Publicidad
Reconocer la Violencia de Género en el trabajo, un desafío para la implementación de la Ley Karin BRAGA

Reconocer la Violencia de Género en el trabajo, un desafío para la implementación de la Ley Karin

Publicidad
Leslie Rauld Olave
Por : Leslie Rauld Olave Socióloga, especialista en género, diversidades y políticas públicas.
Ver Más

Para el cambio cultural que esperamos es crucial educar a la sociedad sobre la gama completa de comportamientos que constituyen violencia de género en el trabajo.


Uno de los principales obstáculos para reconocer la violencia de género en el trabajo es la falta de conciencia y comprensión sobre qué constituye violencia y acoso. Muchas personas asocian la violencia laboral únicamente con manifestaciones físicas explícitas, ignorando que el acoso sexual, el hostigamiento psicológico, la discriminación y otras formas de abuso pueden ser igualmente dañinas y están basadas en razones de género. Según cifras, del Observatorio de Violencia de Género en el Trabajo del año 2023, se estima que más del 25% de las mujeres trabajadoras han sido víctimas de algún tipo de violencia de género en el ámbito laboral, ya sea acoso, agresiones verbales o físicas.

De hecho, existen múltiples experiencias que van desde haber recibido comentarios sexuales no deseados, preguntas acerca de sus preferencias sexuales, insinuaciones explícitas, chistes sobre la apariencia física, hasta envíos de material pornográfico a través de redes sociales, principalmente lo que se conoce como sextear donde las personas envían fotos de sí mismos a través de una selfie.

Estas conductas, que por años han sido naturalizadas e incluso vistas inofensivas, son en realidad formas de acoso sexual que crean un ambiente de trabajo hostil y degradante, donde las personas afectadas van desarrollando estrategias para sortear estas situaciones, no obstante, el miedo a denunciar para no perder el trabajo, recibir alguna medida de “castigo”, o también el juicio de las y los compañeros de trabajo, sigue siendo el principal factor para mantener el silencio.

De hecho, en particular las mujeres nos hemos convertido en resilientes al acoso sexual y la violencia por razones de género, en tanto no existen aún espacios seguros. Inclusive si consideramos, de manera crítica algunas prácticas habituales como interrumpir a las mujeres constantemente en reuniones, asignarles tareas administrativas, de gestión, domésticas o de cuidado no reconocidas como parte del trabajo, y cuestionar constantemente sus capacidades podemos evidenciar ejemplos de microagresiones basadas en el género que tienen efectos nocivos y que pasan desapercibidos, debido a la normalización y aceptación de estas conductas como parte de la cultura organizacional.

En este contexto, las políticas públicas juegan un rol fundamental, la promulgación de leyes como la Ley N° 21.643, conocida como Ley Karin, establece un marco normativo que obliga a las organizaciones a tomar medidas preventivas y sancionadoras contra la violencia y el acoso en el trabajo. Sin embargo, sabemos que la ley por sí sola no es suficiente para contrarrestar este fenómeno, por ello es necesario implementar políticas organizacionales claras y contundentes contra la violencia de género, respaldadas por la creación de guías y protocolos específicos que ilustren estas conductas, así como talleres y campañas de sensibilización que permitan contar con ejemplos concretos y casos reales, que ayuden a que las personas puedan identificar y denunciar estas prácticas. Para el cambio cultural que esperamos es crucial educar a la sociedad sobre la gama completa de comportamientos que constituyen violencia de género en el trabajo.

Para aquello, no basa con la declaración de buenas intenciones por parte de quienes lideran las organizaciones, sino un compromiso real que se evidencia a través del cambio actitudinal mediante el comportamiento diario y la respuesta ante situaciones de violencia y acoso sexual. Sólo así, estaremos construyendo espacios seguros que nos permitan cumplir con el derecho a vivir una vida libre de violencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias