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Fin de año: Carga mental y su impacto en la salud emocional de las madres Yo opino

Fin de año: Carga mental y su impacto en la salud emocional de las madres

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Beatriz Loyola
Por : Beatriz Loyola Psiquiatra de Adultos/as Centro SerMujer y especialista en Salud Mental Materna
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Solo a través de un enfoque de corresponsabilidad familiar, respaldado por un cambio desde el Estado, podremos garantizar que las mujeres cuiden también de su salud mental. La labor de las madres no puede seguir siendo invisible; debe convertirse en una prioridad para el país.


A medida que se aproximan las fiestas de fin de año, muchas mujeres comienzan a sentir una presión cada vez más intensa. La alegría de las celebraciones se ve empañada por la carga mental, que recae principalmente sobre ellas, sobrecargándolas de tareas físicas y emocionales.

Esto no solo abarca el esfuerzo de coordinar las labores cotidianas, sino que también incluye decisiones, recordatorios y preocupaciones constantes relacionadas con la mantención del hogar y el bienestar de los miembros de la familia. Esto implica la planificación de las celebraciones, la organización de los regalos, los compromisos sociales y la educación de los niños.

Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) realizada en Chile en el año 2015, los hogares heterosexuales de nuestro país presentan una distribución desigual de las tareas de cuidado. En ella, se revela que las mujeres realizan aproximadamente el 75% del trabajo no remunerado, y esto incluye  aspectos como la crianza, el hogar y el cuidado emocional de la familia. En promedio, destinan mucho más tiempo en cuestiones relacionadas con la gestión del hogar que los hombres, incluso cuando ambos trabajan fuera de casa.

Las cifras también muestran que se dedican en promedio 6,4 horas diarias a este trabajo, mientras que los hombres solo lo hacen 2,3 horas. Esta diferencia refleja una brecha clara en la distribución de la carga mental y las gestiones domésticas según género.

La evidencia científica ha demostrado que este fenómeno tiene una repercusión significativa en la salud mental. Diversos estudios dan a conocer que quienes asumen la mayor parte de las responsabilidades domésticas y de cuidado tienen un riesgo más alto de desarrollar trastornos de salud mental, como ansiedad y depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres que enfrentan una gran demanda de trabajo no remunerado, relativas al hogar y el cuidado infantil, tienen hasta un 30% más de probabilidades de experimentar trastornos de ansiedad y depresión que aquellas que cuentan son repartidas equitativamente en la familia.

En Chile, un estudio realizado por la Universidad de Chile en el año 2021, encontró que cerca del 42% de las madres que desempeñan trabajos remunerados reportan altos niveles de ansiedad y estrés relacionados con la carga mental. De estas mujeres, un 30% presenta síntomas de depresión, lo que demuestra un efecto directo de esta  sobrecarga sobre su bienestar emocional. Este fenómeno se agrava en estas fechas, donde las responsabilidades de coordinación se multiplican y el estrés aumenta.

Si bien la distribución de la carga mental recae principalmente sobre las mujeres, es importante que los hombres, las redes de apoyo y las políticas públicas actúen para promover una equidad real en el cuidado. La corresponsabilidad es la clave para aliviar la carga que sienten muchas madres. Las parejas deben asumir su rol en la organización del hogar de manera equitativa, no solo “ayudando”, sino participando activamente en la planificación, toma de decisiones y ejecución de las tareas cotidianas, por ejemplo designado quehaceres equitativamente, si tienen más de un hijo dividirse quién participa en cada chat de curso; si uno los va a dejar en la mañana al colegio, que el otro los pueda ir a buscar, en definitiva poner límites claros y acordados.

Asimismo, es esencial que las políticas públicas impulsen la equidad mediante licencias parentales, acceso a servicios de cuidado infantil y la promoción de jornadas flexibles e igualitarias, sin distinción de género. Estas medidas no solo beneficiarían a las madres, sino también a los padres, muchos de los cuales desean ejercer un rol más activo en el cuidado de sus hijos, pero enfrentan la falta de leyes que protejan la paternidad.

El bienestar de quienes asumen los cuidado es fundamental para la armonía familiar y social. Las madres son agentes clave en la economía familiar y nacional, por lo que deben ser apoyadas y valoradas. Solo a través de un enfoque de corresponsabilidad familiar, respaldado por un cambio desde el Estado, podremos garantizar que las mujeres cuiden también de su salud mental. La labor de las madres no puede seguir siendo invisible; debe convertirse en una prioridad para el país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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