constituye directamente una desigualdad de género que se ejerce a temprana edad, y que se agrava al posicionar a menores a asumir la responsabilidad de un otro, dar explicaciones por un otro, entendiendo a la vez que la realidad familiar no es la norma y por lo tanto se presenta la diferencia.
Ahora bien, es curioso y extenso reflexionar en torno a los motivos que lleva a un hombre, un padre a decidir la ausencia, renuncia de los derechos y deberes de un padre, decidir hacer responsable a un hija/o a temprana edad por las decisiones y acciones propias, generando la renuncia involuntaria de la individualidad de las y los menores, donde asumen la responsabilidad de otro.
En fechas como estas, debemos visibilizar no la ausencia, si no, avanzar en la vizibilización de las diferentes tipos de familias que se presentan en el país y avanzar en la diversificación de roles de género y recordar siempre que frente de las ausencias están los niños y niñas.