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Desafíos de seguridad y conectividad para mujeres Yo opino Créditos Imagen: Agencia Uno

Desafíos de seguridad y conectividad para mujeres

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Mejorar las condiciones físicas de los espacios públicos es fundamental para el desarrollo de una accesibilidad equitativa a la ciudad, sin dejar de abordar las estructuras sociales y culturales que perpetúan la inseguridad.


Cuando hablamos de movilidad urbana, hablamos del acceso a la ciudad. Chile ha sostenido un progresivo aumento en su cantidad de habitantes y ocupación territorial en los últimos años, un proceso que ha impactado en la suficiencia de infraestructura de movilidad y en las nuevas dinámicas de desplazamiento cotidiano de las personas.

En este contexto, las mujeres no solo se mueven para cumplir con sus propios compromisos laborales y personales, sino que también asumen una carga en las tareas de cuidado familiar, lo que provoca que la movilidad de las mujeres difiera sustancialmente en relación a los hombres.

De acuerdo a la directora de la Dirección de Transporte Público Metropolitano y ex ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Paola Tapia, “un 65,5% de los viajes realizados por mujeres se asocian a labores de cuidado. En contraste, un 62,8% de los trayectos realizados por hombres son para ir al trabajo”. Debido a este fenómeno las mujeres se mueven más, pero recorren menos distancia en cada viaje y optimizan el tiempo de sus recorridos, haciendo viajes en menor tiempo y más próximos entre cada destino, lo que infiere la importancia de la planificación en los sistemas.

El trabajo, los roles de cuidado de las hijas e hijos, del hogar, sus relaciones afectivas y comunitarias son elementos que generan diversidad en sus desplazamientos, lo que sumado a una diferencia significativamente menor de ingresos respecto a los hombres, produce una profunda inequidad en la movilidad y la forma en la que viven su cotidianidad.

Otro punto fundamental en esta discusión son los paraderos del transporte público, un lugar en nuestra ciudad que refleja con nitidez la disparidad social. Mientras algunas comunas lucen paraderos limpios, con iluminación, techos o publicidad en pantallas, en otros sectores de la capital estos elementos no cuentan con el equipamiento necesario para una adecuada espera.

En este contexto, la sensación de inseguridad en las calles está asociada en mayor medida al acoso callejero o las agresiones sexuales que a la ocurrencia de un robo. De acuerdo al estudio “Ella viaja segura” realizado por la CAF el año 2019, nueve de cada diez usuarias reportan haber sufrido acoso en el transporte en algún punto de sus vidas, lo que puede incluir desde miradas lascivas hasta tocaciones. Las mujeres temen viajar y caminar solas de noche, lo que impide que se muevan libremente. Esta situación coarta las posibilidades de estudio, trabajo e incluso entretención.

Las diferencias se acentúan dependiendo de los niveles socioeconómicos. Las mujeres que pertenecen a grupos socioeconómicos más bajos, en las ciudades tienden a tener trayectos más cortos, realizados principalmente a pie o en transporte público.

La falta de iluminación adecuada, la ausencia de personal de seguridad y la presencia de otros factores ambientales adversos contribuyen a este fenómeno. Ante ello, resulta imprescindible poner el foco en la generación de políticas públicas enfocadas en movilidad desde una perspectiva de género.

Mejorar las condiciones físicas de los espacios públicos es fundamental para el desarrollo de una accesibilidad equitativa a la ciudad, sin dejar de abordar las estructuras sociales y culturales que perpetúan la inseguridad. Invertir en infraestructuras más seguras y accesibles e implementar políticas públicas inclusivas es clave en la promoción de espacios urbanos diseñados con perspectiva de género para una movilidad más equitativa y segura para toda la población.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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