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El derecho a envejecer con dignidad Yo opino

El derecho a envejecer con dignidad

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Lucy Ketterer Romero
Por : Lucy Ketterer Romero Directora alterna del proyecto anillo "Mujeres Históricas".
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Los discursos edadistas y machistas solo han promovido un impacto negativo en cómo las mujeres mayores son percibidas dentro de su entorno.


A lo largo de la historia, el ser humano ha contado con años limitados en su existencia, en ciertas épocas, la esperanza de vida rodeaba los 25 años, hace algunos siglos atrás aumentaba a 40 años, y actualmente la cifra supera los 80 años, edad que sorprende pero preocupa  al mismo tiempo a una sociedad basada en la producción económica, que no ha sabido incorporar activamente a las personas mayores a los cambios del nuevo siglo.

Según el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), se proyecta que para el 2050 una de cada cuatro personas será mayor de 60 años, representando el 25% de la población. Ante el aumento de la esperanza de vida y la disminución de la natalidad, los gobiernos se han replanteado el funcionamiento de la sociedad que hasta ahora ha puesto a la juventud como motor del desarrollo. Nuevas políticas, mayor inclusión, y legislaciones intentan promover una participación activa de las personas mayores, estrategias que no logran cumplir a cabalidad las demandas y dejan en visto la brecha generacional que separa y posiciona a las personas mayores desde una mirada edadista y sexista.

La feminización del envejecimiento es una realidad que nos demuestra que la esperanza de vida en las mujeres supera la de los hombres, 83,5 años y 78,5 años  respectivamente. Pese a que la población  de mujeres mayores es superior, también lo es la desigualdad que experimentan, datos de la encuesta Casen afirman que un 20% de las mujeres mayores en 2017 no trabajaban, ni tampoco recibían pensión o jubilación; a diferencia del 8,5% de los hombres mayores. Además, un 70% de las mujeres mayores tiene alguna enfermedad crónica, en cuanto a los hombres mayores la cifra disminuyó a 46,7%. El deterioro de la salud dentro de sus múltiples factores desencadenantes, involucra el bienestar emocional y psicológico de las personas mayores, el cual puede verse afectado por las desigualdades sociales desfavorables para las mujeres.

El accionar edadista puede ser impartido por una o varias personas, por sociedades enteras, por medios de comunicación, por el estado, e incluso por la propia familia, esta última cumple un rol transformador en la auto percepción de la mujer mayor, esta transformación puede ser positiva pero también negativa, con un discurso violento y controlador, otorgando un lugar rezagado dentro del núcleo familiar a medida que la edad aumenta. El edadismo afecta la salud mental y salud física a tal punto que disminuye en 7.5 años la esperanza de vida, y empeora las probabilidades de recuperación en escenarios de discapacidad, de acuerdo a estudios del Observatorio del Envejecimiento, de la Pontificia Universidad Católica de Chile (2021).

Las mujeres, durante su vejez experimentan manifestaciones discriminatorias por el simple hecho de envejecer, deben enfrentarse a estereotipos sexistas, bajas o nulas pensiones, abusos patrimoniales, brechas digitales, además de una violencia simbólica que disminuye el valor de la mujer mayor en la sociedad. Existe una concepción sobre los derechos sexuales femeninos,  y es que estos se enfocan únicamente a edades reproductivas, sin embargo, luego de la menopausia, cuando el cuerpo ya no puede concebir, se niega esta educación y espacio, se oculta, y se comienza visualizar a la mujer como un ser asexuado, sin derecho de experimentar una sexualidad y placer propio, concepciones negativas que influyen en las vivencias y afectividades de mujeres chilenas y de todo el mundo.

Los discursos edadistas y machistas solo han promovido un impacto negativo en cómo las mujeres mayores son percibidas dentro de su entorno. Es importante analizar la fuente de estos mensajes discriminatorios pues el cambio recae en cómo y quienes promueven estas ideas, por ejemplo, los medios de comunicación, que con su alto impacto promueven una visión de deterioro, vulnerabilidad e improductividad. La comunicación por tanto tendrá un rol fundamental para cambiar esta mirada,  por una que evoque una resignificación positiva ante el paso de los años, conquistando derechos ausentes,que permitan vivir de manera plena esta etapa de la vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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