Publicidad
Las mujeres empiezan a llegar a la cima en el sector científico, pero aún queda camino por recorrer Yo opino

Las mujeres empiezan a llegar a la cima en el sector científico, pero aún queda camino por recorrer

Publicidad
Lara Dura
Por : Lara Dura Consejera Ejecutiva de Amphos 21, consultora especializada en los sectores del medio ambiente, el agua y la energía en España, Chile y Perú, y Directora de División (Europa y Latinoamérica) del Grupo RSK.
Ver Más

Las cosas han mejorado mucho desde que yo fui una niña curiosa, estimulada por la ciencia: hoy en día hay más mujeres trabajando en el sector y más mujeres en puestos de responsabilidad. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. 


Mi amor por la ciencia empezó en la escuela. Allí, mi profesor de química impartía clases tan mágicas que desarrollé una admiración por la ciencia que duraría toda mi vida.
En la escuela también aprendí el impacto positivo que la ciencia podía tener en el mundo. Aprendí que, empleada adecuadamente, la ciencia puede encontrar las respuestas a los grandes desafíos del presente, desde la lucha contra la crisis climática y el declive de la biodiversidad, hasta el desarrollo de la producción de energía limpia.
Este año, mi empresa, Amphos 21, ha celebrado su 30 aniversario.  Durante ese tiempo, ha estado en el centro de la búsqueda de esas soluciones. Por ejemplo, el año pasado dirigimos evaluamos la viabilidad de un nuevo proyecto de extracción de litio en el Salar de Maricunga – esencial porque el litio es necesario para la transición a los vehículos eléctricos.
A lo largo de mi carrera mi trabajo ha sido increíblemente gratificante y, además, he tenido la suerte de que muchos líderes del sector me apoyaran y creyeran en mí.  Sin embargo, las personas que me rodeaban en puestos ejecutivos eran casi exclusivamente hombres.
Lentamente, esta realidad va cambiando, sin embargo, el predominio de figuras masculinas en los inicios de mi carrera refleja un reto mayor al que siempre se ha enfrentado nuestro sector: la ausencia de mujeres que desempeñen el rol de líderes y modelos a seguir.
Esto se opone directamente al potencial de la ciencia para mejorar el mundo, ya que su misión positiva debe extenderse más allá de la mera aplicación científica e incluir también la composición social de la propia industria.
En mi opinión, el problema empieza durante la educación. La media mundial de mujeres graduadas en carreras STEM sólo llega al 34% por promoción. Esta cifra desciende al 25,2% en las asignaturas de matemáticas o informática, y cae hasta el 16,5% en ingeniería o arquitectura.
En algunos países la disparidad es aún mayor. En Chile y España, por ejemplo, donde Amphos 21 tiene presencia, las mujeres representan sólo el 19% y el 29% de cada cohorte graduada en STEM, respectivamente.
Como era de esperar, esta diferencia educativa se traduce al mundo laboral, donde la representación de las mujeres en las carreras STEM ronda el 30% a nivel mundial. Esta diferencia crece a medida que se asciende la escala de liderazgo, ya que las mujeres sólo ocupan el 12,4% de los altos cargos. En Chile y Perú, donde Amphos está presente, la representación femenina coincide con estas estadísticas.
Un reto clave para abordar esta cuestión es que las barreras de entrada para las mujeres en la industria son menos visibles y suelen estar implícitas en las prácticas socioculturales.
Estudios sobre este fenómeno sugieren que hay tres fases clave en las que el acceso de las mujeres a STEM está en peligro: la elección de carrera, la persistencia y la promoción.
Las carreras suelen decidirse a una edad relativamente temprana, cuando unas clases de ciencia mágicas pueden empujar a una hacia un campo específico.  Sin embargo, a esta edad muchas mujeres se enfrentan a los prejuicios de los educadores y mentores. Además, a menudo carecen de modelos femeninos a los que admirar y seguir. Esto puede disuadir a las niñas que hayan pensado perseguir una carrera en este sector.
Luego, las mujeres que hayan sobrepasado este desafío se chocan a menudo con las dificultades de conservar sus empleos en STEM. Los grandes obstáculos en esta fase incluyen las brechas salariales por motivos de género, que asciende al 11% en la investigación científica en Chile, por ejemplo, así como las presiones sociales para conciliar la vida laboral y la familiar.
Por último, en la promoción profesional, las mujeres sufren una discriminacion, directa e indirecta, que dificulta su progresión. Además, en los entornos abrumadoramente masculinos, las mujeres ejecutivas suelen tener dificultades para hacerse oír. Estos factores disuaden a muchas mujeres de STEM de aspirar a los mismos ascensos que sus compañeros masculinos.
Esta historia no sólo la cuentan las cifras. Mi propia experiencia en comités y paneles me dice que cuando había pocas mujeres presentes, era mucho más difícil expresar tus opiniones. Afortunadamente, hoy en día, cuando participo en esos paneles, tengo más mujeres a mi lado.
Son mujeres se hacen oír, y destacan por su proactividad y ambición. Son mujeres que se han convertido en líderes de sus respectivos campos. Mujeres que dirigen equipos de asesoramiento y dirigen a actores clave de todo el mundo. Mujeres que buscan respuestas para los mayores retos de nuestro tiempo.
A medida que más mujeres se han ido incorporando a estos espacios, los prejuicios que siempre se habían mantenido están empezando a romperse. Y con esa ruptura llegan las oportunidades. Es cada vez más evidente que animar a más mujeres a trabajar en STEM sólo puede ser positivo, ya que responde a varios problemas a la vez.
En primer lugar, para cualquiera que piense que la ciencia puede servir para mejorar el mundo, aborda un imperativo moral que exige que fomentemos la diversidad e igualdad de oportunidades para todos.
En segundo lugar, tener más mujeres en STEM crea oportunidades de progreso social y científico. Por ejemplo, puede hacer frente a la escasez mundial de trabajadores en STEM, al tiempo que aborda cuestiones como la independencia financiera de las mujeres o la necesidad de diversificar las voces en los puestos de responsabilidad.
Por último, tener más mujeres en STEM facilita el crecimiento económico global, ya que significa que más personas trabajarán  en empleos mejor pagados – lo que aumenta la demanda en la economía – y además impulsa la innovación, que fomenta el crecimiento económico.
Las cosas han mejorado mucho desde que yo fui una niña curiosa, estimulada por la ciencia: hoy en día hay más mujeres trabajando en el sector y más mujeres en puestos de responsabilidad. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.  En mi opinión, si aceleramos el ritmo actual y animamos a más mujeres a dedicarse a la ciencia, la igualdad estará al alcance de la mano.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias