La ciberseguridad no solo necesita más mujeres, sino también las perspectivas únicas y complementarias que pueden surgir de la colaboración entre hombres y mujeres, hacia una solución integral, inclusiva, equitativa y sostenible.
En octubre conmemoramos el Mes de la Ciberseguridad, un pilar fundamental para el desarrollo de cualquier economía. En Chile, el desafío de formar profesionales en ésta área está creciendo de manera significativa. En plena era digital, la demanda de expertos en ciberseguridad es más urgente que nunca. No obstante, este reto se ve agravado por la baja participación de mujeres en un sector históricamente dominado por hombres.
El informe de la Política Nacional de Ciberseguridad 2023-2028 consignó un objetivo clave: fomentar la participación femenina en roles técnicos y de liderazgo. Esta meta no solo es un paso hacia la equidad de género, sino que responde a una demanda creciente de talento en un área con un notable déficit de profesionales. Actualmente, solo el 27% de los puestos en ciberseguridad en Chile están ocupados por mujeres. Esta cifra no solo constituye un problema de representación, sino una vulnerabilidad en un campo en donde la diversidad de perspectivas es crucial.
La ciberseguridad enfrenta desafíos cada vez más complejos. Solo en el primer trimestre de 2024, el Equipo de Respuesta a Incidentes de Seguridad (CSIRT) del Gobierno gestionó 54 incidentes de ciberseguridad en los sectores público y privado. Ante esta realidad, se vuelve imperativo implementar programas que formen profesionales en el área, aprovechando también esta oportunidad para fomentar la participación femenina en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) desde una edad temprana. Las estadísticas revelan que solo el 19.7% de los matriculados en estas carreras son mujeres, lo que indica que la brecha de género comienza mucho antes de la entrada al mercado laboral.
El Foro Económico Mundial ha informado que las empresas con un liderazgo de género diverso, obtienen mayores márgenes operativos y toman mejores decisiones empresariales. Aplicar un plan de ciberseguridad con éxito requiere un pensamiento creativo, flexible y estratégico, conexión humana y comunicación a nivel organizativo. Equilibrar la brecha de género en ciberseguridad no es solo un imperativo moral; es una necesidad estratégica para garantizar la seguridad y el éxito empresarial.
A nivel global, la escasez de talento en ciberseguridad es alarmante; en América Latina, por ejemplo, hacen falta 1,3 millones de profesionales para cubrir vacantes. Esta situación resalta la necesidad urgente de atraer a más personas, especialmente a mujeres, a este campo laboral. Es fundamental cambiar la percepción sobre las capacidades de las mujeres en carreras tecnológicas, priorizando su participación en puestos de ciberseguridad y, eventualmente, en posiciones de liderazgo. Para lograrlo, iniciativas como programas de mentoría, becas y redes de apoyo son esenciales para empoderar a las mujeres interesadas en esta área.
Hacemos un llamado urgente a priorizar la inclusión del talento femenino en las disciplinas STEM, y en particular en el ámbito de la ciberseguridad. Solo así podremos contar con profesionales altamente capacitados que aporten soluciones valiosas en un entorno digital en constante evolución. Para Chile, es fundamental que la formación técnica en ciberseguridad se convierta en una prioridad nacional, garantizando una preparación diversa y robusta para enfrentar las amenazas del futuro. La ciberseguridad no solo necesita más mujeres, sino también las perspectivas únicas y complementarias que pueden surgir de la colaboración entre hombres y mujeres, hacia una solución integral, inclusiva, equitativa y sostenible.