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Voces de mujeres, las aguas fluyen BRAGA Foto: ONU Mujeres / Lupita Valdés Morales

Voces de mujeres, las aguas fluyen

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Victoria Uranga Harboe
Por : Victoria Uranga Harboe Presidenta de la Corporación Defensa de la Cuenca del Mapocho
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Las mujeres estamos defendiendo las aguas para tener presente y futuro. Lideresas, voceras y expertas están co-creando modos más resilientes, sostenibles e inclusivos de vivir, por lo tanto, de diseñar ciudades, producir alimentos, educarnos y compartir en el buen vivir.


Las más de 2.500 adultas mayores suizas agrupadas en la asociación “Abuelas por el Clima”, lograron en abril de este año algo inédito: que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos fallara a su favor luego de que acusaran al gobierno de su país por falta de acción ante el cambio climático. Otra forma muy distinta de sacar la voz son las fotos del desnudo colectivo de 80 mujeres que se reunieron el 13 de julio en la playa de Horcón. De esta forma, el proyecto “Mujeres del Agua: V Región”, de la fotógrafa documental Ana Elisa Sotelo, invitó a celebrar nuestra vital conexión con el agua.

Las mismas aguas que el río Mapocho arrastra trayendo mensajes milenarios que van desde los glaciares al mar. Cruzan al Santiago resiliente, donde organizaciones como Mapocho Vivo ayudan a visibilizar la biodiversidad que sostiene este maravilloso corredor biológico. Pero nos falta tanto, partiendo por protegerlo oficialmente como humedal urbano en todas las 16 comunas que atraviesa.

Es el fluir libre de las aguas que nos invita a girar hacia nuestro lado más humilde, mamífero y amoroso que abre la posibilidad de reconocer interdependencia simbiótica con otras especies y, por lo tanto, genera puntos de partida para co-crear nuevas maneras de ser y estar en la Tierra.

“Gran espíritu, quítame el corazón por unas horas te lo pido y póngaselo a los que gobiernan, para que sientan lo que se siente cuando veo esa magia en las manos, cuando brota la semilla y ve la luz, para que sientan lo que yo siento, para que tengan compasión, para que miren las montañas, para que vean los majestuosos glaciares, miren los humedales y vean su importancia, y se emocionen, para que defiendan los ríos, sus cursos y cuanto lo rodea”, escribió la directora de la Escuela Agroecológica en Resistencia REBERDE Patricia Núñez Dedos Verdes, cuando el  Ministerio de Agricultura publicó en el Diario Oficial orientaciones para las semillas tradicionales, al poco tiempo de la aprobación del TPP11.

Tiempo de sacarse las máscaras. No repitamos las falsas soluciones que destruyen la vida, ni seamos cómplices del lavado de imagen verde (greenwashing) que solo busca generar nuevos negocios, o el mantra vacío de “alianzas público – privadas” cuando incluyen empresas que vulneran los derechos de las personas y de la naturaleza.

Recientemente, un colectivo de organizaciones de la sociedad civil de las regiones Metropolitana y de Valparaíso, la Red por los Sitios Prioritarios, hizo una declaración pública ante la falta de información en el proceso de participación del proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP). También remarcaron la inconsistencia de que Ministerio de Medio Ambiente firme un “Plan de Acción Empresarial en Biodiversidad” con empresas como AES Chile, Arauco, Anglo American, Bayer, CMPC, SQM y otras que han sido sancionadas por el mismo Estado por daños al medioambiente. Recordemos que Anglo American, además de su histórica sanción por vertido de drenajes ácidos desde el Depósito de Estériles Donoso de la mina Los Bronces, fue recientemente sancionada por la Dirección General de Aguas (DGA) por extracción no autorizada de aguas en la cuenca del río Aconcagua en pleno contexto de escasez hídrica.

Ante el reduccionismo que privilegia el paradigma extractivista, es necesario visibilizar miradas críticas, conciencia amplia, diálogo con sentires diversos que incluyan aprendizajes de otros tiempos para unirnos en torno al resguardo del bien común. El gobierno de turno y las grandes empresas, son sólo una parte de esa construcción. Organizaciones sociales, comunidades indígenas y las voces expertas desde los territorios deben ser escuchadas.

Y un imperativo es escuchar a las mujeres. Porque no es extraño que las mujeres nos convirtamos en activistas, defensoras y guardianas de la naturaleza. Además del rol histórico de cuidados, somos quienes primero sufrimos las consecuencias de las crisis ambientales, que proyectan las inequidades en múltiples dimensiones. Por eso, defender la vida en los territorios implica además cuestionar las relaciones de poder del orden patriarcal hegemónico.

Muchísimas mujeres conforman las más de 160 organizaciones de todo el país que en el 2023 intentaron influir en lo que hoy es la precaria Ley 21.660 Sobre Protección Ambiental de las Turberas. Esta prohíbe la extracción de la turba, pero permite la extracción del musgo Spagnum magellanicum o pompón, sin considerar que la turba y el musgo forman un sistema frágil e indisoluble cuyos servicios ecosistémicos son esenciales. No por casualidad el nombre pompón deriva del vocablo mapuche poñ-poñ, que significa esponja, ya que este musgo retiene gran cantidad de agua de lluvia, la que libera poco a poco, regulando el caudal de ríos y esteros.

Desde Chiloé continúan las denuncias por la frágil protección al pompón y las turberas, ya sea por la falta de fiscalización, por la fiebre de loteos de parcelas que deja a criterio privado bienes de valor colectivo o por la destrucción que generan los complejos industriales energéticos como los construidos en el sector de San Pedro, en la Cordillera del Piwchen, en la comuna de Dalcahue. A esto se suma, como informa la Asamblea de Mujeres Insulares por las Aguas, la amenaza de nuevos proyectos como el Parque Eólico Altos de Tablaruca, que se emplazará en las comunas de Chonchi y Quellón y que considera talar casi 300 héctareas de bosques, afectando a más de 20 cursos de agua con el solo propósito de abastecer al Sistema Eléctrico Nacional y así llevar energía a la minería y la agroindustria en otras regiones de Chile.

Mucho más al norte, desde Toconao, voces como la de Edith Parra, lideresa likanantai, resuenan fuerte defendiendo a los salares. “Son los lugares en donde se genera toda la vida que conozco, amo y respeto. Los salares nos entregan conocimiento y albergan a nuestros hermanos mayores: los flamencos, que ocupan un lugar central en nuestra cultura. Hablar de salares es hablar de vida, no como el Estado o los privados, que sólo ven litio o recursos hídricos, incluso diferencian aguas saladas de las dulces. Eso no lo compartimos”.

Las mujeres estamos defendiendo las aguas para tener presente y futuro. Lideresas, voceras y expertas están co-creando modos más resilientes, sostenibles e inclusivos de vivir, por lo tanto, de diseñar ciudades, producir alimentos, educarnos y compartir en el buen vivir. Están fluyendo las aguas, abrámonos a escuchar para que nuevas conversaciones sean posibles.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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