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Avances y desafíos del proyecto Chile Cuida Yo opino

Avances y desafíos del proyecto Chile Cuida

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Reconocer la diversidad de necesidades, valorar todas las formas de cuidado y construir una sociedad en la que esta labor esencial para la vida sea una responsabilidad compartida entre las familias, el Estado, los privados y la sociedad civil.


Chile enfrenta una baja tasa de natalidad de 1,5 hijos(as) por mujer y un envejecimiento poblacional sin precedentes: para 2050, se estima que el 25% tendrá más de 60 años (INE, 2024). Este cambio demográfico, junto con la transformación de las estructuras familiares, hace urgente la creación de un sistema de cuidados robusto y universal. En este escenario, el proyecto de ley que establece el Sistema Nacional de Apoyo y Cuidados – Chile Cuida – constituye un avance crucial al reconocer el cuidado como un derecho fundamental.

El proyecto original, cuya idea de legislar fue recientemente aprobada, presenta varias fortalezas, como el reconocimiento gradual y progresivo del derecho al cuidado, con un enfoque en quienes más lo necesitan. Asimismo, promueve la autonomía y la vida independiente, en sintonía con los estándares internacionales de derechos humanos. Al abarcar desde la niñez hasta la vejez, el proyecto refleja una comprensión integral de las necesidades de cuidado a lo largo del ciclo vital.

Sin embargo, indicaciones presentadas por parlamentarios(as) de oposición, que se verán en la discusión en particular, desdibujan la esencia y el alcance de esta ley marco que permitiría la creación del Sistema, lo que debe ser discutido en profundidad. Restringir el derecho al cuidado solo a personas con dependencia funcional es insuficiente. Esta visión no considera la diversidad de situaciones que requieren cuidados ni el valor del trabajo que realizan quienes cuidan.

Asimismo, eliminar las referencias al enfoque de género y a la promoción de la autonomía ignora realidades evidentes: las mujeres siguen asumiendo en una abrumadora mayoría las labores de cuidado, subsidiando con ello a toda la sociedad. Asimismo, la autonomía es un derecho fundamental para todas las personas, sin importar su condición.

Por cierto, el proyecto original debe mejorarse. Por ejemplo, es necesario profundizar en el principio de corresponsabilidad para reducir la brecha de género en las labores de cuidado o precisar mejor la implementación gradual y progresiva del sistema, considerando que su construcción es una tarea de mediano y largo plazo por los recursos que comporta. Sin embargo, estas mejoras deben diseñarse sobre la base de un enfoque de derechos y no limitarlos.

En el marco del Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, reafirmamos nuestro compromiso y convicción de avanzar hacia un sistema de cuidados más inclusivo y comprensivo, que abarque el ciclo de vida de las personas . Esto implica reconocer la diversidad de necesidades, valorar todas las formas de cuidado y construir una sociedad en la que esta labor esencial para la vida sea una responsabilidad compartida entre las familias, el Estado, los privados y la sociedad civil. Solo así podremos enfrentar los enormes desafíos del presente y del futuro y garantizar una vida digna para todos y todas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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